Un profesor fracasado y racista se casa con la hermana de un filósofo admirado por el nazismo, Friedrich Nietzsche. Juntos planean fundar una utopía aria en Paraguay. ¿El producto? Nueva Germania.
En 1870 ocurre la emancipación de todos los judíos en Alemania. Bernhard Förster no puede aceptarlo, no soporta que los judios puedan ser iguales a los “Buenos Alemanes”. El modesto profesor de secundario no da abasto en trasmitir su antisemitismo en el salon de clases, por lo que rápidamente se radicaliza y empieza a frecuentar los partidos extremistas que florecen durante las crisis económicas.
Bernhard pronto será recordado como uno de los principales autores de la “petición antisemita” de 1881, que consigue 200.000 firmas. El documento no llega a buen puerto, pero el logra instalar agenda.
Buscar adeptos en el aula le sale mal y lo terminan echando. A él no le importa, llega el momento de ir a fondo con sus ideas antisemitas y arias: Fundará una nueva Alemania.
Nietzsche, Elisabeth y la sociedad aria
Siguiendo la línea del antisemitismo y futura sociedad Nazi, Förster conoce a su esposa Elisabeth Nietzsche en el entorno del compositor Richard Wagner.
Elisabeth es la hermana de Friedrich, es pequeña y frágil pero rubia, bizca pero de ojos celestes, así que le toca el certificado de “aria”. Se enamora rápidamente del hombre con el que comparte convicciones.
Hoy sabemos que la obra de Nietzsche fue manipulada por los nazis a pedido de Hitler. Su hermana jugó un papel determinante en la manipulación de fragmentos póstumos y en la venta y manipulación de sus escritos a los nazis, notablemente con la obra “La Voluntad de Poder”.
Se casan en 1885 y para su proyecto de nación miran con interés Paraguay, que acaba de salir de una guerra con sus tres vecinos (Argentina, Brasil y Uruguay).
La Guerra del Paraguay destruyó su infraestructura y terminó con la tercera parte de su población, por lo que Förster asumió que verían bien cualquier tipo de proyecto de reconstrucción.
El también creía que el aire sano, la tierra fértil y la selva virgen serían perfectos para probar la superioridad de la raza aria. Se instalan a 250 kilómetros de Asunción.
Para sus adeptos, buscan en Alemania a familias de campesinos y otros trabajadores que busquen un porvenir venturoso. Eso sí, todos deben tener el certificado de descendencia aria.
Nueva Germania, la utopía que no fue
En agosto de 1887 nace Nueva Germania, 14 familias se instalan en Paraguay tras un viaje de varios meses.
Los Förster se hacen construir una costosa mansión colonial y se ponen en papel de los señores del lugar. En su correspondencia, Elisabeth se describe como “esposa de un valiente pionero, señora de grandes dominios, madre de una colonia aria y reina de una Nueva Alemania prometedora.”
Sin embargo, el matrimonio cometió un grave error: A cambio de la propiedad de 200 kilómetros cuadrados de Nueva Germania, prometieron llevar allí a 140 familias alemanas en 2 años.
Si eso fallara, tendrían que devolver 80.000 marcos (algo mayor a 2.5 millones de dólares hoy en día) y los terrenos al Estado paraguayo.
Los alemanes subestimaron Paraguay. Un año y medio después de la fundación el calor, las lluvias y los mosquitos hicieron la vida difícil. Los colonos siguen viviendo en cabañas improvisadas, no lograron armar un sistema de agua potable ni terminar las rutas.
Pronto descubren que la siesta no es un tema de pereza, sino que es la única manera de soportar las tardes sofocantes. Ningún alemán sabía como hacer brotar nada, lo que compromete la cosechas y deben vivir a crédito.
De las 140 familias previstas, sólo llegaron 30.
Fake News desde el siglo XIX
La promesa hecha a los paraguayos preocupa al matrimonio. Los dos años límite se acercan así que inundan Europa con noticias y descripciones idealizadas acerca de Nueva Germania.
Muy lejos de lo que era realmente el proyecto, lo describen como un paraíso terrenal: según ellos todos estaban felices y apoyaban todo lo que dicen.
Las mentiras son para atraer nuevos incautos y aplacar a los inversores. Pronto la diferencia de las dos realidades se hace insostenible.
Un colono decepcionado que volvió a Alemania publica su libro denunciando lo que considera un enorme fraude.
El libro cuenta la debilidad y el nerviosismo de Förster, la ambición y dominio que ejerce Elisabeth y la lujosa mansión en la que viven mientras el resto de los colonos se hunde en la miseria.
La publicación es una bomba en Alemania: la utopía idílica es en verdad un fracaso, los Förster unos ladrones mentirosos y sus víctimas son los propios colonos.
Es así como termina la historia de Bernhard Förster: humillado, sobreendeudado y prisionero de sus ideales. Termina suicidándose en un sucucho a las afueras de Asunción.
El legado de Bernhard
Elisabeth era realmente quien mandaba así que la ausencia de Förster no cambiaba mucho el panorama. Ella se enfrenta a los colonos rebeldes y desmiente absolutamente todo. Fingió demencia como dicen los jóvenes.
Milagrosamente logra sacar a flote parte del proyecto y en 1892 vende el proyecto. Con el dinero se vuelve a Alemania donde se dedicará a ocuparse de su hermano, sumido en la locura, y su obra.
Ella muere el 8 de noviembre de 1935 y se le concede un funeral grandioso y con los honores del Tercer Reich, quienes nuevamente creen que Nueva Germania es un paraiso Nazi en Paraguay.
Poco después de la derrota de Hitler en la segunda guerra mundial, Nueva Germania cae en el olvido.
Los colonos que se quedaron pronto se olvidaron de los principios originales de Förster y acabaron integrándose totalmente a la cultura paraguaya.
Uno de los motivos principales fue la ausencia de mujeres en la colonia lo cual motivó que los jóvenes se fijaran en las nativas y formaran nuevas familias, ignorando por completo el sueño de Förster de una sociedad puramente aria.
Los pocos que insisten con su pureza quedaron enfrascados y apartados, defendiendo su sangre por motivos que ya no recuerdan y acechados por los peligros de la consanguinidad.
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