La Universidad de S. Gallen, en Suiza, publica desde hace varios años el Índice de Calidad de las Élites. Se trata de un estudio comparativo que mide los modelos de negocios de las élites de 151 países, determinando si las mismas están creando valor para el país o si en cambio están más dedicadas a extraerlo.
El índice es bastante revolucionario dentro de la economía política, ya que no solo mide el tamaño de una economía (como su PBI o PBI per cápita), que puede estar mal distribuida, ni tampoco el acceso a bienestar y servicios (como el Índice de Desarrollo Humano de la PNUD), sino que se centra en los grandes conglomerados y su accionar en los países.
El índice no solo mide el tamaño de las élites y su participación en la economía del país, sino el impacto agregado que tienen sus modelos de negocios, repercutiendo en el crecimiento o disminución de la renta del país.
Por ello, si bien no sorprende que en la cima de la tabla se encuentran países como Dinamarca, Finlandia o Noruega, por encima de la media también se encuentran países como Cuba o Jamaica, que en otros rankings suelen figurar muy por debajo de la tabla.
Esto es porque el índice mide el impacto en la creación de valor (positivo) o la extracción de valor y búsqueda de renta (negativo). Países que no son muy ricos pueden rankear alto en cuanto a que sus élites tengan un modelo de negocios que no se base solo en la importación o renta de la tierra y que en cambio generan valor dentro del país.
En éste ranking, las élites de Argentina figuran en el puesto 91 de 151, bastante por debajo de la media y superado por países como Kenya, Armenia y Siria.
El problema de las elites
El puesto 91 que Argentina ocupa en el ranking global de creación de valor para las generaciones futuras significa una caída de 12 posiciones con respecto al ranking del año anterior. El ranking toma un promedio de indicadores como el de “educación y capital humano” (en el que Argentina se posiciona 46), el de salud y bienestar (70) e Innovación tecnológica (59), pero también incluye dos indicadores en donde el país rankea muy bajo, que son el de equidad de oportunidades (140) y el de ecología y capital natural (124).
En otro gráfico, se posicionan a todos los países en una matriz a través de cuatro valores. En el Y, ponen más alto a los países cuyas élites producen más valor y más bajo a las que extraen más valor (a través de importación, fuga, etc.), mientras que en la x se coloca más a la derecha a los países que requieren menor “poder” para la futura generación de valor (es decir, mayor potencial de extracción de valor).
El primer cuadrante, el superior derecho, es el de las “élites competitivas”, que es la situación que mayor se asemeja a las élites compitiendo en un contexto de libre mercado con innovación y competencia. Como resultado, las élites de estos países (Japón, Nueva Zelanda, Dinamarca, etc.) producen valor y calidad para mantenerse por encima de la competencia, y ésto puede ser aprovechado por la población.
El segundo cuadrante, correspondiente a las élites “iluminadas”, se caracterizan por organizarse en carteles y conglomerados que dominan la política económica de sus países, pero que aún así siguen manteniendo un modelo de negocios que se dedica más a la creación de valor que a su renta.
El cuadrante inferior derecho, dedicado a las “élites emergentes” es lo contrario, conglomerados y carteles que, ante un “leviatán ausente”, (falta de control estatal fuerte como se ve en los países más altos de la tabla), dominan el mercado para promover la ausencia de competencia y mantener un modelo de negocios tendiente hacia la extracción y no la generación de valor.
Finalmente, el cuadrante de las “élites rentistas” reúne a los países donde las élites son tan poderosas y dominantes que consolidan un modelo de extracción y venta de materia prima al exterior, produciendo muy poco valor en el país. En éstos países las élites se enriquecen de la materia prima producida en el país, mientras que el resto de la población se empobrece.
Argentina se encuentra en el cuadrante inferior derecho, cuadrante llamado “élites emergentes”.
Más estado, más valor
Aquí, el informe da un panorama esperanzador para Argentina, ya que aún no se encuentra en el cuadrante inferior izquierdo, dedicado a los países cuyas élites son mayormente rentistas y producen muy poco valor.
En éste sentido, indica que si bien en los países del cuadrante donde se ubica “Argentina” está caracterizado por una multitud de agentes que extraen valor por un “leviatán ausente” (falta de control estatal fuerte como se ve en los países más altos de la tabla), ésta extracción aún no llega a una etapa en donde las élites tengan un control total del mercado, mayormente debido la emergencia de grupos en otros sectores que producen valor para el país.
En la página 106, el informe usa a la argentina como ejemplo: “Instituciones públicas con sólidos principios de gobernanza parecen ejercer un efecto positivo sobre la densidad de las PYME. Ambos Nueva Zelanda (puesto n.° 19) y Suiza (puesto n.° 23), obtienen buenos resultados, mientras que aquellos con una gobernanza rezagada como Argentina (puesto 69) y Rusia (puesto 75), no lo hacen”.
En éste sentido, el informe indica la necesidad de generar controles y estados fuertes para regular el mercado para incentivar que las élites adopten modelos de negocios tendientes a la producción de valor.
En cambio, una política de ausencia estatal como la que se está aplicando desde el gobierno nacional, incentiva a las élites a controlar una mayor parte del mercado y generar modelos de negocios que tiendan a la extracción y renta más que a la generación de valor para el país.
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