La Fundación Proyungas es una ONG que desarrolla sus actividades en el subtrópico sudamericano, principalmente en el Norte Grande de Argentina, promoviendo procesos de planificación territorial a distintas escalas para la conservación del ambiente y el desarrollo sustentable.
Desde hace varios años, entre distintos miembros del equipo realizan “travesías naturales”, donde recorren algunos de los paisajes dentro del Norte Argentino como forma de integrarse corporalmente a estos ecosistemas y vivir la experiencia en primera persona de la biodiversidad de estos paisajes que trabajan para proteger.
En julio, realizaron una travesía a través del río Bermejo, que para el biólogo y presidente de la Fundación Proyungas Alejandro Brown, es el río más importante del norte argentino. “Para mi, es el río más importante porque es grande, no tiene represas ni otro tipo de interrupciones, y porque en su caudal alimenta mucha biodiversidad, mucha producción y muchos pueblos originarios y criollos que viven alrededor del río” explicó en diálogo con NEA HOY.
Como escribió él mismo, en una nota publicada después de la expedición el río riega las áridas tierras del Chaco desde “las Sierras Subandinas de Argentina y Bolivia donde nace, hasta su desembocadura en el eje conformado por los ríos Paraguay y Paraná”, aportando “el 15% del agua a la Cuenca del Plata, pero más del 75% de los sedimentos” hasta el delta del Paraná.
Como lo cuenta Brown, al dejarse llevar río abajo por las canoas, quienes participaron de la expedición, no pudieron sino recordar la metáfora de la víbora con la que escritores como Jaime Dávalos o Horacio Quiroga evocaron para describir al Río Bermejo y al Paraná, como una serpiente que baja zigzagueante a través del paisaje.
Estos ríos fueron siempre muy importantes, ya que alimentaban tanto la biodiversidad como la vida y cultura de los pueblos originarios que se emplazaron alrededor de ellos. Estos pueblos, también los retrataron en sus fábulas y leyendas como víboras gigantes que serpenteaban implacables a través de los bosques.
“En todas las culturas locales está el viborón, que es como una gran anaconda, que cuando avanza se lleva todo por delante, vida, infraestructura, y esa es como de alguna manera su defensa a la domesticación”, desarrolla Brown, “esa cantidad de sedimentos que lleva hace imposible cualquier intervención que el humano quiera hacer sobre eso”.
Los ríos relegados
Según explica el biólogo y ecologista, el río Bermejo “Durante mucho tiempo se ha pensado en los ríos como una vía de integración, y hubo muchos esfuerzos por integrar a Sudamérica a través de ríos como el Bermejo”.
Pero así como su corriente, la variante condición de los ríos en esta región también fueron factores que resistieron su domesticación, e hicieron fracasar uno tras otro estos intentos, “su variación de caudal durante el año, la dificultad de navegarlo cuando hay mucha agua porque los árboles sirven como obstáculos y la imposibilidad de recorrerlo cuando hay poco caudal”.
Pero aunque ello influyera, junto a las hostilidades del clima, la región del Chaco ha sido una zona relegada durante mucho tiempo. Sin embargo, Brown advierte que hoy esto cambió y que la región en la actualidad es el epicentro tanto de la expansión agropecuaria como de la conexión bioceánica.
El problema es que, así como han sido relegados durante mucho tiempo del proceso industrializador productivo, también han sido relegados de las medidas de protección y cuidados de sus paisajes y biodiversidad. Tal es así que hoy, solo el 10% de la costa del río se encuentra protegido (17.6 km en la Reserva Natural Formosa y 83 km en el PN El Impenetrable en Chaco).
Para Brown, ésta puede ser una oportunidad de generar nuevas herramientas que vinculen los esfuerzos estatales, privados y sociales para la protección de estos ecosistemas.
“Las áreas protegidas son una herramientas, como siempre lo han sido en éste caso la Reserva Natural Formosa y El Impenetrable en Chaco, pero tienen que ser complementados con más participación privada en la protección de éstos espacio”, opina Brown.
“Nosotros venimos trabajamos una idea que llamamos ‘Paisaje Protegido Fluvial’, que es una forma de combinar el dominio público de un río, que es del Estado, con los dominios privados que tienen sus orillas”, describe el ecologista, “y yo creo que ahí hay una buena oportunidad de proteger más y mejor tanto el Río Bermejo como otros ríos, trabajando con muchos usuarios y vecinos del río en forma conjunta para reducir la presión de cacería, la presión de pesca, el control de contaminantes que se tiran al río, etc.”.
Brown concluye con la necesidad de pensar los ríos como un espacio de protección público-privado, “creo que ahí hay una gran oportunidad para trabajar juntos, el sector productivo, las comunidades y Gobiernos municipales con las provincias respectivas”.
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