Ya quedan pocas semanas para las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, y si bien la candidata demócrata y actual vicepresidenta Kamala Harris tuvo un impulso en las encuestas después del anuncio de su candidatura, algunas mediciones vuelven a poner por delante al ex presidente republicano Donald Trump.
En NEA HOY conversamos con algunos argentinos que se encuentran actualmente viviendo en Estados Unidos sobre como se está viviendo el último tramo de la campaña electoral, los apoyos y características que están encontrando en esta elección en particular.
El eterno retorno de los Trump
Muchos filósofos dedicaron tinta a los “retornos“. Desde Marx, que en su dieciocho brumario planteó que la historia ocurre dos veces, primero como tragedia y luego como farsa, hasta Frederich Nietzche, que en su “gaya ciencia” toma prestado al Kybalion para decir que los hechos y pensamientos se encuentran en un “eterno retorno”.
Pero si ganara Trump las elecciones, a Diego Portillo le costaría pensarlo como un regreso. Como economista que vive en Boston hace poco más de 20 años trabajando en una ONG, le es difícil pensar en un tiempo en que Donald Trump no marcó la agenda política de los Estados Unidos desde su irrupción en el partido demócrata en el 2016.
Aún tras su derrota, un “fantasma de Trump” continuó pululando durante toda la gestión de Biden, con susurros de elecciones robadas, de invasiones migrantes y avanzadas del “populismo” demócrata. Por eso, para Diego estas elecciones serán el final de una campaña que parece haber durado cuatro años, desde que Donald Trump no quiso reconocer las elecciones que lo sacaron de la casa blanca.
Algunas encuestas llegan a registrar que 3 de cada 10 ciudadanos norteamericanos todavía hoy creen que las elecciones del 2020 fueron manipuladas para que Trump pierda, a pesar de que en todos estos años no se presentaron pruebas que demuestren lo contrario. La cifra sube a 6 o 7 en encuestas que solo tomaron a votantes republicanos, arrojando que hay una mitad de estados unidos en donde la creencia de que les robaron las elecciones está casi generalizada.
Esto contribuye a la narrativa de que Trump es “perseguido“, que lleva a muchos a desestimar incluso su condena por abuso sexual y difamación. Esta narrativa promueve un regreso triunfal de Trump a la casa rosada que se propone como revancha contra aquellos que les robaron las elecciones.
Viviendo en un lugar predominantemente demócrata, Diego no ve muchos carteles por Trump en Boston a menos que se aleje de la ciudad y visite los pueblos rurales de la zona. Sin embargo, su trabajo en una ONG lo llevó a viajar a Texas hace unas semanas, Estado predominantemente republicano. Allí se encontró con ciudades enteras empapeladas con los slogans de Donald Trump.
Observó también la desproporción de los carteles. Mientras que el apoyo a Kamala Harris aún en Boston se expresaba en carteles pequeños clavados en los jardines delanteros de las casas, los carteles de apoyo a Trump eran gigantografías y banderas que ocupaban varias veredas.
Para Diego, estas elecciones siguen girando alrededor de la figura de Trump. Mas allá de las promesas electorales de Kamala Harris y del partido demócrata, la elección se define por “Trump vs. anti-Trump“. “Uno siente que hay poco discusión sobre los planes de cada candidato, y sobre todo que los devotos de Trump se basan puramente en sentimiento y no en lógica“, explicó.
El candidato por sobre el partido
Andrea vive desde hace unos 20 años en California. Para intentar explicar la tendencia política en el país, toma el mapa de Estados Unidos y dibuja un triángulo: donde en el centro hay mas tendencia hacia el voto republicano y en las costas, este y oeste, hay mayor tendencia hacia el voto demócrata.
Aclara, sin embargo, que este voto demócrata se concentra mayormente en las grandes ciudades. Incluso en California, un estado considerado demócrata, “vos salís de Los Ángeles o de San Francisco, y literalmente a una hora de esas ciudades comenzas a ver carteles de Trump por todos lados“.
En Estados Unidos la votación no es obligatoria, y esto es un dato clave, ya que significa que los partidos, antes de convencer a los votantes de votarlos a ellos, deben convencerlos de ir a votar en primer lugar. Por ello es necesario encontrar un candidato que contagie paciones por fuera de los típicos votantes del partido.
Un ciudadano norteamericano puede no sentirse representado ni la tradición histórica de un partido como el demócrata o el republicano, pero si puede despertarle esperanza tener un presidente como Obama o como Trump, y esa esperanza es lo que puede llevarlo a tomarse el tiempo en un día laboral para trasladarse a una casilla de votación y esperar en la fila hasta depositar su voto.
Para Andrea, los demócratas continúan teniendo la debilidad de no tener un candidato que sea más grande que su partido como recuerda que era Obama, cuyo nombre pesaba más y convocaba más que el ser “demócrata”. El partido ya corría con desventaja, ya que apenas derrotado Trump ya comenzó a anunciar sus intenciones de volver a postularse, y en cambio, una reelección de Biden se volvía cada vez más difícil con el correr de los años.
“Hace dos años ya nos preguntábamos entre amigos y conocidos quien sería el candidato demócrata estas elecciones“, comentó Andrea, “nadie pensaba que iban a volver a poner a Biden como candidato, y cuando íbamos escuchando voces de que efectivamente iba a ser el quedamos como, ¿están todos locos? ¿no se dan cuenta que ya está quedando senil?”
En ese sentido, la primera postulación de Joe Biden pudo haber retrasado cualquier intento del partido demócrata de construir un candidato más grande que el partido. Incluso quienes esperaban cualquier candidato demócrata para poder votar en contra de Trump, les generaba dudas y miedos el votar a Biden.
No fue hasta el primer debate presidencial celebrado en junio que quedó en evidencia que el partido demócrata no podría seguir sosteniendo su candidatura y, a cinco meses de las elecciones, se optó por colocar a la actual vicepresidenta Kamala Harris como candidata presidencial.
Trump o Anti-Trump
El partido demócrata había marcado historia al conseguir que Barack Obama sea el primer presidente negro de la historia de los Estados Unidos, y con Hilary Clinton intentó que el país tenga su primer presidenta mujer en el 2016. Sin embargo su derrota contra Trump parece haberlo herido de tal manera que tardó hasta junio en considerar a Kamala Harris como candidateable.
“Al norteamericano le cuesta cambiar el peso de la continuidad clásica política“, explicó Andrea, entendiendo incluso que Trump sigue pareciendo una excepción a esta regla, ya que “ganó a pesar de entrar pateando el tablero político y haber hecho todo lo contrario a lo que se esperaba de un político“.
Esta dubitativa puso al partido en desventaja al no tener tiempo de enaltecerla hasta convertirla en una figura más grande que el partido. Por ello, la campaña de Harris se concentra en el contraste con Trump, y mientras que Biden en el 2020 se proponía como el el regreso al “orden institucional“, hoy la palabra “freedom” es la más utilizada en los rallys demócratas.
Para ello, el equipo de campaña de Kamala Harris recolecta medidas impulsadas por gobernadores de estados republicanos que van desde la prohibición de libros tildados como “progres” hasta las barreras al derecho al aborto para inculcar un miedo a lo que pasaría en Estados Unidos si volviera a gobernar Donald Trump.
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