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Domingo 08 de diciembre de 2024
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Acuífero Guaraní: desafíos geopolíticos, económicos y ambientales en la región

El Acuífero Guaraní, una de las mayores reservas de agua subterránea del mundo, enfrenta desafíos en su protección y gestión conjunta entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Con acuerdos internacionales en juego, el impacto de la gestión libertaria y la intervención de actores externos como Estados Unidos, el futuro de este recurso clave está en peligro.

El Acuífero Guaraní, una de las mayores reservas de agua subterránea del mundo, enfrenta desafíos en su protección y gestión conjunta entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Con acuerdos internacionales en juego, el impacto de la gestión libertaria y la intervención de actores externos como Estados Unidos, el futuro de este recurso clave está en peligro.

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El Acuífero Guaraní, una vasta reserva de agua subterránea compartida por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, es considerado uno de los recursos hídricos más importantes de Sudamérica y del mundo. Con una extensión que abarca más de 1.2 millones de kilómetros cuadrados, su preservación y manejo sostenible es, o debería ser, un tema central para los gobiernos de estos 4 países.

En este contexto, un acuerdo firmado en 2021 buscó regular el uso y protección del acuífero, estableciendo un marco de cooperación internacional. Sin embargo, al firmar un acuerdo de este tipo, los países no delegan su autoridad exclusiva, sino que someten ciertos aspectos de su gestión a decisiones interjurídicas tomadas en conjunto. Este tipo de decisiones no impone obligaciones estrictas, sino que se presentan como recomendaciones a seguir.

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En caso de no cumplir con estas recomendaciones, el incumplimiento podría ser llevado ante un tribunal internacional. No obstante, en la práctica, las recomendaciones suelen ser cumplidas, aunque en muchos casos de manera parcial y por etapas.

Para profundizar en los aspectos más críticos de este acuerdo y su impacto en la región, desde NEAHOY dialogamos con el ex Subsecretario de Obras Hidráulicas de la Secretaría de Infraestructura y Política Hídrica del Ministerio de Obras Públicas de Argentina, Gustavo Villa Uría.

Su perspectiva ofrece una visión detallada sobre las complejidades de la protección del Acuífero Guaraní, el papel de Argentina en su gestión, y cómo la reciente situación de la Hidrovía Paraná-Paraguay y la intervención militar estadounidense podrían influir en el futuro del acuífero.

El acuerdo para la protección del Acuífero Guaraní

La superficie del Acuífero Guaraní varía según el país. En Brasil, abarca aproximadamente 840.246 km²; en Argentina, alrededor de 225.424 km²; en Paraguay, unos 72.540 km²; y en Uruguay, aproximadamente 58.545 km².

El proyecto Guaraní refiere al inicio de la implementación del Plan del Programa Estratégico de Acción del Acuífero Guaraní que fue propuesto por los 4 países entre el 2003 y el 2009 para este importante reservorio de agua subterránea.

En 2021, los gobiernos de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay firmaron un acuerdo y emitieron la siguiente declaración: “El Plan Estratégico para la novena fase del Programa Hidrológico lntergubernamental (PHI-IX) que cubre el período 2022-2029, identifica áreas prioritarias claves en materia de agua subterránea para ayudar a los Estados Miembros a lograr la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente los relacionados con el agua.”

El Acuífero Guaraní es un recurso esencial para el suministro de agua potable, agrícola e industrial en la región. Este acuerdo reconoce que, aunque cada país tiene soberanía territorial sobre su porción del acuífero, el recurso es compartido y su explotación debe ser gestionada de manera conjunta. Pero también trae responsabilidades: lo que haga uno de ellos puede afectar a los demás, ya sea por un uso descontrolado o por la contaminación del agua.

Como explica Villa Uría: «El acuífero es compartido entre los países, todo lo que haga uno repercute en los demás. Si uno consume agua descontroladamente o contamina el acuífero, esto afecta a los otros países, porque es un sistema integrado».

Además, el agua del acuífero se mueve muy lentamente a una profundidad de entre 1.000 y 1.200 metros, lo que hace que cualquier cambio en una de las porciones impacte en el resto del sistema.

La responsabilidad de Argentina

Argentina, como uno de los países con mayor superficie del acuífero, tiene una responsabilidad crucial en la protección del recurso. Sin embargo, con las actitudes de la gestión de Javier Milei, surgen muchas dudas al respecto.

«En Argentina, las perforaciones son costosas y complejas, lo que ha limitado su uso en gran parte del territorio», señala Villa Uría. El uso de agua del acuífero, por lo tanto, está restringido principalmente a áreas donde no hay otras fuentes viables de agua. En la costa del río Uruguay, por ejemplo, entre Brasil, Uruguay y Argentina, el acuífero se utiliza para el abastecimiento de agua dulce, así como para fines termales.

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El control y la supervisión de estas perforaciones, según el ex subsecretario, han disminuido en el último año. Aunque se haya delegado la tarea de control a las provincias, el Gobierno Nacional debería tomar un rol más activo en su monitoreo y protección, para evitar la contaminación por salinidad o por otros contaminantes.

Después de todo, el riesgo de contaminación, como puede suceder a causa de la mezcla con aguas salinas, es una de las mayores preocupaciones. Si una fuente de agua dulce, es decir que se puede tomar, como lo es el Acuífero Guaraní queda contaminada (por agua del mar producto de un descuido de obra) no podrá seguir siendo consumida por los seres vivos.

El mega DNU firmado por Javier Milei derogó la Ley de Tierras que amenaza el acceso al agua, y si hablamos de agua, resulta inevitable mencionar el Acuífero Guaraní.

Tensión con Paraguay

Uno de los aspectos más complejos de la relación entre la explotación del acuífero y el desarrollo económico es la conexión con la Hidrovía Paraná-Paraguay, una de las principales arterias fluviales para el transporte de mercaderías en la región.

Este sistema fluvial, que conecta el norte de Argentina con el océano Atlántico, es clave para la exportación de productos agrícolas, ganaderos y mineros, especialmente de Argentina y Paraguay. Por su parte, hasta este año, Argentina financia las obras de dragado y balizamiento en todo el tramo inferior de la Hidrovía.

Hacia el final de la gestión de Alberto Fernández, se intentó cobrar un peaje a las embarcaciones paraguayas. Sin embargo, las embarcaciones se negaron a pagar el peaje, ya que argumentaron que no contaban con la infraestructura necesaria para navegar de noche. No hay un registro que permita garantizar la navegación nocturna de forma segura, y ese fue el argumento principal de la discusión.

Ahora, sin embargo, todas las obras planificadas para la Hidrovía, desde el lado Argentino han sido suspendidas (como el resto de la obra pública). La Hidrovía sigue funcionando hasta el puerto de Rosario, en condiciones más o menos adecuadas, pero ahora está afectada por la importante bajante hídrica que se está produciendo.

Ahorrar en obra termina costando el doble

Esto ha provocado que los barcos no puedan cargar su carga completa, debiendo reducir la carga de 3, 4, 5 o incluso 10 pies, lo que equivale a unos 30 centímetros. Esto significa que los barcos están saliendo con sólo un 50% o un 60% de su capacidad de carga. Luego, deben continuar hacia la zona sur de la provincia de Buenos Aires, en los puertos más profundos, para completar la carga.

En estos períodos, esta carga tiene que recorrer una gran distancia en camiones hasta el sur de la provincia de Buenos Aires. En definitiva, intentar ahorrar en obras de infraestructura está afectando mucho más, porque está haciendo perder al productor. El productor no solo pierde porque su carga es más pequeña, sino también porque el costo de transporte se incrementa considerablemente.

Esta obra de infraestructura, si se hubiera hecho adecuadamente, hubiera permitido evitar estos problemas. Es cierto que la bajante es un escenario poco probable, pero es un escenario posible. En la serie histórica de los últimos 100 o 120 años, alrededor del 10% de los días se registran niveles de agua por debajo de un metro, lo que afecta directamente la navegación en la zona de Puerto Rosario.

Si las embarcaciones no pueden transportar sus productos por la Hidrovía, puede haber problemas de abastecimiento de combustible en lugares como Asunción, o incluso en el Chaco. Si no llega a través del río, el combustible debe ser transportado por camiones, pero la cantidad de camiones que se requiere es tan grande que las rutas no están preparadas para soportar ese flujo.

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Además,  es probable que no existan suficientes camiones o trenes disponibles en el mercado para transportar el combustible necesario, tanto para vehículos como para la generación eléctrica y otros usos. Se necesita combustible en gran cantidad.

 

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Estados Unidos y la intervención militar

Un tema adicional que ha surgido con la gestión de Milei sobre la Hidrovía es la intervención del Ejército de Estados Unidos en la región. En 2021, Paraguay firmó un acuerdo con el Cuerpo de Ingenieros del Ejército estadounidense para realizar una consultoría sobre la navegabilidad del río Paraguay.

El Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos es el encargado de realizar todas las obras de ingeniería en ese país. No cuentan con un Ministerio de Obras Públicas, sino que es el Cuerpo de Ingenieros el que se encarga de ejecutar todas las obras de infraestructura.

En cuanto al estudio de la navegación de la Hidrovía al norte de Corrientes, durante la gestión de Alberto Fernández, Argentina se negó a participar en el tramo compartido. Bolivia también se negó en el tramo que tiene con Paraguay, que es un tramo muy pequeño. Brasil, por su parte, había aceptado al principio durante la gestión de Bolsonaro, pero en la gestión de Lula se negó a participar en esa consultoría.

«La consultoría no es gratuita; Paraguay debía pagar 25 millones de dólares por los estudios», explica Villa Uría. “Tampoco el Ejército de Estados Unidos pretende hacerlo de forma gratuita o por un costo menor. Es una posición política; lo que buscan es intervenir y recopilar datos e información. Sin embargo, esto no implica necesariamente una participación de ellos de una forma distinta al estudio de ingeniería, por lo menos por ahora.”

Es decir que los temores surgen cuando se considera que la presencia estadounidense podría ser una forma de intervención geopolítica en una región clave para el transporte de mercancías y la explotación de recursos naturales como el litio.

Cuidemos el Acuífero Guaraní

Ha habido un interés constante tanto en el Acuífero Guaraní como en la Hidrovía, ya que son áreas clave para el transporte de mercadería a bajo costo. Por ejemplo, Bolivia tiene acceso al mar a través de la Hidrovía, y también existen condiciones para trabajar en mejoras del transporte, lo que representa un mayor beneficio para los productores.

Particularmente para los productores agrícolas, ganaderos y mineros, porque están transportando grandes volúmenes de commodities de bajo precio, donde el costo del transporte tiene una incidencia muy fuerte en el precio final de venta. Por eso, reducir el costo del transporte es un desafío continuo y permanente. Además, si el gobierno quiere aprovechar la minería, como se dice, lo lógico sería invertir en infraestructura.

Sin embargo, la inversión minera requiere generalmente una disponibilidad de agua en zonas donde este recurso es sumamente escaso. Por ejemplo, en el caso del litio, se explota con agua, y esas son zonas donde el agua es un recurso muy limitado. Entonces, la minería compite con la agricultura y con el consumo humano por este recurso tan escaso.

Como concluye Villa Uría: «Es fundamental invertir en la infraestructura necesaria, pero también en la protección de nuestros recursos naturales, porque de lo contrario, lo que ganamos en transporte, lo perdemos en contaminación o agotamiento del recurso».

En este contexto, el Acuífero Guaraní sigue siendo un recurso estratégico para la vida, la economía y la seguridad de la región. Su manejo sostenible es, más que nunca, una cuestión de interés común.

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