La bajante del río Paraná es la más crítica de los últimos 77 años, afectó al abastecimiento y calidad del agua potable, la navegación, el ecosistema y la fauna del río. Los pescadores, son los más afectados por esta situación ya que, su economía de subsistencia es la pesca y venta de pescados de río al público.
En la actualidad, por la situación del río -que ahora comenzó a crecer levemente- y la veda pesquera, el precio de los pescados de río como el surubí, el sábalo y la boa aumentaron notablemente lo que imposibilita a los pescadores y pescadoras llevar adelante la actividad y vivir de eso.
“Cuando está bajo el río, no hay pescado. Los pescadores nos rebuscamos para sustentar a nuestras familias porque no todos recibimos asistencia del Estado. Algunos salen a cazar al monte, otros hacemos changas”, explicó a NEA HOY Graciela Narváez, de Mujeres Canoeras.
Precios elevados
De acuerdo con datos recabados por NEA HOY, en la zona próxima a la costa del río Paraná los precios de los pescados están en aumento. Esto también se debe a la demanda que hay al acercarse la Semana Santa.
Un kilogramo de surubí congelado alcanzaba los $1400 y $900 cortado en rodajas en una pescadería. En el barrio de pescadores el precio se reduce a la mitad en algunos casos. La carne de surubí en la zona ribereña se paga $700 o $800 el kilo, y le sigue el dorado, que vale $500. Entre los más económicos están el armado y el moncholo a $300 el kilo.
Graciela Narváez afirma que la bajante les causó muchos problemas a quienes pescan con fines de comercialización, utilizando red o espinel. “Los pescadores no tenemos recursos, recibimos poca ayuda del Estado, aumentar el costo del pescado tampoco nos ayuda porque vendemos poco, estamos complicados”, explicó la mujer.
En este contexto, los organismos y los pescadores trabajaron en el armado de la logística por puertos para realizar la actualización de las licencias para pesca y avanzar en la conclusión del trabajo iniciado el año pasado de licencias de canoas.
Mujeres canoeras en el río
Graciela Narváez forma parte de la organización Mujeres Canoeras, un grupo de mujeres ribereñas que se originó en 2013 cuando una bajante las dejó sin empleo. Ellas se juntaron para organizarse y solicitar asistencia al Estado para poder llevar alimentos a sus hogares. Algunas de ellas son esposas de pescadores, otras se dedican a la pesca para la venta.
Su rol es visibilizar el trabajo de las mujeres que pescan y que habitan en las costas del río Paraná. También acompañan a los hombres pescadores y a todo el sector que tiene como actividad económica principal la pesca y que hoy, por la bajante, no pueden dedicarse exclusivamente a eso.
Aunque el contexto de bajante del río pareciera mejorar, los pescadores aguardan ayuda del Estado para poder continuar con su actividad económica. La próxima semana, se hará un estudio de peces en el Paraná para conocer el estado de la fauna. Los pescadores, en tanto, acompañan esta medida que les permitirá mejorar su actividad.
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