La comunidad mbya guaraní es una de las tantas poblaciones de personas nativas que habitan el territorio paraguayo. Aunque la Constitución les reconoce el derecho sobre las tierras que habitaron sus ancestros, deben enfrentarse cotidianamente a la expulsión y la falta de políticas que los amparen.
La última de numerosas escenas de violencia que debió sufrir la comunidad sucedió el pasado 18 de noviembre, cuando sometieron a 70 familias a un violento desalojo en el distrito de Raúl Arsenio Oviedo, Caaguazú.
Allí, los mbyas habitaron por siglos. La simbología de esas tierras es muy importante para ellos ya que, según su creencia, Caaguazú es el centro de la tierra (Yvy Mbuté) y es ahí donde nació el padre de todos los guaraníes, Pa’í Reté Kuaray.
Uno de sus miembros, Mario Rivarola, expresó recientemente a medios nacionales que los nativos siguen firmes en la lucha por reivindicar que son propietarios legítimos de las tierras de las que se los expulsó.
Asimismo, comenta la triste realidad de quienes son desalojados de su tierra natal, ya que deben permanecer en campamentos de comunidades cercanas, a merced de la bondad de las personas que los asisten.
¿Por qué les quitan sus tierras?
La comunidad mbya guaraní como las demás que son sometidas al violento e ilegal desalojo de sus tierras mencionan un mismo motivo; la venta por parte del Estado a capitales extranjeros para la explotación del suelo.
Un informe de Open Democracy señaló en diciembre que las tierras de las que fueron expulsadas las 70 familias se encontraba a nombre de un grupo de menonitas; una secta religiosa de origen europeo con fuerte presencia en Paraguay.
Lo cierto es que, durante el proceso de colonización de las tierras que abarcan el departamento de Caaguazú (entre otros), la venta de propiedades muchas veces ocurrió con la presencia de indígenas en ellas.
Con el pasar de los años y el desarrollo de políticas que favorecen a los compradores en contra de los habitantes originales, se produjo un éxodo masivo de indígenas de esa región y los mbyá guaraní perdieron la gran mayoría de sus tierras ancestrales.
Como el proyecto de usurpación de tierras en América Latina viene de larga tradición, señala el informe, las leyes han sido implementadas para proteger a los colonos.
De esa forma, los habitantes nativos de las tierras del distrito de Raúl Arsenio Oviedo recibieron el rol de invasores y los invasores el rol de víctimas de ocupación.
Abandonados por el Estado
Los pueblos nativos se encuentran amparados por la Constitución paraguaya; ella reconoce los derechos de las comunidades indígenas a tierras comunitarias, con extensión suficiente para que puedan vivir según sus tradiciones, además de prohibir el desalojo de indígenas.
Asimismo, los pactos internacionales firmados por Paraguay también estipulan que el país debe hacerse cargo de reubicar a personas desalojadas. Sin embargo, la gestión del actual Presidente Mario Abdo, como la de otros que lo precedieron, parece ser indiferente a estas normativas.
Esto le valió a la República Paraguaya numerosas condenas por parte de la Corte Internacional de Derechos Humanos (CorIDH), quien además otorgó una serie de medidas cautelares a favor de comunidades nativas.
En octubre del año pasado, el Comité de Derechos Humanos de la ONU condenó al Estado paraguayo por fallar en prevenir la contaminación de un territorio de los mbyá guaraní por pesticidas provenientes de plantaciones de las cercanías.
A pesar de esas condenaciones internacionales, Paraguay sigue avanzando en su agenda extractivista, con comunidades indígenas y campesinas reportando un aumento significativo en desalojos sin órdenes judiciales en los últimos meses.
Proyecciones desalentadoras para los mbyas
Si la política de extranjerización de tierras paraguayas continúa avanzando se teme que las últimas hectáreas que les pertenecen a los mbyá guaraníes en Caaguazú sean convertidas en plantaciones extranjeras.
Entre 2002 y 2020, Caaguazú perdió 40 % de bosque primario, según Global Forest Watch, lo que hace de él uno de los departamentos paraguayos que más sufre con la deforestación. El área alrededor de las tierras de la que fueron expulsadas las 70 familias mbyas está tomada mayoritariamente por plantaciones de soja.
Los beneficiados por este desalojo fueron propietarios alemanes, que están involucrados en el cultivo de soja en la región. Según el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), la misma situación de extranjerización de tierras y desplazamiento de comunidades nativas afecta hoy a otras regiones paraguayas como las de Alto Paraná e Itapuá.
Pedido de auxilio
Ante un Estado que parece ser indiferente a sus necesidades, numerosas comunidades mbyá se ven obligadas a manifestarse públicamente, desde hace tiempo, en la capital paraguaya.
El principal reclamo tiene que ver con el reconocimiento de la propiedad ancestral de las tierras de las que se los expulsó. Pero también integran esta lista la distribución de víveres, el reconocimiento de nuevos líderes de la comunidad mbya y la asistencia estatal por la pérdida de cultivos debido a la sequía que genera, por consecuencia, falta de alimentos.
Cabe remarcar que el 75% de la población mbyá se encuentra sumergida en la pobreza por lo que es esencial el rol del Estado. Si ambos factores, el de la expulsión de sus tierras y el de la pobreza no son atendidos a tiempo, se verá a estas comunidades nativas desaparecer por completo.
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