Hasta 1945, Francia y Gran Bretaña eran las mayores potencias económicas y militares en el mundo. Sin embargo, el mantenimiento de su hegemonía corría riesgo, cuando algunos de sus principales socios comerciales como Estados Unidos comenzaban a generar medidas proteccionistas en el interior de sus naciones.
En 1935, Juan Manuel de Rosas había impuesto en todo el territorio nacional la Ley de Aduanas, que también atentaba contra los intereses anglo-franceses porque aumentaba los costos comerciales.
Sumado a esto, en marzo Justo José de Urquiza derrotó al oriental Fructuoso Rivera. Si el territorio uruguayo se uniera al argentino significaría que un solo país controlaría la principal entrada marítima al continente. Por esta razón, Francia y Gran Bretaña impusieron un bloqueo al puerto de Buenos Aires hasta que no se proclamara la paz con la banda oriental.

Si bien las provincias federalistas habían cedido a Rosas la defensa de la patria como un gesto hacia un gobierno federal, para su segundo mandato, los gobiernos de algunas provincias generaron en su contra la “Coalición Norte”, a la cual algunos caudillos de Corrientes y Entre Ríos habían manifestado intenciones de unirse.
Francia y Gran Bretaña quisieron utilizar este conflicto para romper los intentos de proteccionismo soberano y poder comerciar sin mayores costos impositivos. Con sus nuevos barcos a vapor, que les permitía subir por los ríos sin necesidad del viento, intentaron entrar por el Paraná para comerciar con los caudillos sublevados con la intención de fortalecerlos y que, junto a Paraguay, pujaran para que Rosas levantara las restricciones.
El conflicto
Las fuerzas nacionales sabían que era casi imposible combatir a los invasores debido a superioridad bélica y tecnológica. Por eso, organizaron una estrategia con el objetivo de provocarles la mayor cantidad de daño posible en sus barcos de guerra y en los mercantes. De esta manera, sabrían que no iba a ser tan barato violar la soberanía nacional con sus fines comerciales.

En la localidad de San Pedro, provincia de Buenos Aires, el río Paraná se angosta y hace una curva en forma de «S» que dificulta la navegación.
Las tropas, comandadas por Lucio N Mansilla, junto a criollos, gauchos, indios, mulatos y mujeres, levantaron tres cadenas gruesas sobre 24 lanchones -de costa a costa- para impedir el paso de los barcos anglofranceses. De esta manera, además, podrían provocar bajas en soldados y marineros durante el tiempo en que tardaran en cortar las cadenas.

Al acabar las municiones, las fuerzas nacionales intentaron defender las cadenas lo más que pudieron. Finalmente, la invasión anglo-francesa logró quitar las cadenas y avanzar. En total, la contienda se llevó 250 vidas argentinas y 26 anglofrancesas.
Sin embargo, la contienda generó un renovado clamor nacional y popular que terminó esterilizando la intención europea de burlar la independencia económica del país. La estrategia militar y el resultado posterior fueron vitoreados por los defensores de la patria grande latinoamericana.
“Los interventores habrán visto por este échantillon que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca”, Gral. José de San Martín
A pesar de la derrota, la comitiva de Francia y Gran Bretaña regresaron sin cumplir los objetivo mercantiles. Los ingleses levantaron el bloqueo en 1847, mientras que los franceses lo hicieron al año siguiente. Los tratados de paz recién se alcanzarían en 1849 y 1850.
La firme actitud de Rosas durante estos episodios le valió la felicitación del general San Martín, y en un apartado especial de su testamento, le concedió su sable “como prueba de la satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla”
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