La suerte de las víctimas de abuso sexual en la infancia estuvo marcada hasta hace muy poco tiempo por una profunda injusticia de silencio, vergüenza y negación, que se sustentaba en una actitud social y cultural adulta que nos condenaba a los y las sobrevivientes a sobrellevar nuestro dolor como si fuese un pecado, constituyendo uno de los pocos delitos donde éramos las víctimas quienes debíamos cargar con un sentimiento de humillación.
Según una campaña pública del Consejo de Europa, nada menos que 1 de cada 5 niños, niñas y adolescentes sufren abuso sexual antes de cumplir los 18 años. Niños sin diferencias de clases ni de sectores sociales, siendo el 50 por ciento de todos los abusos de origen incestuoso.
Este hecho que nos obliga a tener que asumir que, de cada 10 personas que conocemos, 2 han sufrido abuso sexual en su infancia. Y a uno/a de ellos/as lo abusó un familiar cercano.
Dicha estadística demuestra lo difícil que resulta, la mayoría de las veces, poder hablar de esos dolores de infancia aún décadas después de ocurrido el abuso sexual.
Asimismo, es una situación envuelta en una sociedad adulta que no favorece el conversar sobre estos temas; nos lleva a la cruel realidad de la repetición, generación tras generación, de los daños a los más vulnerables y sagrados: niños, niñas y adolescentes.
La lucha comienza desde adentro
Para combatir contra esta inaceptable situación, en el año 2012 nace en la Ciudad de Buenos Aires nuestra asociación civil: Adultxs por los Derechos de la Infancia
Esta asociación civil es resultado del encuentro de los caminos de dolor y construcción colectiva de Silvia Piceda y Sebastián Cuattromo, dos sobrevivientes adultos/as del delito de abuso sexual en la infancia.
Entendimos que este crimen no es un tema de mala suerte, ni de vergüenza, ni es un supuesto problema individual o de familia: es una cuestión de una clara trascendencia e implicancia colectiva, siendo el silencio social y cultural el mayor cómplice de los/as abusadores/as.
La historia de Sebastián y Silvia
En aquel 2012, Sebastián venía de lograr el juicio y la condena penal del abusador de su infancia (el ahora ex hermano marianista y docente Fernando Picciochi) más de veinte años después de ocurridos los abusos. En tanto, Silvia se encontraba armando grupos de ayuda de Pares para mamás que como ella intentaban proteger a sus hijos e hijas de progenitores abusadores.
Y por ese hermoso sueño de querer ayudar a los demás, desde hace 8 años los/as Adultxs por los Derechos de la Infancia llevamos adelante por toda Argentina la hermosa tarea de visibilizar el delito de abuso sexual contra la infancia en los más diversos ámbitos públicos y comunitarios (por lo que llevamos recorridos más de 190.000 km), al tiempo que también sostenemos y promovemos grupos de ayuda de pares para sobrevivientes adultos/as y adultos/as protectores/as de niños/as víctimas en el presente, reuniéndonos todos los sábados de 15 a 17 horas de manera ininterrumpida, y desde el inicio de la actual pandemia por medios virtuales.
Adultxs en el NEA y en el resto del país: un viaje por la sanación
Adultxs por los Derechos de la Infancia lleva recorridos más de 190.000 kilómetros, realizando encuentros con víctimas y familiares de todo el país.
Nuestro espacio de Encuentro Solidario de Pares nos ha llevado a recorrer prácticamente todo el país. Hemos tenido la oportunidad de tener una formidable ocasión en Chaco, más precisamente en una charla brindada en la Casa de las Culturas, donde compartimos nuestros testimonios de dolor y lucha y dialogamos con la comunidad local.
La pandemia también nos limitó: estamos aguardando que el nuevo contexto permita poder retomar las visitas planeadas a las provincias del Noreste. Si bien durante este periodo recibimos muchos mensajes y mantuvimos charlas con formoseños, misioneros y correntinos, nuestra esperanza es poder visitar sus escuelas, universidades, centros culturales y barriales en breve.
Estamos convencidos/as de que sólo siendo empáticos con el/la niño/a que fuimos, y con los dolores y abusos que ese niño/a sufrieron, podemos transformarnos en adultos/as sensibles y protectores/as de la infancia del presente, para así poder hacernos cargo de la urgente y maravillosa obligación adulta de que «para criar a un niño hace falta una aldea«.
Por eso te queremos invitar, con enorme esperanza, a que te sumes a nuestro camino colectivo, ya sea para colaborar con tu granito de arena como asociado/a a nuestra asociación civil, como para compartir dolores, experiencias y búsquedas.
También podés contactarte con nosotros vía mail y en nuestras redes sociales: Facebook, Instagram y Twitter.