En el siguiente artículo, el economista Rubén Serruya analizó el trasfondo del giro de J.P. Morgan (el mayor banco de Estados Unidos y uno de los más influyentes del mundo), que recomendó desarmar posiciones en pesos y alejarse del carry trade o «bicicleta financiera» en Argentina. El informe, que marca un quiebre con el optimismo previo, deja en evidencia la fragilidad del esquema económico oficial, especialmente en lo que refiere a la acumulación de reservas y la vulnerabilidad frente a la incertidumbre política y cambiaria.
El fin de la tregua
Después de varios meses de respaldo implícito a las políticas económicas del Presidente Javier Milei, el J.P. Morgan – banco más grande de Estados Unidos y una de las mayores empresas financieras del mundo – sorprendió al mercado con un informe en el que recomienda desarmar posiciones en pesos y migrar hacia activos dolarizados o ajustados por inflación. Esta señal no pasó desapercibida ni en los despachos oficiales ni entre los inversores.
El documento, que se titula «Tomándose un respiro», marca un quiebre respecto al optimismo que el banco había mostrado en abril, cuando alentaba el «carry trade» o «bicicleta financiera», en moneda local. Hoy, ese entusiasmo se diluye y da paso a una mirada mucho más cauta frente al escenario político, fiscal y cambiario que enfrenta la Argentina.

Ruido político y dólar planchado
El principal motivo del cambio de postura es, según el informe, el «ruido electoral» que podrían generar las elecciones de octubre. Una eventual pérdida de capital político empujan a los analistas a refugiarse en instrumentos más seguros. A esto se suma una creciente presión sobre las reservas internacionales. La liquidación del agro alcanzó su pico estacional, el turismo genera una salida neta de divisas —más de u$s3.500 millones en el primer trimestre— y el Banco Central debió intervenir en el mercado de futuros por alrededor de u$s1.500 millones solo en junio.
Además, el rendimiento del carry trade ha perdido atractivo. Las Lecaps, que en abril ofrecían tasas del 40 % anual, ya no compensan el riesgo implícito. Si bien la inflación continúa en descenso —1,5 % en mayo—, el temor a una devaluación o un ajuste cambiario repentino está latente.
Recomendaciones y reacción oficial
El informe sugiere desarmar posiciones en pesos, para priorizar instrumentos en dólares o ajustados por CER, y mantener una cartera líquida hasta que se despejen las dudas políticas. También reconoce avances como el superávit fiscal primario (0,8 % del PBI acumulado) y la desaceleración de precios, pero advierte que esos logros no alcanzan si las reservas netas siguen frágiles.
Fuentes oficiales confirmaron que el Gobierno tomó nota del informe y hubo contactos con el banco para matizar su impacto. En Economía temen que esta señal marque el inicio de una salida masiva de capitales, algo que podría comprometer la estabilidad financiera justo antes de una elección clave.

El fantasma de 2018
El giro de J.P. Morgan revive recuerdos de 2018, cuando la fuga de capitales dejó sin margen al gobierno de Mauricio Macri. Entonces, el dólar duplicó su valor en pocos meses, se disparó el riesgo país y se frustraron los objetivos de estabilidad. Si bien la coyuntura actual es distinta, los inversores no olvidan lo que ocurre cuando se desarma el carry sin respaldo genuine, es decir, con escases de dolares.
Perspectivas y desafíos
En el cierre del informe, el J.P. Morgan no descarta volver a una posición positiva más adelante, pero subraya la necesidad de mayor certidumbre institucional, política y cambiaria. La frase que mejor resume el sentimiento del mercado es sencilla: «la inflación bajó, pero la confianza no está asegurada».
En definitiva, la advertencia es clara: sin reservas robustas, sin dólares genuinos, y con un escenario político incierto, el mercado puede dar vuelta la página más rápido de lo que el Gobierno espera.
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