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Miércoles 16 de julio de 2025
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¿Quién se lleva el PIB? El crecimiento argentino que no llega a los trabajadores

El PIB argentino creció 5,8% interanual según el INDEC, pero el desempleo subió al 7,9% y los trabajadores deben hacer más horas extras para mantener su poder adquisitivo. Una radiografía de los números que el Gobierno no cuenta.

El PIB argentino creció 5,8% interanual según el INDEC, pero el desempleo subió al 7,9% y los trabajadores deben hacer más horas extras para mantener su poder adquisitivo. Una radiografía de los números que el Gobierno no cuenta.

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Los números parecen contradictorios, pero no mienten. Argentina registró en el primer trimestre de 2025 un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del 5,8% interanual, según informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Sin embargo, detrás de esta cifra que el Gobierno celebra como un éxito de gestión, se esconde una realidad laboral que pinta un panorama completamente distinto: el desempleo creció al 7,9%, los salarios reales se mantienen deprimidos y los trabajadores se ven obligados a multiplicar sus horas laborales para no perder poder adquisitivo.

La pregunta que surge es inevitable: si la economía crece, ¿por qué los trabajadores están peor? La respuesta se encuentra en los detalles de esos mismos números oficiales que el oficialismo prefiere no mencionar.

El crecimiento que no se siente

El incremento del PIB del 5,8% interanual coloca a Argentina como una de las economías de mayor crecimiento mundial, según las proyecciones de la OCDE, que estima que el país tendrá el segundo mayor repunte global en 2025 con un 5,7%, solo por debajo de India. Los sectores que más traccionaron este crecimiento fueron la intermediación financiera (27,2%), la pesca (11,6%) y la hostelería (9%).

Sin embargo, este crecimiento se concentró en sectores específicos y no se tradujo en una mejora generalizada del mercado laboral. Al contrario, los indicadores de empleo muestran un deterioro preocupante que contradice la narrativa oficial del éxito económico.

 

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El desempleo que rompe la ilusión

La tasa de desocupación saltó al 7,9% en el primer trimestre de 2025, marcando un aumento de 1,5 puntos porcentuales respecto al 6,4% del último trimestre de 2024. En números absolutos, esto significa que aproximadamente 1.800.000 personas buscan empleo sin éxito, unas 70.000 más que el año anterior.

El dato es más grave cuando se analiza su distribución: las mujeres enfrentan una tasa de desocupación del 9%, mientras que entre los hombres se mantiene en 7%. Los jóvenes de entre 14 y 29 años son los más golpeados, con la desocupación juvenil femenina subiendo 1,9 puntos y la masculina 1 punto.

Geográficamente, el Conurbano bonaerense presenta la situación más crítica con un 9,7% de desempleo, concentrando el 45% de los desocupados del país. Una realidad que contrasta fuertemente con los números macroeconómicos que el Gobierno exhibe como logros.

La precarización que esconden las estadísticas

Pero el problema no se limita al desempleo. La calidad del empleo también se deteriora aceleradamente. La informalidad laboral escaló al 36,3%, con un aumento de 0,6 puntos porcentuales respecto al primer trimestre de 2024. Paralelamente, la proporción de trabajadores registrados con descuentos jubilatorios disminuyó un 2,5% interanual.

El cuentapropismo creció un 0,8% en un año, alcanzando al 10,5% de los ocupados. Desde la consultora LCG señalan: «Cada vez más personas deben recurrir a changas o múltiples empleos informales para sostenerse. Es un retroceso en términos de derechos laborales«.

Esta precarización laboral explica en parte por qué el crecimiento económico no se refleja en una mejora de las condiciones de vida de los trabajadores. La economía crece, pero lo hace sobre la base de empleos de menor calidad y menores garantías.

El engaño de los salarios que «suben»

El ministro de Economía, Luis Caputo, y el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, han afirmado repetidamente que el salario real del sector privado registrado aumentó por encima de la inflación. Sin embargo, un informe del Programa de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (CETyD) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) revela la trampa detrás de estos números.

Los trabajadores no están cobrando más porque hayan aumentado sustancialmente sus salarios, sino porque están trabajando más horas. Mientras los salarios negociados en paritarias se mantuvieron relativamente estables o incluso cayeron, los salarios efectivamente cobrados crecieron un 9% debido al aumento del 5% en las horas trabajadas por cada empleado.

«Los salarios negociados en paritarias entre empresas y sindicatos se mantuvieron relativamente estables entre septiembre de 2024 y febrero de 2025. Pero en simultáneo, los salarios que efectivamente cobraron los trabajadores crecieron 9% durante ese mismo período«, enfatiza el informe de la UNSAM.

salario
Si se mide en base a las paritarias, los salarios de hecho han bajado entre septiembre del año pasado y marzo de este año.

El pluriempleo como estrategia de supervivencia

La realidad laboral argentina se ha transformado dramáticamente. Según el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP), 2,4 millones de personas tienen más de un trabajo, dedicando en promedio 16,8 horas por día a sus actividades laborales. El 12,4% de los ocupados tienen más de un empleo, el valor más alto desde que comenzó a medirse en 2016.

Entre el cuarto trimestre de 2023 y el mismo período de 2024, el tiempo semanal promedio dedicado por los pluriempleados pasó de 65 a 84,5 horas semanales, casi 20 horas más. Como explica el economista Claudio Lozano: «Hoy el trabajo se apropia de nuestro tiempo de vida. La expansión de modalidades flexibles y precarias normaliza jornadas extenuantes«.

La paradoja es brutal: mientras se conmemora el Día Internacional del Trabajador recordando la lucha por la jornada de 8 horas, millones de argentinos trabajan más del doble para no caer en la pobreza.

 

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Una distribución desigual del crecimiento

Los datos revelan que el crecimiento económico argentino tiene características muy específicas. La formación bruta de capital fijo se incrementó un 31,8% anual, impulsada por aumentos en maquinaria y equipo (48,9%) y equipo de transporte (74,7%). Las exportaciones crecieron un 7,2% anual, mientras que las importaciones se dispararon un 42,8% interanual.

Sin embargo, este crecimiento se concentra en sectores de alta productividad y capital intensivo, como la intermediación financiera, que no necesariamente generan empleo masivo. Mientras tanto, sectores más intensivos en mano de obra, como la administración pública (-1,2%) y la salud y el trabajo social (-0,6%), muestran retrocesos.

La pregunta incómoda

Los números oficiales plantean una pregunta incómoda para el oficialismo: ¿de qué sirve un crecimiento económico que no mejora la vida de los trabajadores? La respuesta parece estar en la naturaleza misma de este crecimiento, concentrado en sectores que benefician principalmente al capital financiero y a las empresas exportadoras, mientras la mayoría de la población trabajadora ve deteriorarse sus condiciones laborales.

Argentina enfrenta así la paradoja de una economía que crece en términos agregados pero se empobrece en términos distributivos. Un modelo que celebra el PIB mientras ignora a quienes, con su trabajo, lo hacen posible. La pregunta ya no es si la economía crece, sino quién se beneficia realmente de ese crecimiento.

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