En conmemoración a su 25vo aniversario, el equipo de la Fundación ProYungas se encuentra realizando un recorrido que lo lleva a penetrar los paisajes del Norte Grande Argentino que dieron en llamar “Travesía Capricornio”. Iniciando el 5 de mayo en la Puna Jujeña, se proponen atravesar en bote y a pie las provincias de Jujuy, Salta, Formosa, Chaco, Corrientes y Misiones para finalizar el recorrido en las Cataratas del Iguazú durante el mes de septiembre.
De acuerdo a Alejandro Brown, presidente de la fundación, el recorrido les permite tener un acceso diferente, más informal y a la vez más profundo al territorio, esperando que esto contribuya a generar proyectos y propuestas que tengan el objetivo de potenciar a la región, su ambiente, su gente y sus actividades.
En concreto, Brown aseguró en diálogo con NEA HOY que a lo largo de la travesía han tomado contacto con varios grupos de pueblos originarios, incluyendo pueblos wichí, tobas y pilagá de la región chaqueña y, adentrándose en la mesopotamia, esperan también encontrarse y compartir con poblaciones guaraníes.
“Estas poblaciones desarrollan distintas estrategias y actividades productivas, generalmente basadas en la supervivencia en entornos desfavorables y con recursos, tecnología y capacidades técnicas marginales”, explicó, “esas son cosas que hay que tener en cuenta siempre que se quiera comparar y poner en la balanza la actividad productiva de unos grupos con otros”.
Y además, agregó que “Lo que sí hemos visto a lo largo de esta travesía con los distintos grupos y comunidades que hemos interactuado es que todas buscan activamente formas de progresar, eso está en su necesidad, en su interés, pero evidentemente un estímulo externo a ésto”.
Comunidades y Paisajes Productivos Protegidos
La Fundación ProYungas cuenta en su historial con varios ejemplos de cómo, a través de estos estímulos externos, puede lograrse un salto cualitativo en estas estrategias productivas.
A través del programa Paisajes Productivos Protegidos, vienen propiciando vínculos entre pequeños, medianos y grandes productores de distintas zonas del Norte Grande con las comunidades locales, propiciando el intercambio de experiencia, capacidad técnica e insumos.
Entre los ejemplos de proyectos productivos en los que participó la fundación con comunidades originarios, Alejandro Brown mencionó el trabajo que realizaron con grupos de comunidades collas en la provincia de Jujuy, para generar un emprendimiento de ecoturismo que pone en valor las yungas. Esto dió lugar a la construcción de alojamientos y lugares para comer alrededor del parque nacional Calilegua, de las aguas termales del río Jordán y del propio bosque yungueño.
En Formosa, la fundación trabajó con comunidades Pilagá alrededor del Bañado La Estrella, potenciando grupos de mujeres en la producción y comercialización de artesanías así como en la proyección de su crecimiento y la sustentabilidad de la obtención de materia prima basada en el carandillo.
Así también, en Ingeniero Juárez trabajaron para establecer vínculos entre los productores criollos de ganadería de monte y las familias wichí de la zona, tanto en el trabajo ganadero como en la recolección de chauchas para la producción de harina de algarrobo.
“Creo que el Norte Grande debe generar más y mejores vínculos entre los productores formales y las comunidades locales”, aseguró Brown, “y esto es por dos motivos: el primero es un motivo humano, de colaboración entre distintos grupos, y el segundo es que a través de estos vínculos se logra una mayor sustentabilidad de la actividad productiva, ya que reduce los conflictos que puedan surgir”.
Además, Alejandro Brown recalca el valor agregado que surge cuando la actividad productiva mantiene vínculos con las comunidades locales, generando una visión positiva que hoy es muy importante en el mercado mundial. “Creo que tanto la vinculación con el medio ambiente y con las comunidades locales de los sistemas productivos son la clave para fortalecer la ubicación de los productos argentinos en el mundo”, sugirió.
Tierras productivas, tierras originarias
Cuando se le preguntó sobre la idea concebida de un mayor reconocimiento del derecho de los pueblos originarios sobre sus tierras ancestrales significaba menos tierra para los productores, Alejandro Brown descartó que esto pudiese tener un impacto real en la calidad ni el potencial productivo del Norte Grande.
“En términos reales, lo que las distintas provincias pueden llegar a reconocer como tierras de las comunidades no llega en ningún caso al 10% del territorio, y por lo general se trata de territorios muy marginales, como montañas, humedales o lugares que de todos modos tienen poca aptitud agropecuaria”, opinó el presidente de la fundación ProYungas.
“Pensándolo así, el Estado puede otorgar tierras a estas comunidades y reconocer sus derechos sobre las tierras ancestralmente ocupadas con la convicción de que eso no va a afectar ni la calidad ni el potencial productivo del Norte Grande”, concluyó.
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