Hace muchos años, un sketch del conocido grupo cómico musical Les Luthiers hacía una parodia de la organización de un nuevo gobierno de facto militar. Todos los cargos de los ministerios eran ocupados por personas de rimbombantes jerarquías militares y apellidos ilustres, hasta que se llegó al Ministerio de Educación y se anunció que el cargo sería ocupado por …el Cabo Primero Anastasio López…
Esta parodia, con la necesaria aclaración que ahora se trata de un gobierno elegido democráticamente y que tiene todo el derecho constitucional de refuncionalizar el Estado, viene a colación porque gran parte de los “cargos importantes” están cubiertos en muchos casos por personas conocidas e idóneas…¿Y Ambiente? El área será absorbida por el Ministerio del Interior y quien la ocupará está más relacionada al turismo que al tema medioambiental.
Este destrato, que va en la dirección opuesta a la tendencia global que implica más compromisos y fortalecimiento de una agenda ambiental que nos asegure un camino más transitable hacia el futuro, se basa en la conocida dualidad entre desarrollo y salud ambiental, mostrándose erróneamente como que es una cosa u otra. Y acá claramente hay responsabilidades compartidas entre el ambientalismo, la ciencia y la militancia política e ideológica, que sembraron contradicciones donde no las hay.
La producción necesita en muchos aspectos de la naturaleza (agua, regulación climática, polinizadores, fertilidad, control de plagas) y la naturaleza por otra parte necesita de la producción para asegurarse un lugar adecuado en el futuro. Clima, biodiversidad, producción son parte interactuantes de la fórmula que nos garantiza la vida en este planeta.
Sin embargo, hemos utilizado con demasiada fuerza y frecuencia al ambiente para golpear a la producción, para poner “palos en la rueda” a procesos virtuosos que podrían y pueden generar los recursos económicos y la inclusión social en territorios marginales, en términos de calidad de vida en nuestro país.
La Argentina, por su enorme superficie, reducida población, limitado acceso a energías y por una cultura rural apegada al patrimonio productivo y natural, puede mostrar con creces que producir rentablemente y conservar la naturaleza es una realidad tangible a lo ancho y largo de nuestro territorio.
La creación de una Secretaría de Estado de “Bioeconomía” es un gran paso en esa dirección, que estará poblada de funcionarios idóneos y confiables. Desde ese espacio se podrá mostrar y potenciar la necesaria sinergia entre lo productivo y lo ambiental y esperamos que desde esta experiencia lo “Ambiental” vaya tomando fuerza y jerarquía institucional nuevamente.
Más allá de la discusión de si el Cambio Climático está influenciado directamente o no por la actividad humana, es justo reconocer que debemos adaptarnos a su dinámica, cuestión que se va complejizando con el crecimiento poblacional y la ocupación del territorio. Pero también uno de los desafíos como argentinos es que nuestros productos sigan encontrando y manteniendo mercados en el mundo y la ubicación de estos dependerá de qué tan bien podamos mostrar responsabilidad ambiental y social en su producción.
Nada debe detenernos, debemos crecer económicamente, tenemos tremendas oportunidades en ciernes, no dejemos que la experiencia pasada en la gestión de lo ambiental nos distraiga.
No visualizamos la conservación de la naturaleza sin las actividades humanas: la naturaleza necesita de más y mejor producción y esta producción en alianza con la preservación ambiental nos permitirá salir del profundo hoyo económico donde nos encontramos. No es con menos ambiente que encontraremos este camino virtuoso, sino todo lo contrario.
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