El ministro Caputo está furioso. Las cosas no están saliendo como esperaba. La plata no aparece. El mundo árabe no presta por el alineamiento con Israel, China por la acumulación de agravios, el FMI por la sobreexposición de cuota y el banco Mundial, el BID y la CAF por la suspensión de los proyectos de infraestructura.
Milei le reprocha a Caputo que no le cumplió su promesa de conseguir 15 mil millones de dólares para levantar el cepo, requisito ineludible para ir a una economía abierta y de mercado como prometió el libertario.
El dibujo del superávit a fuerza de postergar pagos estalló con las energéticas que le rechazaron el bono que les quiso meter el ministro por la deuda acumulada y Caputo entró en emoción violenta. «Son unos ladrones, se la llevaron toda, los voy a destruir», grita en la intimidad.
La misma furia dedica a las Pymes a las que acusa de no bajar los precios. «Los voy a fundir, los voy a tapar de importaciones chinas», amenaza. ¿Pero qué le pasa el ministro para que este tan sacado?
Caputo se enteró que Milei prepara su reemplazo. Las inconsistencias que genera la falta de un plan de estabilización empiezan a notarse y no queda para nada claro que tiene pensado hacer para evitar la depresión económica a la que parece encaminarse el país.
Pero la inestabilidad emocional del ministro está cruzada por temas más escabrosos y arrastra al jefe de Gabinete, Nicolás Posse.
Semanas atrás, Milei se peleó feo con quien hasta ese momento era su ministro más importante. Una señal de su alejamiento del corazón del poder fue la negociación de la ley ómnibus en Diputados, donde lo reemplazó el asesor Santiago Caputo, que además empezó a avanzar sobre áreas que controlaba el jefe de Gabinete, como la AFI.
Santiago Caputo y Karina Milei detectaron que se armó un eje entre Toto Caputo y Posse que incluye manejo de fondos de empresas públicas, que todavía controla el jefe de Gabinete a través del supersecretario Mauricio González Botto.
Cuando la hermana presidencial y el todopoderoso asesor quieren acceder a fondos para, digamos, hacer política, estos nunca llegan. Pero detectaron que los que instrumenta Posse aparecen con puntualidad suiza.
Se cruzan así dos grupos de operadores distintos en la cúpula del poder, en la administración de temas delicadísimos que vinculan función pública con compromisos asumidos con empresarios y dirigentes políticos. Tensiones habituales en todos los gobiernos, que por lo visto, el ministro de Economía no está logrando procesar con tranquilidad.
Fuente: La Política Online.
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