Brasil, al contrario de la Argentina (salvo en Misiones y Salta), vacunó durante el brote de dengue. Las cifras que el jueves pasado brindó la Organización Panamericana de la Salud (OPS) sobre casos y muertes en ese país lo ubican con una tasa de letalidad casi tres veces menor que la local. Allí hubo hasta el momento unos 3 millones de casos registrados y 750 muertes, lo que indica una letalidad del 0,025 por ciento. En nuestro país, en cambio, la letalidad hasta el momento es del 0,071 por ciento.
El fuerte comunicado que publicó en las últimas horas el Ministerio de Salud de la Nación, en el que le sigue echando tierra a la vacuna contra el dengue, parece ser el corolario de una política oficial clara: encontrar el argumento, sea robusto o no, a fin de seguir pateando la pelota para adelante.
Varias provincias tomaron nota de este patrón y, teniendo en cuenta la crisis sanitaria que atraviesan, con enfermos graves y muertes en el marco de la actual epidemia récord, decidieron cortarse por su cuenta para acceder a la vacuna Qdenga sin esperar los tiempos que maneja el Gobierno libertario.
Comunicado de prensa.
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— Ministerio de Salud de la Nación (@msalnacion) APRIL 2, 2024
A pesar de que la Comisión Nacional de Inmunizaciones (Conain) le recomendó a la Nación utilizar el fármaco de manera focalizada en algunos territorios endémicos y segmentada por edad, en el comunicado de este martes el Ministerio que conduce Mario Russo afirmó que seguirán estudiando el tema sin apuro.
En ese mismo texto justificaron la actitud como una forma de no ceder a supuestas presiones mediáticas, políticas y empresarias para que la vacuna sea implementada. Todo eso sucede mientras el último Boletín Epidemiológico Nacional dio cuenta de más de 180 mil casos registrados y 129 muertes por dengue.
En Argentina ya hay el doble de decesos que la temporada 2022-23, que hasta ahora tenía el récord histórico. Y nadie tiene del todo claro hasta dónde puede llegar este año el impacto de la epidemia. La vacuna, precisamente, tiene como objetivo mitigar la enfermedad grave y la muerte por dengue, tal como lo corroboró el ensayo clínico y rubricado por la ANMAT en abril de 2023.
En aquellos distritos donde el dengue quema, a los gobernadores no les queda más alternativa que empezar a tomar el mosquito por las astas, sin esperar a que el gobierno de Javier Milei se decida a habilitar o no la vacuna en función de -presumiblemente- sopesar la salud de las cuentas fiscales con la de la población.
Concretamente, a las provincias de Salta y Misiones, que ya venían aplicando la vacuna desde mediados de enero en algunas localidades, se sumó Corrientes. Además, otras provincias del norte también tienen interés en avanzar con una compra, aunque todavía no lo han hecho.
La Conain dio a conocer la semana pasada el acta con el que avaló la utilización de la vacuna contra el dengue como una herramienta de salud pública. Sin embargo, el Gobierno en su comunicado se preocupó por seguir desacreditando el fármaco, incluso comparándolo con la vacuna de otro laboratorio que en el pasado no dio los resultados esperados.
Otro de los argumentos que sigue sosteniendo el oficialismo es que la vacuna no sirve para frenar los brotes de dengue, sin reparar en que hay determinadas zonas del país en las que -si bien en esta época los casos pueden subir- hay dengue todo el año.
Y en ese hecho está, justamente, la causa de que la enfermedad -quieran verla o no- se haya transformado en otro tipo de amenaza en Argentina. Una amenaza mucho más peligrosa que, lamentablemente, llegó para quedarse.
Fuente: Clarín
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