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Viernes 03 de mayo de 2024
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Rondas de masculinidades, un espacio de reflexión para los varones de Posadas

Las rondas de masculinidades son espacios de reflexión, mayormente destinada a varones, sobre la influencia de los mandatos y estereotipos de masculinidad tienen en los vínculos que construimos. Estos espacios se popularizaron entre el 2015 y el 2018 a partir de las demandas de movimientos feministas.

Las rondas de masculinidades son espacios de reflexión, mayormente destinada a varones, sobre la influencia de los mandatos y estereotipos de masculinidad tienen en los vínculos que construimos. Estos espacios se popularizaron entre el 2015 y el 2018 a partir de las demandas de movimientos feministas.

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Las rondas de varones, o rondas de masculinidades, son encuentros participativos en donde los integrantes piensan y reflexionan sobre los estereotipos y mandatos de la masculinidad, sus roles en la reproducción, complicidad o consentimiento de violencias y la forma de generar vínculos desde una masculinidad desde una perspectiva no violenta y del cuidado.

Estos se popularizaron entre el 2015 y el 2018, cuando los varones de algunas agrupaciones tomaron las demandas de los movimientos feministas de generar espacios de reflexión sobre la forma en que estos mandatos estaban vinculados con la violencia hacia las mujeres. Así, se fueron construyendo vínculos institucionales en algunos municipios y provincias en donde se organizaban rondas de masculinidades dirigidas a varones acusados de haber ejercido violencia.

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Así también, se fueron abriendo iniciativas más abiertas, dirigidas a los varones que se sientan interpelados por la necesidad de reflexionar sobre los mandatos y estereotipos que incorporaron desde su crianza para deconstruirlas y generar nuevos. Estos, sin embargo, son menos comunes, ya que la mayoría de los varones están criados para ver sus propias vulnerabilidades como formas de debilidad.

En Posadas, uno de los espacios que desde hace varios años intenta servir como grupo de reflexión de las distintas formas de masculinidad lo lleva adelanta el pedagogo Roberto Grismeyer, quien además abrió un taller destinado a personas que trabajen en instituciones educativas con niños y adolescentes. 

En diálogo con NEA HOY, Grismeyer explicó que él también empezó a interesarse por las rondas de masculinidades en el 2018. “En ese momento me topé con una publicación de Varones Antipatriarcales que hablaba de algo muy polémico en aquel momento que era la participación de los varones en las marchas y las posiciones que tenemos a la hora de acompañar al movimiento feminista, que tipo de propuesta generar, que tipo de protagonismo es nesesario construir” explicó.

Y lo que terminaba planteando Varones Antipatriarcales era la necesidad de generar espacios de interpelación activa, rondas de reflexión, espacios desde el cual ayudar a tener más compañeras en las marchas”, continuó.

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A partir de estas experiencias Grismeyer se fue empapando de las metodologías que se aplicaban en las rondas y fue parte de algunas iniciativas que, por fuera de los espacios de militancia, organizaron rondas dirigidas a varones

Sobre esto, Roberto nombra a rosarino Luciano Fabbri como ejemplo, ya que desde su formación en Ciencias Políticas fue aplicando las rondas desde el ámbito público de la provincia de Santa Fé, generando también mecanismos desde el Programa Masculinidades por la Igualdad que pueden ser replicados en otras partes del país.  

Así también, Grismeyer generó espacios de reflexión abiertas a la comunidad, para varones que también se sintieran interpelados por esta búsqueda por reflexionar sobre los mandatos y estereotipos de masculinidad que venimos acarreando desde la infancia.

Hay un montón de conductas que tenemos porque responden a una necesidad casi formativa de reafirmar la masculinidad a través de las prácticas de virilidad”, explica el psicopedagogo, “esto responde a un proceso de vincularse con los otros varones, donde hay expectativas, hay mandatos, hay una construcción psíquica que es muy particular en los varones”.

Espacios incómodos

De acuerdo a Grismeyer, las rondas de masculinidades están destinadas a cualquier varón que tenga un interés serio en hacer una revisión de sus prácticas con una perspectiva de género. Esto hace que el espacio sea por definición incómodo, ya que los hombres no estamos acostumbrados a participar de espacios en donde la cuestión emocional o personal tome éste protagonismo.

 

En nuestra enseñanza y toda nuestra participación social se han pensado muy pocos lugares que sirvan como espacios de apertura emocional”, aclara, “pensemos en nuestros lugares de sociabilidad, los clubes de deporte, por ejemplo, quizás no eran espacios en donde uno se sintiera seguro para expresar sus emociones y hasta a veces uno era disciplinado con insultos por los otros compañeros si expresaba cierta vulnerabilidad”. 

 “Esto hace mella en la personalidad de uno”, continuó Grismeyer, “al punto de pensar que los sentimientos son algo confinado a la vida privada, y no nos sentimos cómodos en un lugar donde tengamos que expresar y revisar estos sentimientos”.

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En el ámbito educativo

Con el objetivo de multiplicar los espacios de reflexión o de brindar herramientas a personas que trabajan en educaciones educativas para reconocer y no reproducir estos mandatos, éste año también brindó un taller destinado a gente que se desempeñaba en estas instituciones o en espacio de trabajo con varones, niños o adolescentes.

Esto es porque se reconoce a estos espacio formativos de la niñez y la adolescencia como lugar primordial donde los varones construyen su vínculo con otros varones. Sobre esto, Grismeyer cita al antropólogo Matías de Stefano Barbero, que investigó al bullying en las escuelas como mecanismo de disciplinamiento a aquellos chicos que no se adecúan a los mandatos normativos de la masculinidad hegemónica.

Este taller, entonces, brinda a los profesionales herramientas para reconocer éste tipo de vínculos y para construir espacios donde estos varones puedan reflexionar sobre los mismos, pudiendo utilizar estos mecanismos para desarmar estas formas de violencia y posibilitar que los propios varones  tengan más y mejores herramientas reflexivas a la hora de observar las violencias que reproducen.

 

Es necesaria la interpelación porque no hay mucha data sobre cómo el varón reproduce dinámicas, creo que el discurso general está en que el varón tiene privilegios y hace ejercicio de violencia pero eso nos lleva a una posición de, o soy violento o no lo soy y no tener nada que ver con eso”, explicó.

Entonces a la hora de abordar cuestiones institucionales institucionalmente también es más difícil si uno no aprende a identificar los microcomportamientos o las cosas que uno hace y van favoreciendo estas dinámicas”, y agregó que “entonces si minimamente pretendemos generar instituciones más igualitarias tenemos que saber cómo estamos formados y qué reproducimos, y así fueron pensados los talleres”.

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