Las dramáticas escenas de los incendios en la Provincia de Corrientes se vuelven a repetir este verano: las poblaciones rurales y urbanas vuelven a ser víctimas de las olas de humo y amenazadas por un fuego que no da tregua. Un gran porcentaje de la fauna y flora autóctona corre peligro por las llamas y, una vez más, el fuego invade la Reserva Natural.
Al parecer, los esfuerzos del Gobierno local por evitar las quemas mediante prohibiciones no bastan. Es que, aunque muchas veces el surgimiento de los incendios tiene que ver con la responsabilidad humana, otros factores también entran en juego, como las altas temperaturas, la sequía prolongada y, el aspecto más señalado, la falta de regulación de los humedales que son utilizados por el sector productivo o para negocios inmobiliarios.
El golpe de la sequía y el caso de Corrientes y Misiones
No es un dato menor el que proporcionó un informe del Sistema de Información Sobre Sequías para el Sur de Sudamérica (SISSA) respecto a la situación del país y la región al 5 de enero. El 54,48% del territorio presentaba diversos niveles de sequía que se distribuyen de esta manera: anormalmente seco, 8,90%; sequía moderada, 22,19%; sequía severa, 14,39%; sequía extrema, 7,43%; sequía excepcional, 1,57%.
La comparación más significativa tiene que ver con la situación del territorio correntino y el misionero, este último, de características muy similares en cuanto a vegetación y humedales a Corrientes, pero con una situación mucho más positiva en materia de incendios y sequía.
Al observar el mapa que registra la cantidad de agua útil en el perfil del suelo de la región Misiones aparece pintada de verde y amarillo en medio del naranja intenso de las demás provincias. Esto significa que posee la mayor cantidad de agua aprovechable para cultivos.
Dicha situación tiene que ver con un aspecto clave y es que la provincia se asienta sobre un colchón de agua como es el Acuífero Guaraní, posee vasto territorio cubierto de bosque y selva (el 51% de la biodiversidad de Argentina está en la tierra colorada), su suelo se diferencia de los de las otras provincias, así como su tratamiento. La agricultura intensiva, por ejemplo, no forma parte del menú de la tierra colorada.
Sin embargo, Corrientes también se encuentra sobre el Acuífero Guaraní, pero, a diferencia de Misiones, posee muy bajo porcentaje de árboles en su territorio, lo que tiene como consecuencia, entre otras cuestiones, convertirse en terreno fértil para incendios, como se pudo observar desde hace un año.
Mientras tanto, la población local vuelve a someterse a la inhalación constante de sustancias tóxicas, al impedimento de circular libremente por las rutas de la provincia por los continuos cortes del tránsito que se dan en estos días debido a la humareda y la posibilidad de disfrutar de sus recursos naturales como los ríos (porque se secan por el efecto de las arroceras) o los bosques (que son prendidos fuego para renovar la producción, sin tener en cuenta los riesgos que puede generar a la población que habita en cercanías).
Incendios y las consecuencias de la falta de una Ley de Humedales
La postura del Gobierno de Corrientes manifiesta el rechazo al proyecto de ley de “Presupuestos mínimos para la conservación, protección y uso racional y sostenible de los humedales” por considerar que “afectará a los productores y al futuro desarrollo económico”, tal como sostienen los Legisladores oficialistas locales.
En este sentido, Pedro Cassani, presidente de la Cámara de Diputados de Corrientes, fue una de las voces más contundentes en este rechazo: “Estamos muy preocupados porque si se sanciona así como está, para Corrientes y su producción puede llegar a ser muy lesiva y afectar al derecho a la propiedad de muchos productores”.
También el Secretario General de la Gobernación, Carlos Vignolo, señaló que «si se aprueba la ley como está dejarían a Corrientes sin el 80 o 90% de sus áreas productivas”.
Ambas miradas coinciden con la postura de referentes empresariales que se encuentran en la provincia y organismos como la Asociación de Sociedades Rurales de Corrientes.
Crónica de un incendio anunciado
Una crítica muy relevante que publicó el verano pasado el Licenciado en Gestión Ambiental e integrante de la Organización Guardianes del Yvera, Emilio Spataro, señaló que a pesar del conocido contexto climático de sequía y de los datos de los monitoreo el gobierno provincial no se anticipó con un plan de contingencia.
Spataro recordó que en agosto de 2020, el Senado de Corrientes rechazó la sanción de una Ley Nacional de Humedales “por las implicancias negativas que esos proyectos deparan hacia el sistema productivo”, y que la denominada “Coordinadora de Entidades Productivas de Corrientes” había rechazado una normativa nacional de protección de humedales por indicar que era “inoportuno, inconveniente e innecesario aprobar algún proyecto de ley con tales características”.
“Una vez más queda claro que la desinversión en proteger y gestionar la biodiversidad y los ecosistemas nos termina saliendo muy cara”
Sin embargo, señaló Spataro, al mismo tiempo de rechazar el tratamiento de una Ley de Humedales, el Gobierno correntino dilata la actualización del vencido ordenamiento territorial de bosques nativos.
Pánico en el Barrio La Merced, ciudad de Santa Rosa en Corrientes. Años advirtiendo que las plantaciones forestales cerca de poblaciones eran demasiado peligro. El Gobierno correntino jamás escucho, las consecuencias; pic.twitter.com/tmaVHzKmIo
— Emilio Spataro (Patane) (@EmilioSpataro) February 17, 2022
“En una secuencia lógica, la política ambiental de Corrientes se basa en el enfoque de áreas protegidas y reintroducción de especies, dejando el resto de los ecosistemas desprotegidos, desregulados y a plan disposición de ‘la producción’. Sin contar que los servicios ecosistémicos brindados a la sociedad dependen de la gestión adecuada de los mismos, donde las áreas protegidas son solo un elemento, pero insuficiente por sí mismas”, añadió.
Y finalizó aseverando que “la extensión y magnitud del desastre provocado por los fuegos actuales demuestra la irrealidad del enfoque de áreas protegidas para la conservación estricta por un lado del alambrado y extractivismo intensivo del otro”.
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