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Sábado 04 de mayo de 2024
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San Cayetano: el camino hasta convertirse en un símbolo político y religioso de nuestro país

Lejos de haber sido “traída” o “instalada” por inmigrantes italianos, como se cree, la devoción al "santo del pan y el trabajo" fue promovida desde el norte del país, años antes de la Revolución de Mayo y la Independencia.

Lejos de haber sido “traída” o “instalada” por inmigrantes italianos, como se cree, la devoción al "santo del pan y el trabajo" fue promovida desde el norte del país, años antes de la Revolución de Mayo y la Independencia.

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“El que debe responder no ha de ser San Cayetano; los que deben responder están mirando a otro lado. El pueblo muy bien lo sabe, pero se aferra al milagro; en tierra quieren el premio de algún cielo anticipado”, reza una de las obras musicales compuestas en torno a la figura del santo (por Peteco Carabajal y Teresa Parodi).

Estas son, tal vez, algunas de las estrofas que dan cuenta de lo que significa San Cayetano para la sociedad argentina. La devoción trasciende el ámbito religioso para convertirse también, desde hace décadas, en un símbolo político de incansable lucha de las clases trabajadoras.

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Lejos de haber sido “traída” o “instalada” por inmigrantes italianos, compatriotas del santo fallecido en 1747, como se cree, la veneración fue promovida por una mujer religiosa argentina nacida en Santiago del Estero: María Antonia de San José o “Mama Antula”, como se la conoce popularmente.

Ella habría recibido la fe hacia San Cayetano por parte de los Jesuitas, ya que significó una figura importante para la Iglesia de su tiempo, al promover cambios profundos que se materializaron en el Concilio de Trento.

En Argentina, la estampa de San Cayetano va acompañada de una espiga que representa al pan.

¿Más argentino que italiano?

No hace falta recorrer demasiado los rincones del país para saber de la profunda veneración que el santo italiano recibe por parte de la gente; por quienes piden pan, trabajo y también un hogar.

Lo interesante es que, en su tierra natal, Nápoles, San Cayetano está lejos de tener la misma popularidad que en nuestro país. Los locales se refieren y acuden, en mayor medida, a San Genaro, un obispo del siglo III, venerado como santo mártir por las Iglesias católica y ortodoxa. 

Para comprender cómo se instaló la devoción en nuestro país, que luego llegará a convertirse en lo que vemos hoy, un símbolo político y religioso de las clases trabajadoras, es necesario remontarse a los años previos a la Revolución de Mayo y la Independencia argentina.

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Fue la misma “Mama Antula” quien, luego de recorrer su provincia natal y pasar por Córdoba, llegó a Buenos Aires (entonces Ciudad de la Santa Trinidad) a construir la Casa de Ejercicios Espirituales y la puso bajo la protección de San Cayetano, por ser reconocido como “el santo de la Providencia”.

Años más tarde, poco después de que el Presidente Roca promulgara la federalización de la Ciudad de Buenos Aires, la Casa se trasladaría al actual partido de Liniers donde también se construyó una escuela de niñas y el Convento de las hermanas del Divino Salvador.

Ya por el año 1892 se comenzaría a construir el actual templo Santuario en honor a San Cayetano que se convertiría en el epicentro de la devoción al santo de Italia, y sería un centro de difusión de la fe hacia todo el país.

Santuario de San Cayetano en Liniers.

Surgimiento y fortalecimiento de la devoción popular

Un interesante artículo del político, investigador de historia y religiones, Gerardo Di Fazio, comenta que la masiva devoción a San Cayetano, tal como la conocemos hoy, se fortalecerá a partir de 1930; año en que se produjo la gran crisis financiera mundial, que afectó fuertemente a nuestro país.

En ese entonces, el sacerdote Domingo Falgioni estaba a cargo de la parroquia que se encuentra en Liniers y decidió enviar una estampa del santo a todos los vecinos, la cual contenía una espiga, símbolo del pan. El objetivo fue difundir la devoción en medio de la crisis.

El historiador señala que también se dedicó a realizar una campaña periodística a través del diario católico “El Pueblo”, lo que profundizó la popularidad de San Cayetano.

A partir de eso, el número de fieles que asistió a Liniers para venerar y pedir favores al santo fue creciendo a pasos agigantados.

La devoción a San Cayetano tiene más de 50 años.

Símbolo de esperanza en medio de la dictadura militar

Gerardo Di Fazio señala que, durante los años de la dictadura militar el trabajo escaseaba y las persecuciones del gobierno eran terribles. “El silencio era salud. El Santo se convirtió una vez más en quien intercedía por el pueblo y gritaba contra las injusticias”, señala en su artículo. 

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En esos años, comenta el historiador, las filas del 7 de agosto eran de más de 4 kilómetros de gente. Allí, los militares no podían intervenir para no molestar a la Jerarquía Católica. El pueblo podía expresarse con libertad. Fue también allí donde las Madres de Plaza de Mayo reclamaban la aparición con vida de sus hijos.

Un hecho histórico sucedió entonces: la Confederación General del Trabajo convocó en 1981 a la mayor manifestación político-religiosa bautizada “Paz, pan y trabajo”.

Según distintas fuentes, concurrieron entre 20.000 y 50.000 personas. “Apenas concluyó la misa, un millar de manifestantes se reagrupó en el exterior del edificio cantando “se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar…”, comenta Di Fazio.

Masiva movilización de la CGT en 1981, frente al Santuario de San Cayetano en Liniers.

Una devoción singular

Se puede decir que la devoción a San Cayetano, en nuestro país, se construyó a partir de circunstancias complejas, de situaciones muy difíciles que atravesó la sociedad y que le asignan al santo una veneración singular.

La piedad popular es también compartida por el pueblo hermano de Paraguay.

Es tradición en nuestro país que cada 7 de agosto, además de ser un día de peregrinaciones para pedir y agradecer favores al santo italiano, las clases trabajadoras y las personas en situación de vulnerabilidad económica reclamen, esperanzadas, mejores condiciones de vida.

Sin dudas, mirar para atrás en nuestra historia y ver la continua cercanía de San Cayetano con el pueblo argentino es lo que motiva a que esta llama de fe se mantenga encendida.

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