En Argentina, el Día del Trabajador se celebra todos los 1 de mayo desde 1890, realizándose actos, manifestaciones y conmemoraciones destinados a reconocer los derechos de los hombres y mujeres que son los verdaderos motores de la economía.
La efemérides a nivel internacional se propuso solo un año antes en París, donde se celebraba la Segunda Internacional Obrera, conformada por partidos socialistas y laboristas, en memoria de los sindicalistas ejecutados en Chicago en una de las represiones conocida como la Revuelta de Haymarket.
La fecha sirve para reivindicar el esfuerzo de las personas que con esfuerzo y creatividad sostienen la economía. Por ello, es importante pensar que desde la creación del Día del Trabajador hasta hoy, el trabajo se ha ido modificando, y se ha ido reconociendo dentro de la categoría “trabajador” a actividades y colectivos cuyos roles e importancia dentro de la economía estaban invisibilizadas.
Entonces, mientras que el imaginario del trabajador sigue siendo un hombre asalariado dentro del trabajo formal y siendo parte de la matriz industrial productiva, es preciso reconocer que la gran mayoría de los trabajadores no cuentan con esas condiciones de trabajo, y que no por ello su actividad deja de ser crucial para el desarrollo de la sociedad.
El trabajador de la economía popular
Si bien la industrialización que caracterizó al siglo XX sirvió para una formalización del trabajo incluir a grandes masas de trabajadores en las distintas modalidades de labores asalariadas, el ciclo neoliberal de finales de siglo dio marcha atrás a este proceso, generando una informalización del trabajo y un creciente desplazamiento y exclusión de millones de personas del mercado laboral.
Algunos organismos internacionales muestran que 25% de los trabajadores tiene una relación laboral firme, de tiempo completo y con una formalidad reconocida. El otro 75% de los trabajadores del mundo no tiene una relación estable en el ejercicio de sus tareas laborales.
De acuerdo a un informe presentado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) del 2018, más de 1.400 millones de trabajadores tienen trabajos precarios y vulnerables, mientras que 200 millones de personas no tiene acceso a un empleo asalariado.
Los datos demuestran que la economía ya no está exclusivamente sostenida por el sistema de empleabilidad, sino que hay una importante porción del mercado que depende de la economía popular, lo que el Papa Francisco definió como “la economía que hacen los pueblos, los trabajadores, los campesinos y campesinas, los pueblos originarios”.
La necesidad de formalizar la economía popular
Estas personas, mal llamadas desocupadas, son también trabajadores que todos los días realizan actividades que generan algún valor para sostener a sus familias. Es por eso que en Argentina, distintos movimientos sociales, cooperativas y uniones sindicales aprovechan el Día del Trabajador para reconocer la labor de estas personas que continúan sosteniendo actividades absolutamente necesarias a pesar de la dificultad que significa estar excluidas del mercado formal.
Este día del trabajador y la trabajadora movilizamos con propuestas concretas para la Economía Popular.
Desde la UTEP exigimos una Ley General de Tierra, Techo y Trabajo que incluye medidas necesarias y urgentes para transformar la realidad concreta del sector más postergado. pic.twitter.com/hZOyAPRYMR
— UTEP (@UTEPoficial) April 27, 2022
Tanto en Argentina como en todo el mundo se debate la importancia de generar políticas de Estado que contribuyan a brindar a estos trabajadores el piso de dignidad y derechos que el mercado no fue capaz de darles.
El trabajo invisibilizado de las mujeres
Además de luchar por la inclusión en condiciones equitativas en el mercado laboral en condiciones de equidad, otro de los grandes objetivos del movimiento de mujeres está en el reconocimiento de los trabajos no remunerados cruciales para el desarrollo de la vida familiar y que la mayoría de las veces son relegados a las madres, hijas o abuelas del hogar.
Un informe publicado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el 2018 mostró no sólo que el 45,3% de las mujeres tienen trabajo en comparación al 71,4% de los hombres, sino que además muchas mujeres continúan encargándose de las tareas de cuidado no remuneradas.
Esto dificulta su pleno acceso y crecimiento dentro del mundo laboral, ubicándose en una posición de desventaja para competir con otros hombres por un puesto al tener menos tiempo para las tareas laborales.
Cocinar, lavar la ropa, limpiar la casa, llevar, buscar y volver a llevar a niños/as a la escuela y acompañar a las personas mayores a la consulta médica, son algunas de las tareas cotidianas consideradas cruciales para el sostenimiento armónico de la vida familiar, que a su vez es el núcleo básico de nuestra sociedad.
A la mañana estuve rato largo en sala de espera pediátrica. Conté 28 niñas y niños en ese lapso. Todos acompañados por su mamá, uno solo con mamá y papá. Hasta que no se valore socialmente ese rol, y se comparta, claro, va a ser muy difícil que haya menos desigualdad de género.
— Ana Correa (@anaecorrea) April 30, 2022
Trabajo y tareas de cuidado: ¿cómo es la situación en Argentina?
En Argentina, el 70% del total de estas tareas lo realizan mujeres que, en su gran mayoría, aún así tienen que buscar y realizar las mismas actividades que los hombres para procurar una libertad económica o aportar a la economía del hogar.
La escasez de tiempo que genera en las mujeres ésta asimetría en la división del trabajo no remunerado está íntimamente vinculado al déficit que encuentran éstas mujeres en el goce de sus derechos económicos. Por esto, en el Día del Trabajador es importante reconocer como trabajo a estas actividades, a la vez que entender la necesidad de su reconocimiento por parte del Estado que tiene el rol de garantizar el derecho de cuidar y ser cuidado en condiciones dignas.
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