Desde el feminismo, las mujeres vienen deconstruyendo los roles de género impuestos en la sociedad, pero desde hace un tiempo existe una demanda hacia los varones para que también generen espacios para repensar la masculinidad y reflexionar sobre su participación en la reproducción del machismo.
La Cooperativa Nacional de Productores de Leche (CONAPROLE) de Uruguay es la mayor empresa privada de dicho país. Lleva más de 80 años en la actividad y desde hace más de cincuenta años sus trabajadores se organizaron en la Asociación de Obreros y Empleados de CONAPROLE (AOEC).
Desde el Departamento de Género de AOEC, observaron la necesidad de generar espacios para los trabajadores varones, en los que puedan repensar la masculinidad y construir relaciones laborales más sanas.
Fue por eso que convocaron al psicólogo Dario Ibarra Casals, que como parte del equipo técnico del Centro de Estudios de Masculinidades y Género, viene realizando talleres vivenciales con varones de distintos espacios de trabajo trabajado.
En diálogo con NEA HOY, Ibarra Casals explicó los objetivos, la metodología y los principales resultados que suelen obtenerse en estos talleres vivenciales que, a través de la construcción colectiva entre varones, llevan a repensar la masculinidad desde el cuerpo y las emociones.
Desnaturalizar mandatos patriarcales
Además de los episodios de violencia, en los últimos dos años AEOC vivió el suicidio de una compañera y cuatro compañeros. El departamento de género vio esto como una alarma de que los mandatos masculinos inhiben a los varones a compartir sus aflicciones y tomar la drástica decisión de quitarse la vida.
“Existe un mandato social inpuesto sobre los varones que es el hecho de que tenemos que proveer”, explica Dario, “en la crisis económica en la que estamos nos pasa que no estamos pudiendo proveer ni siquiera un poco, porque muchos hombres se quedan sin trabajo, lo que sucede es que los varones entran en una depresión que a veces termina en suicidio y/o el exceso de consumo de sustancias”.
En la medida en que se deconstruyen las relaciones de género, los talleres vivenciales también les sirve a los varones para desnaturalizar estos mandatos y generar un espacio de acompañamiento, en donde pueda aflorar la vulnerabilidad que viven ante situaciones como la pandemia, la pérdida de poder adquisitivo o la distintas causas de la depresión.
Dinámicas lúdicas y talleres vivenciales
La intervención se basa en la realización de talleres vivenciales de unas cuatro horas de duración, en los que participan de 15 a 40 varones para, a través de dinámicas lúdicas, apartarse un poco de la intelectualidad para repensar la masculinidad y los roles de género a través del cuerpo y de las emociones.
“Los talleres consisten en interpelar la masculinidad hegemónica y mostrar nuevas formas de ser varón a partir de la ética del cuidado, la solidaridad, la no competencia”, explica Darío, “son talleres que transversalmente se previene la violencia de género, pero básicamente son para poder potenciar vínculos saludables en el espacio laboral”.
El objetivo es entender que la violencia contra las mujeres ha sido un recurso de control y ejercicio de poder por parte del sistema social patriarcal que se vale de los varones para desplegarlo, por lo que es necesario desnaturalizar estas prácticas entre los varones para tomar conciencia y dejar de reproducirlas.
“Trabajar masculinidades y género implica trabajar desde una perspectiva política e histórica”, desarrolla el especialista, “entre los facilitadores ayudamos a deconstruir esto de a poco, no nos quedamos con la teoría solamente, sino que vamos demostrando que esto de la desigualdad existe de manera estructural”.
“Vienen los más valientes, porque son muy criticados por sus compañeros por venir al taller”, aclara, “pero al final del taller ves unos cambios de 180°, porque los tipos se van entendiendo lo que es la masculinidad y la importancia de hacer estos talleres para poder hablar de las cosas que nos pasan a los hombres y con una idea clara a transmitir a sus compañeros”.
Deconstruir los espacios de trabajo
Mucho de los espacios productivos históricamente fueron pensados solo para varones, y en la medida que las mujeres se van integrando en estos espacios deben ser repensados y modificados para garantizarles los mismos derechos y no caer en actos discriminatorios.
Estas modificaciones muchas veces son resistidas por las empresas, a veces por razones monetarias o también por una naturalización. Uno de los objetivos de los talleres es desnaturalizar entre los varones estos espacios para entender las necesidades de sus compañeras y unirse en éstos reclamos.
Otra cosa a desnaturalizar es el techo de cristal que encuentran las mujeres en sus espacios de trabajo, que muchas veces no escapa a los varones. Según el psicólogo, durante los talleres suelen ser ellos mismos los que observan como a sus compañeras les suele resultar más difícil crecer y aspirar a puestos administrativos a pesar de tener la misma formación y experiencia que ellos.
Otro objetivo de los talleres es deconstruir los micromachismos que se reproducen en los espacios de trabajo. A través de dinámicas lúdicas, se ponen sobre la mesa prácticas machistas cotidianas y reiteradas que reproducen y profundizan las diferencias de género en el ámbito laboral.
“Y esto es uno de los desafíos que tenemos para trabajar sobre masculinidades en general”, reflexiona, “la idea de poder mostrarle a los varones que solo por el hecho de ser hombres, están ejerciendo privilegios, que algunos no los podemos modificar voluntariamente pero otros sí”.
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