La publicación del artículo “El martillo y la danza” del ingeniero español Tomás Pueyo, que en pocos días fue leído por millones de personas y traducido a más de 20 idiomas, resultó consultivo en las decisiones de muchos gobiernos. Pueyo habla de la estrategia sanitaria que deberían tomar y se convirtió en una referencia sobre la toma de decisiones frente a la pandemia.
Pueyo asesoró a muchos líderes políticos como Estados Unidos, España, Perú y Argentina. Para el autor el “martillo”, son las severas medidas dirigidas a aplanar el pico de contagios de COVID-19, y el de “la danza”, el proceso de cómo realizar la apertura a una nueva normalidad.
Tomás Pueyo plantea su análisis y recomendaciones frente a la pandemia y referentes en el mundo epidemiológico comparten sus opiniones. Hace no mucho, en una entrevista con la CNN habló sobre un nuevo concepto, “la barrera”. Es precisamente evitar que el virus ingrese.
“El martillo y la danza” trata sobre la aplicación de los aislamientos focalizados y medidas de distanciamiento social para convivir con el coronavirus sin que se expanda, son la base en el que formuló su teoría sobre cómo evolucionaría la pandemia.
Según Pueyo, la teoría del “martillo” son aquellas medidas “agresivas” de confinamiento para hacer descender la curva de casos, que no se propague el virus, evitar el colapso del sistema sanitario y preparar el sistema de salud para nuevos episodios de COVID-19 que vendrán al aplicarse “la danza”, que son testeos, aislamiento, rastreos de contactos, cuarentenas cortas y el uso del barbijo.
Ahora bien, si la aplicación de estas medidas que para el autor son inteligentes para contener los nuevos rebrotes y lograr que la tasa de contagios baje, para pasar al distanciamiento manteniendo todos los protocolos, ¿por qué estas estrategias sanitarias son atacadas?, ¿acaso no es el modelo que aplicó la provincia de Formosa?.
La respuesta es sí, son las mismas. Tal es así, que está logrando bajar la curva de casos en las dos ciudades más afectadas por el COVID-19: la capital de la provincia y la limítrofe ciudad con Paraguay, Clorinda.
Pueyo explica que la tríada detección-rastreo-aislamiento fue central en el éxito (o el fracaso) frente al COVID-19.
“Todos los países que lograron un nivel bajo de muertes también fueron excelentes para rastrear todos los casos, sus contactos y exigir y hacer cumplir los aislamientos y cuarentenas para los infectados o sospechosos” sostuvo Pueyo.
Sobre el esquema de vacunación dijo, en una nota a Clarín, que lo más importante es inyectar a cuantas más personas posibles. Una vez que se empieza a vacunar, ir optimizando y dirigirse a las zonas donde hay gente más mayor o de más riesgo, y donde hay más casos.
También, el ingeniero y autor de la “teoría del martillo y la danza” frente al COVID-19 habló sobre si los centros de aislamiento fueron efectivos en algún país.
Según consideró sirven los aislamientos y las cuarentenas. “En Taiwán y Corea del Sur para asegurarse que la gente los respete, los seguía con el móvil o un dispositivo electrónico y si salían de casa había multas enormes de 10.000 dólares”, ejemplifica Tomás Pueyo.
La estrategia del “martillo” en Formosa
Ahora bien, en Formosa se aplican desde el mes de abril medidas sanitarias temporales y focalizadas de aislamiento, las mismas han logrado una baja del 16%, según se informó en el último parte del Consejo de Atención Integral de la Emergencia COVID-19.
Sin embargo, la confirmación de la variante de Manaos en toda la provincia, que hasta el momento es la única que circula, tensiona el sistema sanitario en cuanto a la ocupación de camas y muertes por COVID-19.
Las autoridades provinciales han advertido que la aparición de nuevas cepas pueden poner en jaque a cualquier sistema de salud, ya que una sola persona puede contagiar a otras 30 y generan mayor probabilidad de internación en terapia intensiva, al ser más agresivas, tienen un nivel más alto de letalidad.
En los últimos nueve días Formosa aplicando la teoría del “martillo” ha logrado disminuir 1.287 casos activos de COVID-19 reduciendo la cantidad de personas que cursan activamente la enfermedad en la provincia.
Este resultado, se subrayó desde el Consejo del COVID-19, es reflejo de la disminución de la circulación de las personas y del cumplimiento de los cuidados preventivos y las medidas sanitarias dispuestas mientras se continúa con un amplio operativo de vacunación y testeos.
Formosa en los últimos días con esta estrategia sanitaria ha visto buenos resultados ya que los recuperados por COVID-19 han superado los casos detectados.
Formosa pasó de tener un muerto por COVID-19 en todo el primer año de pandemia a 579 en la actualidad. ¿Cómo pasó?
La provincia norteña, tuvo que cambiar su estrategia sanitaria dadas las cataratas de presentaciones de Habeas Corpus por abogados de la oposición y personas que querían ingresar a Formosa y aquellos que se negaban a cumplir aislamiento por ser contactos estrechos o positivos en los Centros de Atención Sanitaria (CAS) y Centros de Alojamiento Preventivo (CAP).
Hace 10 meses atrás, el Gobierno Provincial aplicó la “barrera”, un punto fundamental para evitar que el virus ingrese a Formosa. La entrada, era con turnos programados y el aislamiento no era domiciliario, sino que se realizaba en un Centro de Asistencia Sanitaria (CAS) para los casos positivos, y en los Centros de Alojamiento Preventivo (CAP) para quienes ingresaban a la provincia.
Sin embargo, tras una presentación de Juntos por el Cambio y un fallo de la Corte Suprema la modalidad de ingreso cambió. Para enero del 2021, las reuniones sociales y fiestas clandestinas de fin de año más el ingreso masivo rompió la barrera sanitaria de Formosa.
los casos, internaciones y muertes por la enfermedad fueron aumentando cada vez más.
Posteriormente, el Gobierno de Formosa fue aplicando la teoría del “martillo y la danza”, cuarentenas cortas y focalizadas para contener los casos y una apertura progresiva de la actividad económica. Pero, en marzo y abril, los casos de coronavirus eran escandalosos. El aumento era insostenible.
Mientras tanto, hubo masivas marchas durante los primeros días de marzo, de noche hubo jóvenes que se juntaban en pleno centro capitalino a tomar bebidas alcohólicas y a romper cualquier medida sanitaria, en pos de las libertades individuales y la desobediencia civil en plena pandemia.
Tras ello se sumaron los cuestionamientos a los Centros de Alojamiento Preventivo que reclamaban un aislamiento domiciliario. Muchos de los cuáles fueron violados.
Sin embargo, la provincia ya aplicó más de 160.000 mil dosis de la vacuna contra el COVID-19 y con el “martillo y la danza” los contagios disminuyen aunque no se detienen y las muertes menos. Por eso, el Gobierno insiste en una salida colectiva frente a la pandemia.
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