Fatima Grebinski es una de esas mujeres que va hacia adelante sin importarle el qué dirán: hace casi cinco años maneja camiones de carga para llevar el alimento a sus dos hijos, a los cuales los cría sola.
Paradójicamente su familia nunca fue amante de los fierros, pero a ella desde pequeña le interesaron los autos y camiones. Desde los 13 años maneja en Garuhapé, su lugar de origen, y apenas con 17 años se subió por primera vez a un camión.
Aprender este oficio no fue fácil para ella; desde pequeña juntaba plata para la nafta y de esa manera salía a manejar por el pueblo, ya que su sueño era conducir camiones.
A los 17 empezó con su primer trabajo en Río Negro donde trasladaba frutas al puerto y una vez finalizada la temporada se trasladó hasta Buenos Aires para transportar contenedores en viajes locales.
“La pasión por los camiones nació por un amigo que me llevó de viaje y me dio el volante, no le tuve miedo sino que me gustó”, explicó.
Entre el camión y la familia
Después de varios años en el rubro, Grebinski se enamoró y viajó a Salta donde dejó todo para dedicarse a la familia. En “La Linda” tuvo una hija, pero años más tarde se separó.
Tras ese episodio, indicó: “Volví a los camiones porque me separé y tenía que sacar adelante a mis hijos, una nena de cuatro años y mi nene de un año y ocho meses”.
Para la crianza de sus hijos cuenta con el acompañamiento de su familia. Su madre y hermanas los cuidan cada vez que debe ella debe realizar un viaje, lo que implica irse por varias horas de su hogar.
La odisea de conseguir trabajo
Al principio, a Grebinski no le fue fácil insertarse en el mercado laboral. Tardó más de dos años en conseguir trabajo en su provincia y según explicó, en algunos lugares la trataron de «loca por el simple hecho de manejar un camión«.
“En un lugar me mandaron a estudiar y también el dueño de un transporte me preguntó cuánto le cobraba la hora, tratándome de prostituta, a pesar de que le mostré mi carnet de conducir”, relató la joven indignada.
Sin embargo, las cosas cambiaron con el paso del tiempo. Primero logró manejar un transporte con batea, y ahora traslada raleo a Jujuy en camión con acoplado, mientras que regresa a la provincia con cemento.
Mujeres al volante
Si bien en Misiones no son muchas las mujeres que conducen camiones, en otras partes del país si es una realidad que se ve a menudo.
En la ruta conoció a varias mujeres camioneras y decidieron formar un grupo de WhastApp llamado “Camioneras sin Límite”: “Ahí nos escuchamos y aconsejamos porque hay días que por nuestros hijos no queremos seguir más, pero no nos queda otra que trabajar”.
Como conclusión, la joven camionera se animó a alentar a más mujeres a manejar: “Les diría que nunca es tarde, solo fracasa aquel que no intenta. Me escriben muchas mujeres diciendo que les hubiese gustado subirse a los camiones y yo le doy palabras de que todo es posible”.
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