El viernes pasado, el Gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, declaró el asueto administrativo y escolar en todos sus niveles y jurisdicciones en el territorio de la provincia, para mañana, con motivo de la celebración del “Día de los Fieles Difuntos”.
A través del Decreto Nº 204/20, el Gobierno de la provincia invitó a los Poderes Legislativo y Judicial, a las Municipalidades y Comisiones de Fomento y a las entidades Bancarias radicadas en Formosa, a adherir a la medida el 2 de noviembre.
Esta decisión, que ya ha sido tomada por el gobierno años anteriores, responde a que la fecha tiene un especial significado religioso en la población formoseña.
En Argentina, este día era feriado nacional hasta que la última dictadura militar lo retiró del calendario junto con los festejos del Carnaval. En la actualidad, además de Formosa, también tiene fuerte arraigo en Corrientes, Chaco, Salta, Tucumán y Jujuy.
Pero, ¿Por qué el 2 de noviembre es el Día de los Muertos?
De tradición prehispánica, esta celebración que es muy popular en México, así como en muchos países de América Latina, también forma parte del sentimiento religioso de algunas provincias del NEA. En Argentina, esta fecha se conmemora como el “Día de los Fieles Difuntos” y consta no solo de la veneración de familiares o seres queridos fallecidos, sino que también es un modo de celebrar y de convivir con la muerte. Según la tradición, las personas queridas que han fallecido regresan al plano de la vida para encontrarse con sus parientes y nutrirse de las ofrendas puestas como conmemoración. Se trata de un modo de reflexionar sobre la muerte.
El Día de los Muertos tiene su origen en el año 980, cuando el abad del Monasterio de Cluny (actualmente territorio francés) sugirió la creación de un día en el que se venere a los muertos. Su propuesta fue bien recibida por otras congregaciones, siendo la Diócesis de Lieja la primera en aceptarla. Años más tarde, empezó a ser aceptado como fecha de la iglesia católica.
La celebración es el 1 y 2 de noviembre y en 2003 fue reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, según sus siglas en inglés).
¿En qué consiste el Día de los Muertos en Formosa?
Tanto en Formosa, como en otras provincias del NEA y NOA, el Día de los Muertos se conoce como el “Día de los Fieles Difuntos” y consiste en una celebración previa a la colonización española en los países de América Latina. En Formosa, particularmente, los y las ciudadanas arman altares a los muertos y veneran con las prácticas y cosas que les gustaba hacer, así como las cosas que comían y bebían. Los formoseños y las formoseñas aprovechan este día, en el que los muertos reaparecen en el mundo de los vivos, para reencontrarse con los seres queridos y, de algún modo, quitarle el tabú a la muerte. Se trata de un modo de acercamiento, y de no extrañar tanto a esas personas.
Esta fecha, que también es conocida como el “Día de Todos los Santos” o “Día de Todas las Almas”, reúne a familiares tanto en actividades culinarias como simbólicas a fin de venerar a los fallecidos.
En Formosa, la tradición de los y las habitantes es visitar a sus familiares a los cementerios, así como rituales, misas, aunque en contexto de pandemia, estas prácticas puede que se modifiquen.
A través de oraciones, comúnmente denominadas “sufragios”, los formoseños y las formoseñas piden la salvación y purificación del alma y de los pecados de los seres fallecidos. Es un modo de reconciliarse con los muertos y de traerlos al mundo de los vivos.
Los familiares también suelen colocar ofrendas –flores, bebidas y comidas que les gustaban- en las casas de los fallecidos.
Otra costumbre, muy arraigada en las provincias del NEA Y NOA, es colgar flores de papel en negro y violeta –si el fallecido era adulto- blancas y celestes –si el fallecido era un niño o niña- en los campos santos.
Reafirmar la tradición del Día de los Muertos, a través de un asueto provincial, es un gesto del Gobierno formoseño para revalorar e interpretar el sentir religioso de la provincia, así como de reapropiarse de costumbres que forman parte de nuestra identidad e historia.
