Torre Pacheco, una pequeña localidad agrícola de la región de Murcia con poco más de 40.000 habitantes, se convirtió en el epicentro de una escalada de violencia xenófoba que encendió las alarmas en toda España. Durante cuatro noches consecutivas, grupos de ultraderecha organizados a través de redes sociales protagonizaron lo que ellos mismos denominaron una «cacería» de inmigrantes, principalmente de origen marroquí, que terminó con 13 detenidos y varios heridos.
El detonante de esta espiral de odio fue la agresión sufrida el 9 de julio por Domingo, un vecino de 68 años que fue brutalmente golpeado por tres jóvenes de origen magrebí. Las imágenes del rostro desfigurado del anciano circularon rápidamente por las redes sociales, donde fueron instrumentalizadas por grupos de extrema derecha para incitar al odio generalizado contra la comunidad migrante de la zona.
La estrategia del odio organizado
Lo que siguió no fue una reacción espontánea, sino una campaña coordinada de violencia. A través de plataformas como Telegram, el canal ultra «Deport Them Now Spain» convocó abiertamente a una «cacería» para los días 15, 16 y 17 de julio, prometiendo «reunir con Alá» a los presuntos agresores. Los organizadores difundieron videos falsos de otros lugares y momentos, y llegaron a compartir imágenes y datos personales de cinco hombres a los que identificaban sin pruebas como los responsables del ataque.
La respuesta no se hizo esperar. Decenas de hombres vestidos de negro, muchos con el rostro cubierto y armados con palos, irrumpieron en los barrios de mayoría inmigrante. Llegaron no solo de Torre Pacheco, sino de distintos puntos de España, atraídos por las convocatorias en redes sociales. Sus cánticos de «Arriba España» y proclamas fascistas resonaron en las calles mientras buscaban atacar a cualquier persona de origen norteafricano, independientemente de su vinculación con la agresión inicial.
La primera víctima de la cacería de Torre Pacheco es un menor español, de madre vasca y padre marroquí.
«Los policías lo cogieron para protegerlo, para que no lo matase una turba donde había padres de familia que no dudaron en darle patadas en la cabeza a un menor». pic.twitter.com/8mhSr3kUOU
— Alfonso F. (@alfonso__fs) July 15, 2025
El contexto: una comunidad integrada como chivo expiatorio
La ironía de esta «cacería» es que se dirigió contra una comunidad que lleva más de tres décadas integrada en Torre Pacheco. El 30% de los habitantes de la localidad son de origen inmigrante, en su mayoría marroquíes que llegaron entre las décadas de 1980 y 1990 atraídos por las oportunidades laborales en el sector agrícola. Muchos de ellos han criado a sus hijos en España, tienen negocios establecidos y forman parte del tejido social local.
«Son personas que llevan más de 20 años viviendo en la localidad. Tienen hijos, su segunda generación ha nacido ya aquí«, explicó el alcalde Pedro Ángel Roca a la televisión pública española. Sin embargo, estos trabajadores migrantes, unos 5.000 según el sindicato CNT, viven en condiciones de hiperexplotación laboral. Paradójicamente, algunos de los patrones que los explotan durante el día se sumaron después a las patrullas racistas nocturnas.
Aquellas organizaciones que no respeten los derechos humanos, que tengan un discurso de odio y alienten a la cacería de personas, no tienen cabida en una democracia.
Urge ilegalizar al fascismo.#MalasLenguas
Torre Pacheco, Cataluña, Otegi, Ione Belarra, Paco León, Vito Quiles. pic.twitter.com/sdLsAfUfj1— Censurado (@JanoNano11) July 15, 2025
Vox: el combustible político del odio
Esta escalada de violencia no puede entenderse sin el contexto político que la alimenta. El partido de ultraderecha Vox ha intensificado en las últimas semanas su discurso antimigratorio, llegando a proponer la expulsión de «ocho millones de inmigrantes» del país. Su líder, Santiago Abascal, equipara sistemáticamente inmigración con delincuencia y prometió que «los que han entrado ilegalmente y han venido a matar, violar, e imponer religiones extrañas se tienen que ir«.
En plena crisis de Torre Pacheco, Abascal compartió un video en redes sociales asegurando que «España padece una invasión migratoria brutal», sin mencionar explícitamente los ataques pero alimentando el clima de violencia. Su correligionario José Ángel Antelo fue más directo: «Toda la violencia que se vive en Torre Pacheco es culpa del PP y del PSOE por financiar y llenar nuestras calles de inmigración ilegal».
La bronca que le echa esta vecina de Torre Pacheco a los putos nazis. Vaya reina. ♥️ pic.twitter.com/w0Xf5PVjMk
— FUMATRÓN 🏴☠️ (@FUMATR0N) July 15, 2025
La realidad desmiente el discurso del odio
Los datos oficiales desmienten categóricamente la narrativa xenófoba que alimenta esta violencia. Según el Instituto Nacional de Estadística, mientras que en 2005 España tenía 3,7 millones de extranjeros (8,5% de la población) y una tasa de criminalidad de 49,4 delitos por cada mil habitantes, en 2024 hay 7 millones de residentes extranjeros (más del doble) pero la tasa de criminalidad ha descendido a 40,6 delitos por mil habitantes, el nivel más bajo de la serie histórica.
«No es el origen, son las condiciones materiales«, explica Andrea Ruiz, doctora en Antropología y directora de la Fundación Begirune. Los estudios demuestran que, en general, los migrantes económicos «suelen ser personas más respetuosas con la ley» porque «saben que pueden ser expulsados, no les interesa delinquir«.
Las consecuencias de la violencia legitimada
La primera víctima de esta «cacería» fue precisamente un joven español de 16 años, nacido en Torre Pacheco de madre vasca y padre marroquí, que fue agredido por su aspecto físico mientras asistía a una manifestación contra la violencia. «Le empezaron a gritar ‘moro de mierda, vete a tu país'», relató su madre, evidenciando cómo el racismo no distingue entre nacionalidades sino que se basa en prejuicios étnicos.
Las autoridades han detenido a 13 personas en relación con los disturbios, incluido un presunto líder del movimiento supremacista ‘Deport Them Now’. La Fiscalía investiga al dirigente de Vox José Ángel Antelo por posible incitación al odio, mientras que la Asociación Marroquí para la Integración de los Inmigrantes exige «protección real para las personas afectadas».
Un fenómeno que trasciende fronteras
La violencia en Torre Pacheco no es un hecho aislado. Forma parte de una estrategia más amplia de la ultraderecha europea para capitalizar el malestar social dirigiéndolo contra las comunidades migrantes. Los organizadores han declarado abiertamente su intención de extender estos ataques a otras localidades españolas, siguiendo el modelo de los disturbios racistas que sacudieron Reino Unido en 2023.
Para Argentina, país con una larga tradición migratoria, los eventos de Torre Pacheco ofrecen una advertencia sobre los peligros de normalizar los discursos de odio. La experiencia española demuestra cómo la retórica xenófoba puede escalar rápidamente hacia la violencia física, especialmente cuando encuentra eco en partidos políticos que buscan rédito electoral a través del miedo y la división.
El caso de Torre Pacheco revela una verdad incómoda: el problema no son los migrantes que buscan una vida mejor, sino los discursos políticos que los convierten en chivos expiatorios de problemas estructurales más profundos. Mientras la ultraderecha europea perfecciona sus estrategias de odio, el resto de la sociedad debe decidir si permitirá que el racismo se normalice o si defenderá los valores democráticos que construyeron las sociedades más prósperas del mundo.
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