Para comprender la magnitud del 9 de julio de 1816, es fundamental analizar el escenario internacional que precedió a esta declaración. Europa atravesaba un momento de profunda convulsión: la invasión napoleónica a España en 1808 había debilitado considerablemente la monarquía española, dejando a la metrópoli en una situación de vulnerabilidad que afectó directamente su capacidad de control sobre las colonias americanas.
Sin embargo, hacia 1816 el panorama había cambiado. España se había liberado del dominio francés, el rey Fernando VII había recuperado el trono y se proponía reconquistar los territorios americanos que estaban en manos de los revolucionarios. El ejército realista comenzó a avanzar victoriosamente por toda la región, derrotando a varios movimientos independentistas americanos.
Simultáneamente, las ideas ilustradas y los principios de las revoluciones francesa y americana habían calado hondo en el pensamiento de los líderes criollos. Inglaterra, por su parte, veía a América Latina como un territorio de interés estratégico, especialmente después del bloqueo continental napoleónico que había cerrado los mercados europeos.
El Congreso de Tucumán: Un Encuentro Decisivo
Ante este complejo escenario, las Provincias Unidas se vieron obligadas a tomar una decisión crucial. El Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas en Sudamérica se reunió en San Miguel de Tucumán con el objetivo de limar asperezas entre Buenos Aires y las provincias, cuyas relaciones estaban deterioradas.
La elección de Tucumán como sede no fue casual: representaba un punto intermedio entre las diferentes regiones, alejado de las tensiones porteñas pero accesible para los representantes de todo el territorio. Cada provincia eligió un diputado cada 15.000 habitantes, y los congresales debieron emprender largos y penosos viajes para llegar hasta allí.
En aquella época, no existían caminos construidos y la gente viajaba en carretas tiradas por mulas o en diligencias. La travesía hacia Tucumán podía tardar muchas semanas: el viaje desde Buenos Aires duraba entre 25 y 30 días, mientras que en carreta podía extenderse hasta 50 días. Los diputados arribaban sucios, hambrientos y cansados, pero conscientes de que estaban allí para tomar una decisión histórica.
La Declaración del 9 de Julio
Las sesiones del Congreso se iniciaron el 24 de marzo de 1816 con la presencia de 33 diputados de diferentes provincias. El territorio representado era bien diferente al actual: Charcas, hoy parte de Bolivia, envió un representante, mientras que Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe no participaron porque estaban enfrentadas con Buenos Aires e integraban la Liga de los Pueblos Libres bajo el mando del General José Gervasio Artigas.
La Casa de Tucumán, una típica vivienda colonial con estructura sencilla y funcional, se convirtió en el escenario de intensos debates y discusiones. Después de arduas deliberaciones, el 9 de julio de 1816 los representantes firmaron la declaración de la Independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica, proclamando la voluntad de «investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli» y «de toda otra dominación extranjera«.
En 1816 declararon su independencia sólo las provincias en celeste. No era «Argentina» sino las Provincias Unidas de Sudamérica. Lo que está en rojo pudo haber sido otro país. Lo gris era territorio autónomo de pueblos originarios. Argentina no existía aún en 1816 pic.twitter.com/pWuFyVXOlY
— Ezequiel Adamovsky (@EAdamovsky) July 9, 2018
Los Protagonistas de la Independencia
El Acta de la Declaración de Independencia contó con la firma de destacados representantes que reflejaban la diversidad y unidad de las provincias. Entre los firmantes se encontraban figuras prominentes como Juan José Paso, quien actuó como secretario del Congreso; Manuel Belgrano, militar y político clave en las luchas independentistas; Juan José Castelli, conocido como el «orador de la Revolución»; y Bernardino Rivadavia, importante figura política y posterior presidente.
También participaron otros personajes ilustres como José Ignacio Gorriti, Mariano Boedo, Tomás Godoy Cruz, Pedro Ignacio de Rivera y Fray Justo Santa María de Oro. La presencia de estos líderes representaba un compromiso colectivo de luchar por la independencia y la construcción de una nueva nación.
Las Celebraciones y su Significado
La sesión en la que se firmó el acta se extendió hasta altas horas de la noche, y la noticia de la independencia fue recibida con júbilo por la multitud reunida en los alrededores de la casa. Los festejos continuaron en los días siguientes: el 10 de julio se organizó una misa en el templo de San Francisco, y el 21 de julio, hombres, mujeres y niños se reunieron en el Campo de Carreras para conmemorar la independencia con discursos de Manuel Belgrano y el gobernador Araoz.
El 8 de noviembre se conmemora el Día Nacional de los Afroargentinos y la Cultura Afro en Argentina en honor al fallecimiento de Maria Remedios del Valle, oficial afroargentina de la Revolución de Independencia que luchó a las órdenes de Manuel Belgrano en el Ejército del Norte. pic.twitter.com/8EH0WIvWxG
— Pablo Borda (@elprofeborda) November 8, 2023
Un Legado Que Perdura
La Independencia de 1816 no solo marcó la ruptura definitiva con la corona española, sino que también consolidó un nuevo horizonte para pensar la libertad y la igualdad. El proceso independentista creó oportunidades para las clases populares, brindó posibilidades de ascenso social antes desconocidas y, en algunos aspectos importantes, abrió la posibilidad de desafiar las jerarquías sociales existentes.
La proclama de la Independencia fue incluso publicada en quechua y aymará para su difusión, reconociendo la diversidad cultural del territorio. Aunque esta inclusión se fue eclipsando durante el siglo XIX, el gesto inicial reflejaba la voluntad de construir una nación que abarcara a todos sus habitantes.
Hoy, a más de dos siglos de aquella histórica declaración, el 9 de Julio sigue siendo una fecha fundamental en el calendario argentino. La Casa Histórica de Tucumán, convertida en museo, preserva la memoria de aquel momento fundacional y nos recuerda que la independencia no fue solo un acto político, sino la manifestación de un deseo colectivo de libertad que sigue vigente en nuestra sociedad democrática.
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