Argentina vive una paradoja: ingresan dólares al país, pero el Banco Central no logra acumularlos. Abril fue un mes récord en ingresos de divisas, provenientes del agro, de organismos multilaterales e incluso de un renovado blanqueo. Sin embargo, las reservas caen día tras día, y los números no cierran.
¿Qué hay detrás de esta pérdida silenciosa de dólares? Una combinación de decisiones políticas, compromisos de deuda y un modelo económico que privilegia el corto plazo. En el fondo, la idea de que el Estado debe abstenerse de intervenir en el mercado cambiario está dejando al país sin capacidad de sostener la estabilidad financiera.
Agujeros en el BCRA
La lógica libertaria que impulsa al Gobierno se sostiene, entre otras cosas, en la no intervención de la economía. A pesar de ello, durante todo el primer año de gestión el BCRA intervino en el mercado de cambios vendiendo reservas para sostener la promesa de una devaluación controlada del 2% mensual.
Desde la salida del cepo, la autoridad monetaria adoptó una política de absoluta pasividad: no compra ni vende divisas mientras el tipo de cambio no se ubique en el piso de la banda de flotación —hoy entre $1.000 y $1.400—. En este contexto, el dólar mayorista cerró en $1.200 en la primera rueda hábil de mayo, con un promedio (A3500) de $1.178,50. Sin embargo, ese mismo día, las reservas brutas del Central volvieron a caer por tercera jornada consecutiva, con una pérdida de USD 11 millones, cerrando en USD 38.949 millones.
Este retroceso se sumó a la baja de USD 138 millones registrada el último día de abril, cuando el BCRA debió afrontar pagos por USD 120 millones correspondientes a Bopreales, un instrumento financiero diseñado para saldar deudas comerciales de importadores. El 7 de mayo, el panorama se agravó con un nuevo vencimiento de intereses con el FMI por unos USD 612 millones, lo que implicó una caída de USD 397 millones en las reservas, mitigada parcialmente por la suba del oro y del yuan chino.
El problema no es la escasez de dólares. Abril fue un mes excepcional: llegaron USD 12.000 millones del FMI, otros USD 1.500 millones del Banco Mundial y el agro liquidó exportaciones por USD 2.524 millones, un 32% más que en el mismo mes de 2023. A esto se sumó un crecimiento sostenido de los depósitos privados en dólares, que ya superan los USD 30.000 millones. Aun así, las reservas muestran un deterioro constante.
¿Por qué, entonces, no se acumulan? Parte de la respuesta está en la decisión del Gobierno de no intervenir comprando dólares salvo que el tipo de cambio toque el piso de la banda. Según economistas cercanos al oficialismo, como Domingo Cavallo, esa decisión responde al temor de que comprar reservas implique emitir pesos y alimente la inflación.
Pero el propio Cavallo considera esa lógica equivocada: sostiene que acumular reservas fortalecería la demanda de pesos, reduciría el riesgo país y permitiría una re-monetización más rápida de la economía. En cambio, el actual esquema opta por pagar deuda con emisión, un uso menos eficiente y más regresivo de los recursos.
La recaudación crece, pero no compensa la caída de 2024.
En abril 2025, la recaudación creció 6,9% interanual en términos reales, no llegando a compensar la caída de abril 2024 (-12,8% i.a.). De este modo, la recaudación resulta 6,8% menor a la de abril de 2023. pic.twitter.com/uGICnmfZxm
— Centro CEPA (@ctroCEPA) May 6, 2025
Las consultoras privadas coinciden en que esta estrategia deja al BCRA sin herramientas para sostener la estabilidad cuando baje el flujo de dólares del campo. LCG advierte que la acumulación de reservas depende del nivel de intervención oficial, y que si se mantiene la pasividad actual será difícil cumplir la meta de USD 4.430 millones acordada con el FMI para junio.
Instrumentos como los Bopreales —que en mayo tendrán una nueva licitación por USD 3.000 millones— brindan cierto orden de corto plazo, pero no resuelven el problema de fondo: el BCRA no retiene los dólares que ingresan. Las expectativas cambiarias, hoy ancladas, podrían cambiar rápidamente si las bandas pierden credibilidad o si los vencimientos futuros terminan agotando lo poco que se acumuló.

La esperanza del RIGI
Después del blanqueo, el préstamo del FMI y el nuevo blanqueo “de a pie”, el Gobierno apuesta a que el RIGI sea el próximo gran generador de divisas frescas, canalizadas sobre todo hacia la minería y la energía. Pero los fondos que promete podrían no ser los que se esperan.
El RIGI (Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones) es un esquema incluido en la Ley Bases que busca atraer capitales nacionales y extranjeros para proyectos superiores a 200 millones de dólares en sectores estratégicos como energía, minería, agroindustria e infraestructura. A cambio, ofrece beneficios fiscales, aduaneros y cambiarios muy amplios: estabilidad tributaria por 30 años, libre disponibilidad de divisas a partir del tercer año y exención de aranceles a la importación de bienes de capital.
El objetivo declarado es compensar la falta de crédito externo y reactivar la economía mediante el ingreso de tecnología y divisas. Pero las críticas no tardaron en llegar: se trata de inversiones de bajo impacto en el empleo y con escaso efecto multiplicador en el mercado interno. Las ventajas impositivas y cambiarias podrían incluso poner en desventaja a las pymes locales.

Esto cobra aún más relevancia si se observa qué sectores están mostrando crecimiento. Según un informe del CEPA, entre el primer bimestre de 2023 y el de 2024, la actividad cayó 14% en la construcción, 4,7% en la industria y 3,2% en hotelería y servicios. Estos tres sectores concentran el 30% del empleo nacional. En contraste, los sectores que impulsan la leve mejora macroeconómica —agro, minería y energía— explican apenas el 7% de los puestos de trabajo.
En este sentido, el RIGI podría generar un ingreso de dólares temporario, basado en la venta de recursos naturales y con bajo impacto en el empleo. Desde su aprobación, se presentaron 11 proyectos bajo este régimen que estiman crear 23.872 puestos de trabajo, muy por debajo de los más de 124.000 empleos privados que se han perdido desde el inicio de la gestión de Milei.
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