La balanza de la cuenta corriente, uno de los indicadores clave para evaluar la salud económica de un país, continúa arrojando saldos negativos en lo que va del año. Tras un comienzo de 2024 con superávit en la balanza de bienes, impulsado por restricciones a las importaciones, la tendencia se revirtió a partir de junio con la apertura comercial impulsada por el gobierno nacional.
Este cambio de política tuvo un efecto inmediato: las importaciones crecieron y, en consecuencia, la balanza de bienes (el principal componente de la cuenta corriente) comenzó a deteriorarse. El dato más alarmante se registró en marzo de 2024, cuando la balanza de bienes cerró con un déficit de 456 millones de dólares.
A este contexto se suma otro factor: la apreciación del peso argentino frente a otras monedas. Esta situación encareció las exportaciones y abarató los consumos en el exterior, lo que llevó a un fuerte aumento en la demanda de divisas y pérdida de estas, especialmente por pagos con tarjetas de crédito de turistas argentinos. Durante el inicio del año, se registró un alza considerable en los pagos de servicios al extranjero, presionando aún más la cuenta corriente. Como resultado, la cuenta corriente acumula ya diez meses consecutivos con saldo negativo, con un déficit total de 4.190 millones de dólares en los primeros tres meses de 2025.

¿Qué es la balanza de cuenta corriente y por qué importa?
La balanza de cuenta corriente es un indicador económico que muestra la diferencia entre lo que un país gana y lo que gasta con el resto del mundo. Se calcula sumando las exportaciones e importaciones de bienes y servicios. Si un país exporta más de lo que importa, tiene superávit; si importa más de lo que exporta, tiene déficit.
Este indicador es clave porque refleja si un país está generando dólares (por exportaciones) o si necesita financiarlos (por importaciones y pagos al exterior). Un déficit sostenido puede debilitar la economía, generar presión sobre las reservas internacionales y aumentar la necesidad de endeudamiento externo.
A pesar de que el superávit fiscal, la desaceleración de la inflación y la estabilidad cambiaria son cruciales para la meta primordial del Gobierno Nacional de ordenar la macroeconomía, no bastan por sí solos. En este panorama, el déficit en la balanza de cuenta corriente emerge como un reto fundamental a superar, sobre todo porque las reservas del Banco Central, aunque han crecido mediante préstamos, no pueden permitirse volver a una trayectoria descendente.
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