Como haciendo realidad esa vieja canción de Luis Aguilé, en Posadas se encuentra un Hospital de los Juguetes, que de manera altruista y desinteresada cura a los muñecos malheridos y en desuso y para donarlos a hogares y escuelas para que más niños puedan seguir jugando con ellos.
Silvia Moreno, fundadora del hospital, habló con NEA HOY sobre los inicios de la actividad, el trabajo que realizan los voluntarios y cómo se están organizando para estas navidades, época en la que realizan la mayor cantidad de donaciones.
Causalidad
Todo salió de una actividad familiar. Junto a su hija, Silvia acostumbraba comprar juguetes en diciembre para donarlos a distintos hogares en Navidad. Cuando la vida se llevó a su hija, Silvia necesitó retomar esta actividad aunque sea para alivianar un poco el peso de su pérdida, entonces fue pidiendo a familiares y amigos los juguetes que ya no utilizaban.
Allí comenzó a amañárselas para limpiar los que estaban sucios y arreglar aquellos que estaban rotos, guardando los incompletos a la espera de otro parecido que tuviera la pieza que a este le faltara y viceversa.
La iniciativa fue creciendo y hoy, ocupando un galpón de 20×40 repleto hasta el techo de juguetes, el hospital recibe donaciones de todo el país, y trabaja en red con escuelas, hogares, comedores y distintas instituciones de toda la provincia para entregar los juguetes arreglados.

Silvia también culpa a la causalidad de que hayan conseguido un galpón tan grande en plena avenida Martin Fierro. Cuando su padre murió, vendió junto a sus hermanos la casa en donde vivía, y lo que le correspondía a ella como herencia fue exactamente la cifra que figuraba en el contrato de venta del galpón.
Así como los juguetes, al galpón también hubo que arreglarlo, limpiarlo, pintarlo, etc., hasta transformarlo en lo que es hoy, un hospital donde ella y sus voluntarios reciclan los sueños e ilusiones de los niños y honran así la memoria de su hija.
Un roto para un descocido
Apenas uno entra al galpón se encuentra con pallets llenos de cajas para ser despachadas. Estos son los juguetes que fueron dados de alta, y están a la espera de su nuevo destino. Detrás de ellos está el área de cuidados intensivos, donde un voluntario armado de tester y soldador intenta vendar los cables que de los juguetes que estén teniendo alguna falla en su electrónica.

Detrás de él está la enfermería, donde otros dos voluntarios trabajan para darle a los juguetes los retoques que les hagan falta. Cada juguete es un mundo, una muñeca puede tener un vestido descocido o un autito tener el capot despintado, y tanto Silvia como los demás voluntarios hacen uso de su creatividad para encontrarles alguna solución.
Ninguno de ellos tuvo formación en nada relacionado a lo que están haciendo, pero así como los niños luego jugarán con estos muñecos a ser doctoras o bomberos, hoy ellos usan los juguetes rotos para jugar a ser los electricistas, mecánicos y costureros que necesitan para repararlos.

Detrás se encuentra el playón de terapia, con gigantescos estantes llenos de cajas de juguetes que esperan a ser reparados. Cada juguete es un mundo, y están divididos por sección. En una puede verse cajas con pares de ruedas de distintos tamaños unidas por cañitos de plástico, en otra están los chasis de distintos autitos y camiones, junto a otra caja con carcasas.
Las próximas horas, un voluntario se la pasará jugando al rompecabezas con todas estas cajas, uniendo rueda con chasis, chasis con cabina, hasta encontrar algunas que calcen y puedan formar un solo vehículo entre las tres.

Otras cajas están llenas de muñecos de acción. La mayoría están ocupadas por avengers que perdieron partes de su cuerpo intentando salvar al planeta. Con ellos, los voluntarios jugarán a ser frankenstain y unirán un Hulk que le falte una pierna con otro que le falte la cabeza para hacer de ellos un nuevo superhéroe que pueda unirse a la lucha por la justicia.
Los estantes de arriba están reservados a los juguetes más grandes, como triciclos o mansiones para muñecas. Estos suelen utilizarse para actividades que se realizan en hogares, hospitales, escuelas, etc.

Finalmente, a la derecha del galpón está el lavadero. Muchos de estos juguetes irán a pediátricos, salas de oncología u otros lugares con niños vulnerables, así que la limpieza y desinfección de los juguetes es importantes. Allí, los plásticos son lavados con agua y jabón, mientras los peluches y telas pasan por el lavarropas, dejando a cada muñeco lo más elegante posible para el encuentro con sus nuevos dueños.
Trabajo en red
Al momento de la nota, el hospital de los juguetes acababa de recibir una caja de donaciones provenientes de Ushuaia. Según contó Silvia, el hospital tuvo buena difusión en medios nacionales y no es raro que cada tanto lleguen donaciones de provincias como Mendoza o Santa Fe.
A su vez, el hospital tejió una red con distintas instituciones de la provincia que trabajan con niños, desde hogares de tránsito, escuelas, hospitales y demás. Con ellos organiza colectas y donaciones, así como actividades lúdicas que utilizan prestados los juguetes arreglados.

El hospital no solo recibe donaciones de juguetes. Jabones líquidos y en polvo para limpiar los muñecos, telas para hacer los vestidos, pilas y otros elementos también pueden servir para repararlos. Incluso, el hospital suele pedir cajas de cartón, para cuando se despachan las donaciones.
También se puede ser voluntario y animarse a arreglar algunos juguetes. El hospital suele trabajar de 8 a 12 y de 14 a 16, pero algunos voluntarios que no pueden trabajar esos horarios recolectan los juguetes para arreglaros en casa. Además de darle una sonrisa a los niños, al mismo tiempo se incentiva el reciclado y reutilización en un sector con un gran componente plástico.
Los voluntarios preparan todo el año las donaciones para dos fechas, el día del niño en agosto, y Navidad en diciembre. Ya desde noviembre, el Hospital de los Juguetes comenzó a realizar las donaciones a distintas instituciones. Quien tenga juguetes u otros elementos para donar, puede comunicarse al Ig hispitaldelosjuguetes.mnes o acercarse al galpón, por Av. Martín Fierro 3825, al lado de la distribuidora Jota Be.
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