La historia de Misiones se anotó anoche una jornada para el recuerdo gracias a la valentía de docentes y sectores de salud que resistieron la represión de la Infantería, superaron la indiferencia de los legisladores provinciales y coronaron una multitudinaria marcha en la casa del gobernador Hugo Passalacqua, quien pasada una semana de protestas aún sigue sin siquiera dar la cara ni ofrecer ningún mensaje oficial a una sociedad que cada vez lo cuestiona más.
Antes de ese desenlace, los docentes en lucha habían padecido el desaire de los policías en pie de protesta frente al Comando Radioeléctrico de Posadas (quienes, pese a que se especulaba con su participación, finalmente desistieron de sumarse a una marcha que en el fondo brega por lo mismo que ellos luchan: la recomposición salarial del 100 por ciento).
Así las cosas, una nutrida caravana inició su marcha a las 18 desde el acampe en Uruguay y Trincheras de San José, la esquina del barrio posadeño de El Palomar alrededor del cual decidieron nuclearse algunos gremios docentes que no aceptaron la oferta que el ministro de Educación, Ciencia y Tecnología, Ramiro Aranda ofreció y, en cambio, sí firmaron la Unión Docentes de Misiones (UDPM) y SIDEPP (docentes públicos y privados).
La procesión (de la que participaron docentes pero también personal de salud, especialmente médicos y médicas del Hospital de Pediatría Fernando Barreyro) tenía inicialmente un destino ya establecido: la Cámara de Representantes de Misiones ubicada en la zona del Parque República del Paraguay, a metros del río Paraná y unos tres kilómetros al norte del acampe.
Cerca de las 19 arribaron al menos dos mil manifestantes a la peatonal de la legislatura misionera, la que estaba presta para sesionar. Entre sus cuarenta diputados se encuentran referentes en la historia del Frente Renovador de la Concordia que administra la provincia desde 2003, entre ellos su presidente Oscar Herrera Ahuad (gobernador entre 2019 y 2023) y Carlos Rovira, conductor absoluto del espacio político
¿Cómo fue la represión en Misiones?
El frente de la Cámara de Representantes de Misiones estaba vallado. Detrás de esas estructuras se ubicaron unos veinte efectivos de Infantería con cascos, escudos y armas munidas de balas de goma, secundados en los laterales por alrededor de cuarenta policías más y otros tantos dispersados en las inmediaciones del palacio legislativo.
Una primera refriega se produjo cuando algunos docentes quisieron ingresar a la Legislatura con el propósito de ser recibidos por los diputados provinciales. Las fuerzas de seguridad intervinieron al instante y eso desembocó en un momento dramático: los uniformados tiraron gas pimienta en varias cantidades, en reiteradas ocasiones y de manera indiscriminada.
Durante las dos horas que duró la sesión parlamentaria, docentes y pediatras se fueron alternando el micrófono o el megáfono para proferir distintos discursos o mensajes, mientras que de fondo distintas batucadas le daban ritmo y calor a jornada que comenzó con vientos, tormentas y frío, pero luego derivó en la clásica humedad litoraleña.
Mónica Gurina, docente y secretaria general de ATE Autónomo de Misiones, postuló que “no nos vamos a resignar hasta tener el 100 por ciento de aumento” y dijo algo profético: “Queremos que nos atiendan, así que vamos a ir a buscarlos a donde vayan”. Además se sucedieron numerosos cantitos dedicados especialmente a Rovira, quien seguía los acontecimientos desde el interior de la Cámara.
Los docentes se trasladaron a la casa del gobernador Hugo Passalacqua
Efectivamente, cuando pasaron las 20 y la sesión parlamentaria había concluido sin dar respuestas a los manifestantes, estos votaron en asamblea y a mano alzada una decisión audaz e inédita: ir caminando hasta el domicilio del gobernador Hugo Passalaqua.
La procesión hasta el edificio de 25 de Mayo y San Martín donde vive Passalacqua, a unos dos kilómetros de la legislatura, agregó un detalle que hasta ahora no se había producido en la semana de protesta: numerosos misioneros salieron a la vereda o a sus balcones para aplaudir a los docentes y al personal de salud. Un cariño que blinda la confianza en una protesta que se presume larga y difícil.
Si bien la caminata se produjo sin inconvenientes y con el aporte de un móvil de Tránsito de Misiones que se adelantaba para cortar el camino y permitir que los manifestantes circularan sin problemas, media cuadra antes del domicilio de Passalacqua aparecieron a toda velocidad dos camionetas con efectivos de Infantería que se apostaron en la entrada del edificio habitado por el gobernador.
La escena fue violenta y dramática: los uniformados establecieron una cadena humana y volvieron a tirar gases lacrimógenos, esta vez en una zona mucho más concentrada de gente, ya que 25 de Mayo es una calle angosta y de mano simple. Además se realizaron al menos diez disparos al piso y al aire, generando confusión y corridas en un radio estrechísimo y densamente ocupado.
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Cuando los hechos derivaban inevitablemente a una escalada de represión en Misiones, ocurrió algo que cambió la dinámica: distintos docentes (especialmente mujeres), se sentaron en la vereda donde la Infantería, aunque a espaldas de ellos. El propósito era evitar que los uniformados avanzaran, tal como en un inicio insinuaron con su clásico repiqueteo.
Una imagen quedará para siempre entre los presentes de esta noche histórica: un policía comenzó a suplicarle calma a los protestantes con una evidente cara de angustia y fue un médico con barbijo y un tambor quien intervino para evitar que los lincharan. Poco después, quien parecía ser el jefe del operativo negoció con los docentes la retirada de la Infantería, que terminó replegada sobre la calle San Martín.
Aplausos, ovaciones y desconcentración pacífica rumbo al punto cero de esta marcha y de este reclamo: el acampe de calle Uruguay donde seguirán las acciones de lucha.
Fuente: Página 12
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