En el vasto mosaico geopolítico que es América Latina, la presencia y los intereses de Estados Unidos han sido una constante a lo largo de la historia contemporánea. Desde la época de la Doctrina Monroe hasta los acuerdos comerciales y alianzas estratégicas del siglo XXI, la región ha sido objeto de atención constante por parte de la superpotencia del norte.
Esta atención aumenta al calor de la disputa geopolítica entre Estados Unidos y China por asegurar el acceso a los recursos naturales en el continente. A través de distintas modalidades de intervención y apoyo a gobiernos afines a sus intereses, el país nortemericano redobla sus esfuerzos por mantener el control del continente.
Los intereses
América Latina es portadora de valiosos recursos naturales que están dentro de los intereses de los Estados Unidos, como por ejemplo el cobre, petróleo, litio y agua dulce. El acceso a estos recursos a un precio bajo de explotación es crucial para asegurar una estabilidad en la economía norteamericana, mantener una provisión de servicios a su población, energía e insumos para su industria.
Esto fue confesado por la jefa del Comando Sur de Estados Unidos Laura Richardson, que en una conferencia de la Think Tank Atlantic Council habló sobre la necesidad de asegurar el acceso y explotación de éstos recursos.
Uno de los ejemplos más nombrados es el y recursos para el triángulo del litio, compartido por Argentina, Bolivia y Chile, es particularmente importante, ya que alberga el 60% del litio del mundo, un elemento necesario para la tecnología.
Por otro lado, también se encuentran las reservas de agua dulce que se alojan en el continente, y representan el 31% de las reservas a nivel mundial. Ejemplo de ello es el Acuífero Guaraní, una reserva subterranea de agua dulce que se encuentra debajo de los territorios de Paraguay, Brasil y Argentina.
El Amazonas también se encuentra dentro de los intereses de Estados Unidos. Si bien la selva que se extiende a través de las fronteras de Brasil, Perú y Colombia es el “pulmón del mundo”, al país norteamericano le conviene que Brasil aplique políticas de forestación del amazona para extender su frontera agrícola y aumente las ventas de ganado al norte.
Eso es lo que Estados Unidos se ha centrado en contarte. La realidad fue muy distinta en TODOS los casos. Además es imposible que en todos los casos de intervención hayan sido ellos precisamente los buenos. pic.twitter.com/u8LPUWqWKs
— El comunista ese otra vez ۞ (@PCUS28) March 30, 2024
Los métodos de intervención
Los métodos por los cuales Estados Unidos intenta asegurarse el acceso a estos recursos va cambiando a través del tiempo. Aunque muchos aún se rehúsan a reconocerlo, ya está comprobado que el país norteamericano le dió apoyo a algunos de los golpes de estado más sangrientos del continente.
Esto consta en archivos desclasificados del conocido “plan cóndor”. Hace dos años, el propio ex asesor de Seguridad Nacional de Donald Trump John Bolton aseguró que el país norteamericano fue partícipe en la desestabilización de la economía de otros Estados y en la asunción de gobiernos afines a sus intereses.
Durante el gobierno de Donald Trump se han tenido indicios de un regreso a las intervenciones más directas. Ejemplo de ello fue el apoyo a Juan Guaidós en Venezuela y a la dictadora Janine Añez en Bolivia y el préstamo del FMI al gobierno de Mauricio Macri, de los cuales se tienen indicios pudo haber sido parte de un plan de invasión de Venezuela.
Pero las intervenciones de Estados Unidos en América Latina han adoptado diversas formas a lo largo de los años, desde intervenciones militares directas hasta influencia económica y diplomática. Estas incluyen misiones humanitarias, instalación de bases militares y hasta financiamiento de think tanks como la Red Atlas para aportar fundamentos discursivos a partidos cuyo objetivo sea la ejecución de políticas de libre mercado.
Por eso despierta sospechas que el gobierno de Javier Milei haya permitido la instalación de un cuerpo de ingenieros del ejército de los Estados Unidos en la Hidrovía Paraná-Paraguay, un enclave estratégico para la exportación de bienes demandados por Norteamérica y por el mundo.
Las Think Tanks, en cambio, tienen el rol de instalar a través de encuestas y ensayos parcializados la idea de que la cesión y explotación de éstos recursos derivan en el bien común, a pesar de que en la práctica esto no se compruebe.
Proteccionismo norteamericano
Estas políticas son contrarias a las que se aplican en Estados Unidos, que en sus distintos gobiernos ha implementado una serie de políticas para proteger su mercado interno y promover el desarrollo económico nacional.
Estas incluyen aranceles para proteger a las industrias nacionales de la competencia extranjera, con impuestos sobre productos específicos o sobre una amplia gama de bienes importados. Además, el gobierno de Estados Unidos establece regulaciones de importación para controlar el flujo de bienes extranjeros hacia el país.
El gobierno norteamericano también proporciona subsidios y apoyo financiero a las industrias nacionales para ayudarlas a competir en el mercado global. Así también establece pautas ambientales estrictas para la instalación de fábricas o explotación de recursos a empresas.
Sin embargo, a la hora de apoyar a gobiernos o partidos políticos de países latinoamericanos, lo hace con la premisa de que los mismos reduzcan las medidas proteccionistas de sus industrias nacionales y recursos naturales.
Así, asegura a las empresas del país norteamericano la posibilidad de acceder a concesiones y explotaciones de los recursos naturales de los países latinoamericanos de forma barata y con pocas exigencias ambientales.
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