Liza Correa Cortés es colombiana, pero tiene una hija viviendo en Misiones y lleva varios años residiendo en la provincia. Todos los días se levanta temprano, hace meditación, yoga, prende un palo santo y realiza otras acciones que la ayudan a sentirse plena antes de recibir personas en su departamento.
Según ella, necesita hacer eso porque el servicio que ofrece conlleva una fuerte carga emocional. Liza asegura que puede hablar con los ángeles, y todos los días guía y ayuda a distintas personas para que también puedan escucharlos.
Los ángeles entre nosotros
Correa define a los ángeles como “un filamento que Dios nos dió, para que nos cuide, nos acompañe, nos guíe, son como nuestros niñeros”. En diálogo con NEA HOY, afirma que los humanos somos “seres espirituales con experiencia humana” y que vinimos a éste mundo a aprender, y que cada persona tiene un ángel, un compañero espiritual que lo guía en éste aprendizaje.
Pero de acuerdo a Liza, desde muy pequeños “nos llenan de creencias: el miedo, el castigo, la culpabilidad, y nos volvimos seres humanos peleando contra la vida en vez de vivir con ella”. Esto, según ella, tiene como resultado que la mayoría de las personas se encuentra distraída de las señales que su ángel le manda.
Ella misma afirma que desde muy niña ya podía comunicarse con los ángeles, pero que tardó mucho en comprender que eran ellos con quienes se comunicaba. Después de todo, éste tipo de prácticas no están aceptadas por la iglesia, y al crecer católica, mucha gente le hizo creer que esas presencias que le hablaban eran su imaginación o incluso peor.
Fue después de indagar mucho y varias experiencias que se dio cuenta que esas luces que veía aún cuando cerraba los ojos eran ángeles, y desde ahí fue ayudando a otras personas a escucharlos también.
Según ella, empezar a escuchar a los ángeles es “entrar a un mundo mágico”. Para mucha gente, lograr comunicarse con los ángeles es dar certeza a la idea de que Dios nos está cuidando, y en un mundo cada vez más caótico y complejo, eso es una experiencia profundamente tranquilizadora.
“Es como cuando eras chiquitito, y tenías tu papá que te cuidaba y le agarrabas la mano y no te daba miedo nada porque te sentías protegido, es lo mismo”, dijo Liza Correa. Por eso ayuda a otros a escucharlos, con la certeza de que hablar con ellos no va en contra de la iglesia, sino, por el contrario, es una forma de aportar a su mensaje de paz. “La idea no es hacer otra creencia de ello, sino tenerlos en el corazón” afirmó.
Hablar con los ángeles
Liza no describe a los ángeles con la solemnidad con la que suelen pintar la literatura y las películas, sino como seres juguetones y portadores de un humor particular. Además, afirma que quien desee comunicarse con su ángel, no necesita más que llamarlo y preguntarle su nombre.
Sus formas de comunicarse con nosotros implican muchas veces señales a las que debemos estar atentos, porque pueden ser confundidas con casualidades.
“De pronto tu sueñas con alguien que repite un nombre, o vas por la calle y vuela un papelito que tiene un nombre, o estás oyendo una canción en una emisora que repite un nombre, cambias de radio y en la otra está la misma canción, es decir aquellas cosas que son como coincidencias, como causalidades”, enumeró como ejemplos de los ángeles comunicándose con nosotros.
Así también, la relación con los ángeles es como la de un hermano mayor, “que qué velita les pongo, que qué les rezo, no hay que rezarles, hay que hablarles, reírnos con ellos, regañarlos porque nos dejó tropezarnos aquí”, describió.
“Todo el mundo que viene al planeta tierra viene con una misión, y es la de servir al prójimo” Liza Correa Cortés
Guiar a las personas
En diálogo con NEA HOY, Liza afirma que se toma su trabajo como una misión, “porque todo el mundo que viene al planeta tierra viene con una función, que es trabajar para comer y para vivir, y una misión, que es servir al prójimo, con aquello que Dios te dio para que lo hagas bien”
Mucho antes de guiar a las personas para que puedan escuchar a su ángel, Liza se había formado en medicina alternativa y distintas disciplinas para poder ayudar a la gente. Cuando incorporó la comunicación con los ángeles, percibió que era una experiencia muy movilizadora y necesaria para muchas personas.
Quienes acuden a Liza Correa, generalmente lo hacen consultando por su situación económica, sentimental o cuestiones de salud. Llegan a ella por el boca a boca. Liza no se publicita a ella misma porque cuando lo hace, mucha gente suele confundir sus servicios con los de médiums o curanderos y llegan a su departamento preguntando por el número de la quiniela o el equipo que ganará el fin de semana.
“Ahora (los ángeles) me hablan, me dicen, y yo simplemente le pregunto y le digo a la gente”, explica sobre su trabajo, “y es muy lindo, mira, aquí yo tengo pañuelos porque muchas veces la gente sale llorando, porque es una especie de caricia espiritual en ti, saber que Dios está aquí en tu corazón y te está cuidando”.
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