Hasta hace no mucho tiempo, poco se hablaba del rol estratégico que tuvieron un centenar de mujeres en pos de la independencia de nuestro país y la unificación de la nación argentina.
En ocasión de celebrar un aniversario más de la Revolución de Mayo, NEA HOY recordó cinco historias de mujeres para recordar.
Entre ellas, la de María Remedios del Valle, una mujer afrodescendiente que llegó a ser capitana del Ejército que comandaba Manuel Belgrano; Casilda Igarzábal, considerada una de las Patricias Argentinas, Mariquita Sánchez de Thompson, cuya casa sirvió como espacio en el que se fomentó el espíritu revolucionario de la época; Ana Riglos, una de las damas patricias más comprometidas con la causa revolucionaria de 1810 y María Guadalupe Cuenca, una mujer que discutía estrategias de liberación patria con su marido Mariano Moreno, y que llevó adelante múltiples iniciativas para financiar la Revolución.
Este 9 de julio, los relatos históricos nos hablan de Juana Manuela Gorriti, una mujer que si bien no participó en los conflictos bélicos ni en las extensas discusiones que se dieron antes y después de 1816, se apoderó de herramientas literarias para dar voz a la población femenina y liberarlas del dominio masculino.
“¿Qué significaba la independencia para las mujeres si en las condiciones de esa nueva sociedad que surgía en las primeras décadas del siglo XIX eran libres, pero a la vez dependían de sus padres y esposos?”, se pregunta un interesante artículo del Ministerio de Educación nacional.
¿Quién fue Juana Manuela Gorriti?
Los documentos históricos mencionan a Juana Manuela Gorriti como una ciudadana nacida en Rosario de la Frontera, provincia de Salta. Aunque no existen acuerdos sobre la fecha precisa del nacimiento hay quienes la sitúan el 15 de junio de 1816 y quienes el mismo día pero de 1818.
Gorriti formó parte de una familia protagonista en las luchas por la independencia: era hija de José Ignacio Gorriti, representante por Salta en el Congreso de Tucumán (1816) y luego gobernador de esta provincia. También lo fue su tío, Juan Ignacio Gorriti, quien además había representado a Salta en la Junta Grande de 1811.
Los historiadores señalan que la familia de Juana tuvo estrechos vínculos con el general Martín Miguel de Güemes.
Protagonismo femenino en sus obras literarias
Juana Manuela Gorriti habilitó espacios para que las mujeres de su época se ilustraran y aprendan a escribir; en Lima y en Buenos Aires organizó tertulias y fomentaba que las mujeres asistieran a las con sus hijos e hijas.
Se encargó de promover un público lector femenino y editó revistas junto a otras mujeres. Escribió relatos sobre mujeres destacadas en la historia argentina y sudamericana, como los casos de Camila O’Gorman y de Juana Azurduy.
El papel femenino tuvo el protagonismo en sus obras; no sólo habló de aquellas que integran familias patricias o quienes tenían mayor visibilización social, sino también de grupos femeninos más relegados como los de pueblos originarios.
La mayoría de sus relatos cuentan la historia de mujeres asesinadas por varones, en pos de visibilizar la dimensión social de la violencia machista poco repudiada en la época.
Aunque su familia era de extracción unitaria, las mujeres federales ocuparon el centro de la escena en varios de sus cuentos, como por ejemplo en «La hija del mazorquero».
La escritora y ensayista Cristina Iglesias señala que una de las mayores audacias de Juana Gorriti fue escribir sobre aquello que solo estaba autorizado a los varones: los conflictos políticos, el drama de la historia argentina.
La escritora y crítica literaria Mariana Enríquez enfatizó los procesos de retraducción de la literatura gótica que aparecen en la obra de Juana Manuela Gorriti, llena de fantasmas, en general femeninos, que acechan a los vivos.
En cualquier caso, su obra se conectaba así con el problema de la autonomía cultural, cuestión abierta por el proceso independentista: cómo decir y pensar con los propios medios expresivos los problemas que atañen a la condición humana.
Sus últimos años de vida, Juana Gorriti los pasó en Buenos Aires, mientras se consolidaba el Estado nacional.
Su vida, en general, permite entender que “la independencia, además de declararse, tuvo que ser conquistada y reafirmada día tras día”. Así lo entendió esta mujer, que abrió caminos para las de su tiempo y todas las que vinieron luego.
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