Cada 8 de marzo, en todo el mundo y también a lo largo de todo el país se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora a través de diferentes actividades oficiales y no oficiales, una fecha instalada en el colectivo de manera trascendental, sin embargo, existe una fecha igual de importante en este mes que involucra a las mujeres y no tiene tanta trascendencia como debería: el día de la Visibilidad Lésbica, cuya fecha se estableció el 7 de marzo.
La instauración de esta fecha como el día de la Visibilidad Lésbica no es una mera coincidencia, sino que fue establecida porque el 7 de marzo del año 2010, “Pepa” Gaitán, una militante y activista LGBTQI+ fue asesinada de un escopetazo por el padrastro de su novia en la provincia de Córdoba ya que este no aprobaba esa relación.
Este asesinato fue considerado un claro acto de lesbo-odio y desde aquel día, el caso de “Pepa” se convirtió en un estandarte en la lucha contra la discriminación y busca dar visibilidad a las lesbianas de todo el país.
Para conocer la implicancia que tiene este día para la comunidad y poder brindar a la sociedad en general mayor información sobre la importancia de que exista esta fecha, pero además del trabajo que se puede y se debe realizar para evitar este tipo de casos, NEA HOY contactó a Miriam Rosana Maguicha, actual Presidenta en función de la Asociación Civil “La Fulana”, una Organización de Lesbianas y Mujeres Bisexuales.
Maguicha, quien se desempeña como Presidenta desde el año 2019 pero participa activamente de esta Asociación Civil desde el año 2001, señaló que “en la actualidad, La Fulana está integrada por 15 compañeras que conforman la comisión directiva y las coordinadoras que llevan adelante las distintas actividades de la Asociación”.
La Fulana tiene sede en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y trabaja junto con la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT) de la que son miembras fundadoras, teniendo así representación en todo el territorio nacional, ya que está conformada por más de 150 organizaciones LGBTQ+ de Argentina y trabajan además, con otras organizaciones sociales y civiles y con diferentes estamentos del Estado.
“La visibilidad lésbica es para nosotras la herramienta de lucha contra los prejuicios”.
Entorno a la diversidad sexual existe siempre discriminación, desconocimiento y ajenamiento, por este motivo, desde esta Asociación señalan que “la visibilidad es la mejor forma de derribarlos y de deconstruir el relato del disciplinamiento que, por supuesto, debe ir acompañado de políticas públicas”.
La Fulana nació en el año 1998 por iniciativa de María Rachid y un grupo de jóvenes militantes lesbianas y mujeres bisexuales que se propusieron crear un centro comunitario, un espacio de encuentro, de intercambio y a la vez de articulación con otros movimientos políticos y sociales.
Desde entonces, entre los objetivos principales de que posee La Fulana se encuentran el promover el respeto a la diversidad, luchar contra la discriminación por orientación sexual y expresión de género, trabajar para generar y exigir políticas públicas que incluyan a las lesbianas y a las mujeres bisexuales y luchar por sus derechos.
Otra de las ramas importantes desde la que trabaja La Fulana incluye la creación de contenidos que sirvan a la comunicación, la información y la expresión cultural para contribuir al cambio social necesario para lograr una sociedad más igualitaria.
La Asociación lleva adelante la tarea de generar espacios de encuentro entre lesbianas y mujeres bisexuales para compartir experiencias y trabajar sobre los temas que las convocan: salud, educación, trabajo, familia, etc, pero también para hacer trabajos de prevención de violencia contra las lesbianas y mujeres bisexuales y proveer de contención y asesoramiento a aquellas que hayan sufrido situaciones de violencia física y/o psicológica.
Consultada por las herramientas que podrían implementarse en las escuelas para poder abordar estos temas con los niños y jóvenes desde temprana edad, y en la búsqueda de erradicar prejuicios y malas informaciones, Maguicha señaló que “el ámbito para trabajar es por supuesto dentro de la Educación Sexual Integral (ESI) y que las escuelas cuentan con cuadernillos que se elaboraron con nuestra participación que abordan distintos temas de la diversidad sexual”.
“La realización de talleres y capacitaciones no solo para los docentes y estudiantes, sino con toda la comunidad educativa propician la apertura hacia la diversidad sexual, ya que quienes realizan estos talleres pertenecen a la diversidad sexual y pueden hablar en primera persona”.
La importancias de las redes de apoyo
El NEA sigue siendo aún hoy día, una región aún cerrada a la militancia feminista y a la visibilidad de la diversidad sexual, aunque es correcto destacar que han habido notables avances con respecto al pasado, en este sentido, desde Las Fulanas enfatizaron que es importante la experiencia de la visibilidad, algo que es “personal e irrepetible para cada una de nosotras, quienes la transitamos a nuestro tiempo”.
“Es cierto que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires pareciera que hay aires nuevos o por ser una ciudad grande, la diversidad sexual también es parte de ella, pero cuando decidimos ser visibles siempre es mejor si contamos con una red, un grupo de pares que nos apoya”, resaltó.
Para cerrar, Maguicha mencionó que entre “los ataques de odio más comunes para las mujeres lesbianas se encuentran la violencia física y verbal, en muchos casos por la expresión de género, la invisibilidad de nuestras familias, la desvalorización de nuestras capacidades y la creación de estereotipos alejados de nuestra realidad”.
La visibilidad lésbica constituye un acto político y colectivo que, a partir del asesinato de la Pepa Gaitán en la provincia de Córdoba, se cristaliza todos los 7 de marzo desde distintos puntos del país e implica ocupar las calles, construir redes afectivas y comunitarias, visibilizar las diversidades identitarias, sexuales y denunciar el acoso y la discriminación.
Ser lesbiana/e visible hoy, aún implica estar en una situación de vulnerabilidad y riesgo. La resistencia al disciplinamiento de los cuerpos y del deseo que socialmente se instala desde la heteronormatividad tienen consecuencias sociales, económicas y políticas. Las desigualdades persisten, por eso, nuestro deber como sociedad y en beneficio de las generaciones venideras es trabajar en derribar estos prejuicios, actos de discriminación y de lesbo-odio que atentan contra la integridad de la comunidad.
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