Andrés Malamud es un Doctor en Ciencias Políticas e investigador en la Universidad de Lisboa. Mientras algunos analistas observan las victorias electorales de Castillo en Perú, Boric en Chile y Preto en Colombia como la prueba de que Latinoamérica se encuentra cursando un nuevo giro a la izquierda, Malamud problematiza esta conclusión indagando sobre las razones por las que la población se inclinó por estas opciones.
En entrevista con NEA HOY, el politólogo analizó los resultados de las últimas elecciones en el continente y cómo las encuestas indican que el humor social en este momento puede cambiar y girar de un espectro a otro más rápido de lo que los nuevos gobiernos progresistas puedan esperar.
NEA HOY: ¿Estamos presenciando un nuevo giro a la izquierda en el continente? ¿Cuáles son las causas que explican que la población vuelva a optar por opciones de izquierdas?
Andrés Malamud: Lo del giro a la izquierda ahora está confirmado porque la mayor parte de las victorias electorales de América del Sur y del norte, en México, fueron para ese lado. Pero lo que destacábamos con María Esperanza Casullo es que, más firme que esa tendencia es el hecho de que todos los gobiernos pierdan.
En esto México sería una excepción, ya que a MORENA en las elecciones de medio término le fue menos bien que en las ejecutivas pero mantuvieron la primacía. En el resto, lo que observamos es que pierden los oficialismos y las fuerzas que disputan están alejadas del centro, no son moderadas.
Lo que pasa es que a veces por derecha se presentan fuerzas tan extremistas que las izquierdas más moderadas triunfan, pero tan importante como que sean de izquierda es el hecho de que no sean oficialistas, así que no ganan siempre, sino que ganan cuando no están gobernando.
Y otra cosa que me parece relevante es que hace una década, cuando las izquierdas ganaban eran hegemónicas. No pienso en hegemonía cultural solamente sino en hegemonía electoral, tenían la mayoría de los votos y la mayoría de las bancas.
Ahora ganan con minoría de votos y minoría de bancas, ganan en segundas vueltas, no en primera, y no tienen el Congreso. A veces no tienen ni siquiera el tercio suficiente para impedir el impeachment, así que al filo del peligro.
NH: ¿Entonces el triunfo de los gobiernos de izquierda no se debe necesariamente a que la población se está inclinando ideológicamente hacia ese espectro político?
AM: En principio lo que quieren es deshacerse de los que gobiernan. La izquierda disponible es el elemento que ellos encuentran para cumplir ese objetivo, pero no están enamorados de esa izquierda, y sabemos que no están enamorados primero porque esas izquierdas están ganando con bajos porcentajes. Boric sacó el 25% en primera vuelta, Castillo en Perú sacó el 13%. Petro ganó con mayor porcentaje en la primera vuelta, no le fue tan mal, pero de todos modos no era una mayoría absoluta.
Pero quiero destacar esto, ganan por poco. Entonces no es que la gente pendula entre izquierda y derecha, sino que se fragmenta, y entre esos fragmentos el que está en contra del gobierno es mayor que el que está a favor, y a veces, por ahora, el que está a la izquierda es un poco mayor que el que está a la derecha.
Pero, de nuevo, estamos moviéndonos en un margen. No es que haya un movimiento mayoritario de izquierda en América Latina, lo que hay es una ola mayoritaria antioficialista y los fragmentos que están a la izquierda se benefician. Pero no sabemos si la gente les va a tener paciencia una vez en el Gobierno. Lo que están mostrando las últimas encuestas es que no mucho.
NH: Al mismo tiempo que los gobiernos de izquierda triunfan en las elecciones en algunos países, en otros comienza a manifestarse un rechazo muy fuerte y una dificultad de estos gobiernos por construir hegemonía. ¿Por qué se da este fenómeno?
AM: Esto se da porque ni la izquierda ni la derecha son hegemónicas, mayoritarias en sus espectros. Entonces, se elige una izquierda con el 25% de los votos, que no rinde, entonces después se elige una derecha con el 28% de los votos. No estoy inventando los números, es lo que sacaron Boric y Kast en Chile. Entonces fíjate que la grieta en Chile acumuló el 53% de los votos, el 47% de los electores se inclinó por otras opciones.
En Argentina hablamos de grieta porque el 88% de los votos se concentró en las dos principales ofertas presidenciales. En Chile fue el 53, en Perú el 32, la que más sacó y el segundo llegaron al 32%, ni siquiera llegaron al tercio del electorado en primera vuelta. Por eso, hablar de grieta es mirar la superficie del mar, mirar la espuma. En realidad por debajo lo que hay es fragmentación y ruptura mucho más que polarización.
Y hoy en América Latina, lo que estamos presenciando es un fenómeno de volatilidad. Los que ven polarización se equivocan. La polarización es un mecanismo de intensidad afectiva o ideológica a nivel de las élites. A nivel de las masas lo que vemos es volatilidad, la gente que cambia el voto buscando algo que la satisfaga, y va probando sin encontrar, va probando y gastando diferentes opciones.
La volatilidad es mucho más marcada que la polarización. A veces no nos damos cuenta porque los medios sacan la foto de la elección, entonces ahí vemos polos, pero entre una elección y otro lo que hay es, movimiento de las aguas, fragmentación y cambio.
NH: Pero si lo que observamos no es una polarización ¿Cómo se explica que las opciones que terminan disputando las segundas vueltas están siendo los candidatos más extremos dentro de las opciones de izquierda y de derecha?
AM: Justamente la volatilidad se debe a que las emociones son más inestables que las ideologías, y en este momento están prevaleciendo las emociones. En América Latina, las emociones, las sensaciones están a flor de piel, y lo que buscan izquierdas y derechas es aprovechar, a veces alimentando estas emociones.
Esto se puede ver en el caso de Argentina claramente con Milei, que más allá de su ideología lo que hace es expresar la rabia con su actitud, con su lenguaje corporal, por lo que manifiesta con su físico más que con su discurso, porque ¿quién sabe lo que es el minarquismo en las clases bajas argentinas? La gente no lo vota porque es minarquista, lo vota porque está enojada.
Y eso es lo que observamos cuando pensamos que es una derecha muy extrema o una izquierda muy extrema, en realidad lo que están intentando hacer es canalizar la rabia más que plasmar una ideología en el gobierno. Y la gente se siente representada por líderes que gritan o se enojan más que por moderados que proponen el acuerdo.
De nuevo, esto es una consecuencia de los malos tiempos económicos que generan un rechazo en general con el establishment que gobierna.
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