Su nombre es Martín Ariel Céspedes, tiene 28 años y vive actualmente en el departamento correntino de Goya. Su familia está conformada por padre, madre, su hermano y su novia. En la actualidad, se dedica a atender un negocio familiar del rubro de la construcción.
El joven trabaja de 8 a 10 horas por día y el tiempo libre que tiene lo ocupa para entrenar. Particularmente, considera que escalar altas montañas es su “cable a tierra”. Lo cierto es que, poco antes de escalar el Cerro Aconcagua, no tenía otras experiencias significativas; algunas cumbres de no más de 3 mil metros.
Ariel se considera a sí mismo un montañista amateur; señala que le apasiona meterse en la montaña y correr como un niño. Pero para ello, entrena mucho.
Escalar el Aconcagua
La idea de llegar a la cima del cerro mendocino se le ocurrió a Ariel Céspedes dos años atrás pero debió posponer este objetivo a causa de la pandemia. Luego de una charla con amigos, durante el año pasado, se decidió a probar.
Antes de hacer esta experiencia significativa, tuvo que escalar el Cerro Vallecitos, de 5.500 metros de altura sobre el nivel del mar, y así aprendió cosas muy importantes que fueron tenidas en cuenta en el camino a la cima de Aconcagua; experimentó también los efectos de la altura, dolores de cabeza, vómitos y mareo.
Pasada esta experiencia, Céspedes ingresó al Parque Nacional Aconcagua el 5 de enero junto a otros siete alpinistas extranjeros y tres guías argentinos.
Camino a la cumbre
Para llegar a la cima del Aconcagua, Ariel debió recorrer el camino tradicional que marcan los guías; pasar por el campamento llamado Confluencia, a 3.300 metros de altura y llegar a Plaza Francia, desde donde se puede visibilizar la pared sur del cerro mendocino.
Luego, tuvo que escalar hasta la Plaza de Mulas, ubicada a 4.300 metros de altura. La siguiente parada fue el Campamento Canadá a 5.000 metros, donde pudo tomar una bella imagen del atardecer.
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El sitio previo a la llegada a la cima estuvo en el campamento Canadá, donde Ariel y sus compañeros se encontraron con la nieve e intensos vientos.
Si bien, todavía quedaba un campamento más por recorrer, el Cólera, supieron que las condiciones climáticas podrían retrasar la travesía tal como estaba prevista. Por ello, decidieron adelantarse.
En la madrugada del 15 de febrero, a las 2 de la mañana, iniciaron su camino hasta la cumbre. Luego de un arduo caminar, alrededor de las 16 horas lograron alcanzar el punto más alto del cerro.
“En la montaña te das cuenta la inmensidad y lo diminuto que somos”, reflexionó Ariel Céspedes en diálogo con NEA HOY y destacó el desafío que implica subir a la montaña. “La misma semana que estuve falleció una persona y muchas otras debieron descender con problemas de pulmón. Entendí que había que estar bien preparados para dar aquellos pasos”, agregó el montañista.
Proyecciones
Ariel Céspedes compartió con este medio que espera seguir con la aventura de escalar las altas montañas; no sólo porque desea superarse cada día, también porque ya lo considera un estilo de vida.
Señaló también que desde su entorno lo comenzaron a presionar para que se animara a escalar el Monte Everest, algo que no descarta, pero que considera que debe acumular más experiencias antes de animarse a él.
Mientras tanto, el joven goyano comenta que seguirá sumando experiencias intentando llegar a la cima de distintos cerros que se encuentran en la Cordillera de los Andes, con puntos un poco más bajos que el Aconcagua, pero con situaciones climáticas y físicas mucho más difíciles.
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