Un 27 de septiembre de 1930 se fundaba la Confederación General del Trabajo (CGT), un organismo que marcó el rumbo del movimiento obrero en la Argentina y fue protagonista de muchos hitos en la historia del país. En la siguiente nota repasamos el contexto de su fundación y algunos de los hechos más importantes que protagonizaron en la primera mitad del Siglo XX.
Su fundación
Los movimientos sindicales en Argentina llegaron a la Argentina en la década del 20, con la urgencia de encontrar espacios de confrontación y debate que les permitiera recuperar los espacios de lucha. Habiendo sufrido represiones como la Semana Trágica y las huelgas patagónicas los movimientos de trabajadores se encontraban desgastados y la crisis del régimen oligárquico vaticinaba cambios en la estructura laboral.
En este contexto, la Confederación Obrera Argentina (COA), con una línea mayormente socialista, era uno de los más relevantes por contar con el apoyo de la Unión Ferroviaria además de estatales y empleados de comercio. Por otro lado se encontraba la Unión Sindical Argentina (USA), que aglutinaba a sindicalistas puros que imperaban en los gremios telefónicos y marítimos.
El golpe de estado militar del 6 de septiembre de 1930 y el comienzo de la represión al conjunto del movimiento obrero precipitaron la unidad de ambos sectores. Fue así que el 27 de septiembre de 1930, a pocos días del golpe, se fundó la Confederación General del Trabajo.
Los primeros secretarios generales fueron de la rama ferroviaria, siendo el primero Luis Cerruti. Sin embargo la CGT tardaría seis años en organizarse formalmente, celebrando entre el 31 de marzo y el 2 de abril de 1936 el primer Congreso Constituyente.
La Confederación General del Trabajo impulsó una nueva etapa para el movimiento obrero argentino, consolidando el sindicato de rama, estableciendo la dedicación plena de los dirigentes sindicales mediante el pago de una remuneración y vinculando al sindicalismo con la vida política democrática.
El apoyo a Perón
Tras el golpe de estado de 1943, la gran mayoría de los dirigentes socialistas de la Confederación General del Trabajo (que en ese momento se había dividido en la CGT N°1 y N°2), apoyaron las políticas pro-obreras del entonces Ministro de Trabajo Juan Domingo Perón.
Cuando este fue encarcelado, desde la CGT se planteó un paro general que, ante la impaciencia popular, derivó en una importante manifestación en Plaza de Mayo el 17 de octubre de 1945, logrando la liberación de Perón y el llamado a elecciones democráticas. Este suceso es por lo que los 17 de octubre se celebra el “Día de la Lealtad”.
Luego de esto, la CGT volvió a establecerse como central sindical unitaria, incorporando a muchos sindicatos que se encontraban en la CGT N°2. De cara a las elecciones, desde estos sindicatos se organizó el Partido Laborista para sostener la candidatura de Perón, que en alianza con la Unión Cívica Radical Junta Renovadora y el Partido Independiente obtendrían el 52.84% de los votos.
Poco después de las elecciones que le dieron el triunfo a Perón, los diferentes partidos que integraban la coalición que lo apoyó se disuelven para fusionarse en el Partido Peronista. De ese modo desaparece el efímero Partido Laborista Argentino.
El rol de la CGT durante el peronismo.
Por la participación de la Confederación General del Trabajo en la asunción de Perón al poder, el movimiento obrero fue considerado la columna vertebral del Partido Peronista. Uno de sus dirigentes, el socialista Ángel Borlenghi, fue nombrado en el estratégico Ministerio del Interior, mientras que Juan Atilio Bramuglia (abogado de la Unión Ferroviaria) fue designado Ministro de Relaciones Exteriores.
La CGT unificada adquirió un enorme poder. Sus afiliados pasaron de 80.000 en 1943, a 1.500.000 en 1947 y 4.000.000 en 1955 participaban de las reuniones de gabinete y, en el Parlamento, un tercio de los diputados correspondía a la rama sindical, que funcionaba como bloque.
En este período se sancionó la Ley 14.250 de Convenios Colectivos de Trabajo, consolidando el papel central de la negociación colectiva en las relaciones de trabajo, al establecer que los convenios colectivos de trabajo eran obligatorios para todos los trabajadores, sindicalizados o no.
En 1949 se sanciona una nueva constitución, conocida como la Constitución de 1949, donde se incorporó por primera vez los derechos del trabajador en el constitucionalismo argentino. Esta constitución sería luego derogada por el golpe militar de 1955.
La Constitución de 1949 también estableció la igualdad jurídica entre hombres y mujeres, igualdad que se perdió al quedar derogada en 1955 y que recién se recuperaría en 1985. Las leyes laborales y el incremento de los salarios impulsado por la negociación colectiva promovieron una distribución del ingreso nacional más justa.
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