La guerra por Warner Bros Discovery alcanzó su punto de ebullición. Lo que comenzó como un acuerdo entre Netflix y el legendario estudio hollywoodense se transformó en una disputa corporativa que tiene en vilo a toda la industria. El 8 de enero vence la oferta hostil de Paramount, fecha que marcará un antes y un después en el mapa del entretenimiento global.
Dos visiones, dos modelos
Netflix llegó primero con una propuesta de 82.700 millones de dólares que incluye Warner Bros, HBO y HBO Max, dejando fuera los canales de televisión como CNN y Discovery, que se separarían en una nueva empresa llamada Discovery Global. El gigante del streaming apuesta por la certidumbre: tiene el respaldo del consejo de Warner y argumenta que su plan enfrentará menos obstáculos regulatorios.
Paramount contraatacó con una oferta superior de 108.400 millones de dólares por la totalidad de Warner Bros Discovery, sin divisiones ni recortes. La propuesta, completamente en efectivo, recibió un espaldarazo definitivo cuando Larry Ellison, cofundador de Oracle y uno de los hombres más ricos del planeta, comprometió una garantía personal e irrevocable de 40.400 millones de dólares. El mensaje es claro: tienen los recursos para absorber al gigante del entretenimiento.
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El consejo de Warner rechazó formalmente la oferta de Paramount el 17 de diciembre, calificándola de arriesgada y cuestionando su estructura financiera. Pero la garantía de Ellison dinamitó ese argumento, elevando la presión sobre los accionistas, quienes ahora deben elegir entre seguridad jurídica o mayor retorno económico inmediato.
El terremoto que viene para el streaming
Si Netflix logra cerrar el acuerdo, el paisaje del streaming quedará irreconocible. La plataforma multiplicaría su catálogo casi por siete, pasando de 13.000 títulos a cerca de 75.000, sumando las bibliotecas completas de Warner y HBO. Joyas como Juego de Tronos, Friends, Harry Potter, The Big Bang Theory y toda la producción de DC Studios pasarían a manos del pionero del streaming, que ya cuenta con éxitos globales como Stranger Things y El juego del calamar.
Esta concentración despierta alarmas antimonopolio en Washington. El presidente Donald Trump advirtió que el acuerdo «podría ser un problema» y dejó claro que estará involucrado en la decisión final. La senadora demócrata Elizabeth Warren lo llamó «pesadilla antimonopolio», mientras senadores republicanos exigen una revisión exhaustiva del Departamento de Justicia y la Comisión Federal de Comercio.
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El fantasma de la compra de 21st Century Fox por Disney en 2017 —que tardó dos años en materializarse por trabas regulatorias— sobrevuela las negociaciones. Sin embargo, detras esta defensa de un mercado sin monopolios está la conveniencia de Trump de que sea Paramount el triunfador, ya que sus directivos ya han ayudado al presidente de los Estados Unidos en la baja de programas críticos a su gobierno.
Donald Trump declaró públicamente que quiere ver a CNN en «manos nuevas«, debido a su confrontación histórica con el canal. Este factor podría inclinar la balanza hacia Paramount, cuya oferta integra CNN y todos los canales de televisión, mientras que el acuerdo de Netflix los excluye deliberadamente.
El dilema de las salas de cine
Los propietarios de cines observan con inquietud. La industria apenas se recupera de los golpes combinados del streaming y la pandemia: en Estados Unidos y Canadá se vendieron 1.200 millones de entradas en 2019, cifra que se desplomó a 441 millones en 2021. Este año, las taquillas alcanzarían apenas 8.800 millones de dólares, lejos de los más de 11.000 millones anuales previos a la pandemia.
Ted Sarandos, codirector ejecutivo de Netflix, tiene un historial problemático con los estrenos cinematográficos. Aunque prometió respetar los compromisos de Warner con las salas hasta 2029 o 2030, sus declaraciones pasadas generan desconfianza. Sarandos ha cuestionado públicamente el valor de la experiencia teatral, sugiriendo que películas como Barbie habrían tenido el mismo impacto cultural lanzadas directamente en streaming. Su modelo de negocio privilegia ventanas de exhibición mínimas —apenas 17 días en algunos casos— antes de migrar contenidos a la plataforma.
El temor es que Netflix, una vez vencidos los compromisos actuales, reduzca drásticamente los estrenos exclusivos en cines o acorte sus períodos de exhibición. Paramount, en contraste, mantendría el modelo tradicional de exhibición y apoyaría la ventana teatral completa, un respiro para un sector que necesita alcanzar los 10.000 millones en ventas anuales para recuperar la rentabilidad prepandemia.
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Cuenta regresiva
Con la oferta de Paramount vigente hasta el 8 de enero, los accionistas de Warner enfrentan una decisión histórica. Fondos como Vanguard, BlackRock y State Street —que controlan alrededor del 22% de la compañía— tienen la última palabra. Aunque la propuesta de Paramount ofrece 30 dólares por acción frente a los 23,25 de Netflix y cuenta con respaldo financiero sólido, algunos inversores prefieren la certeza regulatoria del acuerdo con el gigante del streaming.
Lo que se decida en los próximos días no solo determinará el dueño de franquicias valoradas en decenas de miles de millones, sino que redefinirá el futuro del entretenimiento: cómo consumiremos contenidos, qué papel jugarán las salas de cine y cuánto poder puede acumular una sola plataforma en la era digital. El 8 de enero, Hollywood sabrá quién escribirá su próximo capítulo.
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