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Chile se prepara para unas elecciones decisivas: Jannette Jara lidera pero la derecha apuesta a la segunda vuelta

El 16 de noviembre, más de 15,7 millones de chilenos acudirán obligatoriamente a las urnas para elegir al sucesor de Gabriel Boric. Ocho candidatos compiten por La Moneda, pero las encuestas anticipan un balotaje en diciembre donde la izquierda partiría en desventaja.
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Chile atraviesa la recta final de una campaña presidencial que definirá el rumbo del país para los próximos cuatro años, en un contexto marcado por la desconfianza ciudadana hacia la clase política y múltiples crisis que aquejan a la sociedad. Con una veda electoral que prohíbe la difusión de encuestas desde quince días antes de los comicios, los últimos sondeos publicados revelan un escenario complejo: la candidata de la izquierda Jannette Jara aventaja en la primera vuelta, pero enfrenta un muro difícil de sortear en un eventual balotaje.

Un panorama electoral fragmentado

Ocho candidatos aspiran a ocupar el Palacio de La Moneda, aunque solo tres tienen posibilidades reales de victoria. La exministra de Trabajo Jeannette Jara, del Partido Comunista y representante de la coalición Unidad por Chile, encabeza todas las encuestas con cifras que oscilan entre el 26% y el 33% de intención de voto, según diferentes mediciones. Jara representa la continuidad del gobierno del presidente Gabriel Boric, quien arrastra una aprobación del 30% y un rechazo del 60%, números que inevitablemente impactan en su candidatura.

La batalla por el segundo lugar, crucial para acceder al balotaje del 14 de diciembre, se presenta reñida entre las derechas. José Antonio Kast, del ultraconservador Partido Republicano, aparece en la mayoría de los sondeos con un 20-24% de las preferencias, aunque ha perdido impulso en las últimas semanas. Su principal competidor es Johannes Kaiser, del Partido Nacional Libertario, un diputado ultraderechista que ha experimentado un notable crecimiento y alcanza entre el 13% y el 20% según distintas mediciones, posicionándose como el posible cisne negro de esta elección.

De acuerdo a las últimas encuestas, Chile podría tener un balotaje entre Jannete Jara, ex ministra de trabajo, y José Antonio Kast.

Evelyn Matthei, de la Unión Demócrata Independiente y representante de la derecha tradicional, completa el podio con un 13-17% de las preferencias, quedando relegada respecto a sus expectativas iniciales. Detrás de estos tres candidatos, Franco Parisi del Partido de la Gente ronda el 8-14%, mientras que Harold Mayne-Nicholls, Marco Enríquez-Ominami y Eduardo Artés tienen escasas posibilidades de incidir en el resultado.

Las matemáticas del balotaje

El consenso entre analistas y encuestadores es claro: ningún candidato alcanzará el 50% necesario para ganar en primera vuelta, por lo que habrá balotaje en diciembre. Aquí es donde el panorama se invierte dramáticamente para Jara. Todos los sondeos coinciden en que la candidata de izquierda perdería con amplitud frente a cualquiera de los candidatos de derecha en segunda vuelta, con márgenes que van del 6% al 8% de diferencia.

Esta situación refleja un techo electoral difícil de romper para Jara, quien enfrenta el desafío de militar en un partido marxista-leninista que apoya al régimen cubano y simpatiza con Venezuela y Corea del Norte, posiciones que alienan a amplios sectores del electorado moderado. En un intento por ampliar su base, la candidata ha intentado desmarcase de las posiciones más radicales de su partido, declarando a empresarios que «no los expropiará» y describiendo a Cuba como un país con «una democracia, pero diferente«, aunque admitiendo la existencia de presos políticos.

La fragmentación de las derechas

Si bien las matemáticas favorecen a cualquier candidato de derecha en segunda vuelta, la fragmentación del sector es su principal debilidad. La tensión entre Kast, Kaiser y Matthei ha generado episodios de «guerra civil» que podrían dificultar la conformación de mayorías en el Congreso, donde también se renovará completamente la Cámara de Diputados y la mitad del Senado.

Matthei no ha garantizado su apoyo a Kast si este pasa a segunda vuelta, argumentando que tanto él como Jara representan extremos políticos, mientras ella encarna el centro moderado capaz de lograr acuerdos transversales. Los partidarios de Kast le responden recordando que el devastador estallido social de octubre de 2019 ocurrió bajo la administración del centroderechista Sebastián Piñera.

Kaiser, por su parte, representa una nueva expresión de la ultraderecha, vinculado a movimientos trumpistas y admiradores del presidente argentino Javier Milei. Su ascenso ha sido meteórico y algunos en el entorno de Jara especulan que un balotaje con él podría favorecerla debido al posible incremento del voto en blanco o el ausentismo, a diferencia de Kast, quien tiene mayor potencia electoral en temas de seguridad y migración.

Los problemas que importan

Las encuestas revelan que los chilenos están profundamente preocupados por la inseguridad, la criminalidad y el narcotráfico, temas que encabezan la lista de prioridades con un 53% de menciones. Le siguen la corrupción (51%), la migración irregular (30%), la inflación (29%) y las deficiencias en el sistema judicial (26%).

El próximo gobierno deberá enfrentar un panorama complejo: crecimiento económico débil, desempleo en alza (especialmente entre mujeres), extensas listas de espera en salud pública y un grave declive de la educación pública. Todo esto en un contexto donde el Congreso tiene una desaprobación del 90%, la peor de todas las instituciones nacionales.

Más allá de Chile

Los analistas coinciden en que estas elecciones tendrán repercusiones que trascienden las fronteras chilenas. Según expertos, el resultado será relevante para toda América Latina, particularmente considerando el rol geopolítico de Chile en el Cono Sur y su importancia estratégica para Estados Unidos en el control del Pacífico y el acceso a recursos naturales críticos.

La tradición cívica chilena indica que la noche del 14 de diciembre, los ciudadanos conocerán quién los conducirá los próximos cuatro años. El candidato derrotado deberá acudir a felicitar al vencedor, y al día siguiente el presidente en ejercicio ofrecerá un desayuno al electo. Son rituales que la ciudadanía espera se cumplan, como señal de que la clase política puede recuperar algo de la confianza perdida y allanar el camino para que Chile afronte los desafíos pendientes.

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