El sábado a la mañana, en una casa del barrio Villa Serrana, en las afueras de Córdoba, Luna Giardino (24) y su madre, Mariel Zamudio (50), fueron víctimas de un doble femicidio. El principal acusado es Pablo Laurta, expareja de Luna y padre de su hijo de 5 años, a quien secuestró tras el crimen y con quien intentó huir a Uruguay. Fue detenido al día siguiente en un hotel de Gualeguaychú. Pero la historia no termina ahí.
Laurta no es un hombre cualquiera: es el fundador de Varones Unidos, un colectivo antifeminista nacido en Uruguay que niega la violencia de género, desacredita las denuncias judiciales y promueve la idea de que los hombres son las verdaderas víctimas de un “sistema feminista”. Resulta que el caso que hoy hace que nos lamentemos, entonces, no salió de la nada, es la consecuencia más extrema de un discurso que lleva años incubando odio contra las mujeres y que, bajo el manto de la “batalla cultural”, encontró eco en espacios políticos, medios y redes sociales.
La escena del horror
“Eran las 9 de la mañana. Escuché una detonación, pero no imaginé nada. 5 minutos después lo vi pasar con el nene de la mano, tranquilo, como si nada”, contó un vecino que fue testigo del momento posterior al crimen. El hombre explicó que conocía al agresor desde hacía meses ya que en octubre del año pasado, Laurta había acosado a Luna durante días, subido al tanque de agua de su casa.
Laurta había sido denunciado tantas veces que Luna y su madre habían derivado en la activación de un botón antipánico que, según informó la policía, estaba desactivado el día del crimen. Es decir que para lo que la justicia puede ser un “problema menor” terminó siendo fatal. La violencia de género había sido denunciada, identificada y advertida, pero el sistema no actuó a tiempo.

El discurso detrás del crimen
Pero el crimen fue solamente el acto final, porque durante varios años previos, Laurta construyó una identidad pública como referente del antifeminismo digital. Desde sus redes, bajo el usuario @tauromanso, publicaba mensajes misóginos y peligrosos “Lo mejor del 8M es que nos recuerda lo descaradamente mentirosas que son algunas mujeres”, escribió el 9 de marzo. “Pronto recibirán lo que se merecen”, le respondió a una mujer en julio pasado.
En los foros de Varones Unidos, se presentaba como un “padre víctima de la justicia feminista”, denunciando a Luna por “secuestro parental” y acusándola de impedirle ver a su hijo. Así instalaba su caso como un ejemplo de la supuesta “discriminación contra los hombres”. Pero hoy esa narrativa quedó desmentida por la realidad de un hombre que decía defender los derechos pero asesinó a su expareja y a su suegra, secuestró a su hijo y casi logra escapar del país.
El colectivo del odio
Varones Unidos nació en Uruguay como un espacio digital “para incorporar la perspectiva masculina en el debate de género”, pero lejos de ser alguna fuente verídica de información o algo parecido, se convirtió en un centro de difusión de teorías conspirativas, negacionismo y violencia simbólica. El colectivo (incluso al día de hoy) sostiene que los hombres son víctimas de un “sistema feminista” que los persigue en causas judiciales y en la tenencia de sus hijos.
El movimiento fue ganando seguidores en redes y foros, copiando y replicando los discursos de la llamada “manosfera”: esa red internacional de grupos misóginos que desde hace más de una década se nutre del odio al feminismo. Quizás para algunas personas un desacuerdo con las políticas de género podían quedarse en un simple malentendido, pero para estos grupos ven al antifeminismo como una cruzada moral y política. Sus líderes se autoperciben como víctimas de un sistema que privilegia a las mujeres, cuando en realidad reproducen estructuras de dominación. El caso de Laurta es eso.
Pero el problema es que no es un “loco suelto”, es alguien con quien muchas personas empatizan. Es más, su militancia lo conectó con figuras clave de la ultraderecha rioplatense como Agustín Laje, Nicolás Márquez y, curiosamente, con Patricia Bullrich quién lo seguía en redes.

La “batalla cultural” y sus cómplices
En 2018, Laurta participó de la presentación en Montevideo de El libro negro de la nueva izquierda, escrito por Laje y Márquez, 2 de los principales voceros del discurso antiderechos en el Cono Sur. En las fotos difundidas por el colectivo Varones Unidos, se lo ve sentado junto a ambos. Desde entonces, mantuvo una relación de afinidad ideológica: compartía sus videos, reproducía sus consignas y participaba de actividades vinculadas a su agenda.
Laje, actual titular de la Fundación Faro (el think tank libertario creado por Javier Milei), y Márquez, biógrafo del Presidente, son los principales promotores de la idea de una “batalla cultural” contra el feminismo, la educación sexual integral y los derechos de las disidencias. Esos vínculos se deben a que el discurso que Laurta amplificó es el mismo que desde los despachos del poder hoy busca desfinanciar las políticas de género, deslegitimar las estadísticas de femicidios y presentar la violencia machista como un “relato exagerado”.
El discurso que lastima
Es muy fácil caer en la radicalización digital desde el odio. Tomemos por ejemplo el antifeminismo. Primero empieza como una conversación de frustración entre varones, muchas veces en foros o redes, y se transforma en un marco ideológico que justifica la violencia. Los agresores no se ven como violentos, sino como víctimas que ‘reaccionan’ ante un supuesto abuso del sistema.
Laurta, como tantos otros, convirtió esa frustración en una identidad. La narrativa del “padre injustamente separado” y del “hombre oprimido por el feminismo” fue su modo de construir legitimidad. “Pero esos relatos son peligrosos porque eliminan cualquier responsabilidad. El agresor se autopercibe como héroe o mártir, y eso habilita cualquier acto. En el caso de Córdoba, esta legitimación se tradujo en un crimen premeditado.
El precio del negacionismo
En las redes de Varones Unidos, tras conocerse el doble femicidio, varios usuarios intentaron borrar rastros o desactivar cuentas. Pero los registros quedaron. El colectivo, que se presenta como “una comunidad de hombres que buscan igualdad ante la ley”, compartía publicaciones que acusaban a las mujeres de “usar las denuncias de violencia como venganza” y que pedían “derogar las leyes de género”.
Pablo Laurta fue detenido, pero la ideología que lo alimentó sigue libre, multiplicándose en cada mensaje exacerbado por una comunidad a la mueve el odio y mientras ese odio siga siendo parte del discurso público, cada femicidio será también una responsabilidad colectiva.
ADEMÁS EN NEA HOY:
Chaco: hallaron sin vida a Gabriela Barrios en la casa del principal sospechoso
Torneo de la Amistad: San Martín se quedó con la copa tras ganar por penales