El gobierno de Javier Milei avanzó con un ajuste que impactó de lleno en los sectores más vulnerables: jubilados, asalariados y personas con discapacidad. Pero el golpe no se detuvo allí: también alcanzó a las provincias, que vieron reducidos sus ingresos en aproximadamente un 20%. Desde la oposición chaqueña remarcan que cualquier gobernador debería priorizar recuperar parte de lo perdido, ya que de esos recursos depende el sostenimiento de políticas públicas esenciales.
En ese contexto, Leandro Zdero eligió otro camino. En lugar de reclamar lo que le corresponde a su provincia, envió a sus legisladores a votar en contra de diferentes leyes que van en detrimento de la población chaqueña (jubilaciones, universidades, Garrahan, etc), un comportamiento calificado por sus opositores como “inexplicable” y que, en los hechos, equivale a “atentar contra el propio interés de los chaqueños”. Para la oposición, este comportamiento desnuda una irresponsabilidad grave, más aún cuando se trata de fondos que no son discrecionales, sino que corresponden a todos los ciudadanos del Chaco.

La preocupación es aún más fuerte porque Zdero no solo evita confrontar con Nación, sino que se muestra como sostén político en los momentos más críticos del oficialismo libertario. Desde los sectores opositores ya no solo hay alarma, sino también una sensación de hartazgo: señalan que “el 10 de diciembre Zdero no vale nada, la provincia no tiene más representantes; son representantes del centralismo porteño. Es una locura, todo esto es disparatado. Tenés que ser muy pelotudo para entregar a tus senadores y a tus diputados”. La frase condensa el malestar creciente frente a un gobernador que parece jugar en contra de su propio pueblo.
Zdero y Milei: un pacto sin fisuras
El alineamiento del chaqueño con la Casa Rosada no es nuevo, pero en los últimos meses se profundizó de manera escandalosa. Pese al descrédito creciente del gobierno nacional y a las denuncias de corrupción que lo rodean, Zdero se reunió durante dos horas con Eduardo “Lule” Menem, operador político de Karina Milei e involucrado en los audios sobre presuntas coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad. Ese gesto fue leído como un aval político hacia una figura bajo sospecha y, por ende, como una señal peligrosa de subordinación.
Lejos de marcar distancia, el gobernador chaqueño reforzó su alineamiento visitando la Quinta de Olivos, donde se mostró públicamente con Javier y Karina Milei. La foto no pasó desapercibida: mientras gobernadores como Gustavo Valdés (Corrientes), Hugo Passalacqua (Misiones) y Gildo Insfrán (Formosa) se corren de la órbita libertaria y reclaman un federalismo real, Zdero se aferra a un presidente golpeado por derrotas electorales y escándalos políticos. La oposición chaqueña no duda en advertir que esta estrategia significa convertir al Chaco en un mero satélite del poder central.
“ZDERO GASTÓ por encima de la inflación en un contexto inflacionario alto. Ahora estamos pagando las consecuencias de ese primer año”
El contraste es brutal. Mientras otros mandatarios buscan negociar desde la autonomía para defender los intereses de sus provincias, Zdero renuncia a esa posibilidad y se abraza a un oficialismo nacional debilitado. En lugar de fortalecer la voz del Chaco en el Congreso, la entrega de sus diputados y senadores a la disciplina libertaria implica resignar capacidad de negociación. Como señalan sus críticos, “a partir de esa decisión, la provincia queda sin representación genuina y pasa a ser un apéndice del centralismo porteño”.

Una gestión que agravó la crisis de Chaco
La cercanía con Milei contrasta con la realidad interna del Chaco, que atraviesa una situación económica delicada. Zdero recibió una provincia con superávit, pero en 2024 el gasto público superó a la inflación, un error que, según especialistas, es de manual. El resultado fue un desajuste financiero que hoy compromete seriamente las cuentas provinciales, con una masa salarial desbordada y deudas crecientes.
“La madre de todo el problema es haber gastado por encima de la inflación en un contexto inflacionario alto. Ahora estamos pagando las consecuencias de ese primer año”, advierten a NEA HOY desde la oposición chaqueña. A la falta de previsión se suma la incapacidad técnica de la gestión para ejecutar herramientas disponibles: la Legislatura chaqueña había aprobado un crédito de 500 millones de dólares con apoyo de dos tercios de los diputados, pero la plata nunca llegó porque el gobierno no supo garantizar garantías ni manejarse en el mercado financiero.
Este escenario vuelve al Chaco dependiente de la asistencia nacional, aunque con costos altísimos. La provincia queda atrapada en una pinza: por un lado, el endeudamiento insostenible y la incapacidad de gestión local; por el otro, la dependencia política de un gobierno nacional que reparte recursos de manera discrecional. De hecho, el reciente giro de 2.500 millones de pesos en ATN a Chaco fue interpretado como un premio a la fidelidad política de Zdero en un contexto de recorte generalizado.

El Norte Grande sin influencia chaqueña por un Zdero férreamente aliado
La agenda del Norte Grande, que años atrás permitió subsidios a la energía, desarrollo de corredores de integración y obras públicas de gran envergadura, hoy parece haber quedado en el olvido. Para la oposición del Chaco, el bloque regional sigue teniendo absoluta vigencia, pero su efectividad depende de la coordinación política de los gobernadores y de la defensa común de los intereses del norte argentino.
En el pasado, Chaco fue motor de esa agenda. Durante la gestión de Jorge Capitanich, los diputados chaqueños recibían instrucciones claras para actuar en sintonía con legisladores de otras provincias y así obtener logros concretos en materia de infraestructura y tarifas. Hoy, ese rol se ha diluido por completo. Con Zdero, el Chaco ya no empuja proyectos regionales ni defiende el federalismo: en cambio, se limita a seguir los lineamientos del oficialismo libertario.
El resultado es un debilitamiento estructural de la voz del norte en la mesa nacional. Mientras Insfrán, el converso gobernador correntino Valdés (antes aliado y ahora férreo opositor), y (el, hasta ahora, cauto) Hugo Passalacqua reclaman con fuerza, el chaqueño aparece alineado a un poder central que desprecia la agenda regional. En palabras de la oposición, la provincia pasó de ser protagonista a convertirse en convidada de piedra de un proyecto político que la invisibiliza. Y lo más grave: lo hace por decisión propia de su gobernador.
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