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Viernes 12 de septiembre de 2025
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El termómetro dólar: la fragilidad del esquema Caputo tras la derrota de las elecciones bonaerenses

Las elecciones provinciales de Buenos Aires mostraron a la gente disconforme con el rumbo económico. El oficialismo insiste en que no habrá cambios de rumbo, pero la reacción del dólar, la caída de bonos y el respaldo apenas simbólico del FMI revelan un esquema atado con alambre. Tres escenarios se abren hacia adelante: la continuidad forzada, el desborde cambiario o una corrección política que Milei parece decidido a evitar.

Las elecciones provinciales de Buenos Aires mostraron a la gente disconforme con el rumbo económico. El oficialismo insiste en que no habrá cambios de rumbo, pero la reacción del dólar, la caída de bonos y el respaldo apenas simbólico del FMI revelan un esquema atado con alambre. Tres escenarios se abren hacia adelante: la continuidad forzada, el desborde cambiario o una corrección política que Milei parece decidido a evitar.

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Cuando hay elecciones en Argentina, es casi inevitable que se hable de uno de los mayores actores del bolsillo: el dólar. Suele suceder cuando son nacionales o cuando tienen que ver con el poder ejecutivo, pero Javier Milei decidió nacionalizar las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre y así le fue: perdió en el distrito más grande del país por 13 puntos. Entonces, lo que podría haber sido una elección de concejales en parajes recónditos de la provincia, terminó convirtiéndose en una especie de plebiscito y el dólar en un termómetro.

Si bien en el búnker de la derrota Milei afirmó que: “sin dudas en el plano político hoy hemos tenido una clara derrota y si alguien quiere reconstruir lo que hay que hacer es aceptar los resultados, hemos tenido un revés electoral”, a los pocos días escribió un twit que rezaba: “Tal como señalé el día domingo, no nos moveremos ni un milímetro del programa económico: (1) equilibrio fiscal; (2) mercado monetario ajustado; y (3) en lo cambiario, se mantienen las bandas cambiarias pactadas con el FMI. Además, seguiremos desregulando.”

Osea que si bien en un principio parecía entender que la política y la economía están anudadas de manera inseparable, más tarde dio marcha atrás y aseveró que el rumbo que había elegido para la economía era el que él consideraba el correcto y no cambiaría nada, a pesar de que las elecciones se convirtieron en una radiografía de la fragilidad del esquema económico que conduce Luis “Toto” Caputo.

El dólar como espejo

El lunes, el dólar oficial mayorista abrió en $1.450 (+6,1%), el MERVAL cayó 20% en dólares, los bonos del Tesoro denominados en dólares registraron caídas superiores al 11% TIR a 2038, y el AL30 cayó más de 6% (20% TIR), por lo que el riesgo país superó los 1.000 puntos básicos por primera vez desde octubre de 2024. Los títulos del Tesoro en pesos abrieron con fuertes caídas tanto en tasa fija (hasta el 7%) como en los ajustables por inflación (hasta el 10%), llevando los rendimientos hasta fin de año a la zona del 90% Efectivo Anual.

Por supuesto que fuentes del mercado salieron corriendo a asegurar que el Tesoro no intervino pero, se estima que en los anteriores 4 días de participación oficial la cartera que conduce Luis Caputo perdió cerca de 500.000.000 de dólares para contener la escalada de la divisa. No se puede separar la economía de la política, porque cuando el dólar se mueve, todo se mueve y lo que la semana post elecciones dejó en claro es que la calma cambiaria que Milei vende como un gran logro puede ser una pantalla de humo.

El respaldo del FMI

La Directora del Fondo, Kristalina Georgieva salió corriendo a respaldar al Gobierno argentino, porque el organismo no puede darse el lujo de que fracase su principal experimento en la región. Pero no es que salieron a respaldarlo con dinero, no, el FMI no habilitó un flujo de divisas que permita despejar las tensiones. Más bien fue una palmadita en la espalda al Ministro, un gesto discursivo para sostener a Caputo y reforzar la idea de que no hay plan B.

Ahí está el problema. El Gobierno está convencido de que su plan económico es un dogma que no se puede cuestionar. No hay alternativa, no hay correcciones posibles, no hay matices. Milei y Caputo insisten en que la única salida es profundizar el mismo camino que ya mostró sus límites. Y lo hacen incluso cuando el resultado electoral les recordó que la sociedad no está dispuesta a convalidar pasivamente un ajuste sin fin. Si bien el respaldo del FMI llegó rápido, como una forma de oxigenar a Caputo y evitar un derrumbe mayor, el mensaje de la plaza financiera no fue de apoyo sino de advertencia: si Milei no cambia nada, el mercado va a hacerlo por él.

Es así como el Ministro de Economía quedó entre la espada y la pared. Por un lado, sostiene un programa de ajuste feroz, que destroza el poder adquisitivo y alimenta el malhumor social. Por el otro, tiene que intervenir para que el dólar no suba, lo que implica usar herramientas que chocan contra el manual ortodoxo que el oficialismo recita de memoria. Es un esquema que vive del cortoplacismo: contener el dólar hoy sin saber cómo van a hacer mañana.

Milei, el duro

El resultado bonaerense le ofrecía al Presidente la posibilidad de reacomodar el tablero. Podía haberlo leído como un límite, como una señal de que había que parar o chocar contra la famosa pared de la que ya había hablado Macri, pero eligió acelerar. Dictaminó que no habrá cambios y que el rumbo es el correcto. Milei sabe que cualquier corrección sería vista como una rendición, una admisión de que se equivocó. Prefiere chocar contra la pared antes que torcer el volante.

El problema es que esa estrategia tiene costos cada vez más grandes. Cada vez que la política se niega a reaccionar, la economía lo hace por ella. Y a una semana de las elecciones, nos mostró que los mercados ya no están dispuestos a otorgar un cheque en blanco en pos de algo que se convirtió simplemente en “no kirchnerismo”.

Escenarios hacia adelante

¿Qué puede pasar de acá en más? Hay tres escenarios posibles.

El primero es el de la continuidad forzada: Caputo sigue interviniendo cada vez que el dólar se recalienta, el FMI sostiene políticamente al Gobierno y Milei insiste en que todo marcha bien. Es un escenario de precariedad crónica, donde la calma cambiaria depende de parches constantes y el malhumor social sigue creciendo.

El segundo escenario es el del desborde: si el dólar se escapa, la intervención oficial puede resultar insuficiente y abrir un nuevo capítulo de crisis cambiaria. En ese caso, Milei se enfrentaría al dilema que tanto teme: ceder y corregir, o profundizar su apuesta hasta el abismo.

El tercer escenario, el menos probable pero no imposible, es el de una corrección política. Sería reconocer que el ajuste tiene límites, que hace falta recomponer ingresos y que el ancla cambiaria por sí sola no garantiza estabilidad. Pero para eso, Milei, básicamente, tendría que dejar de ser Milei, romper con su discurso, sus estrategias y admitir que el dogma libertario estaba equivocado.

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