El 21 de agosto de 1946 el Senado de la Nación dio media sanción a un proyecto que cambiaría para siempre la vida política argentina: la ley que reconocía a las mujeres el derecho a votar y ser electas. Aquella conquista, impulsada por décadas de lucha feminista y coronada por la campaña abierta de Eva Perón, cristalizó un año más tarde en la sanción definitiva de la Ley 13.010. La imagen de Evita anunciando en la Plaza de Mayo que “aquí está, hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos, una historia larga de luchas, tropiezos y esperanzas”, marcó un antes y un después. Por primera vez, las mujeres argentinas dejaban de ser espectadoras y se convertían en protagonistas del sistema político.
Décadas más tarde la fecha importa. Porque si bien festejamos un derecho conquistado, también nos encuentra en alerta frente a un Gobierno Nacional que desmantela políticas de género a diestra y siniestra, niega derechos básicos y relega a las mujeres al lugar de “madres o víctimas”.
De los telegramas al voto universal
El camino hasta aquel 21 de agosto no fue fácil. Desde que Alicia Moreau, junto a otras mujeres como Sara Justo, fundó el Comité Pro Sufragio Femenino, las demandas por el voto de las mujeres chocaron contra el rechazo de radicales y conservadores. Julieta Lanteri, Carolina Muzzilli, Alfonsina Storni y Salvadora Medina Onrubia fueron algunas de las pioneras que empujaron la agenda en un clima hostil, en el que se decía que las mujeres no tenían la preparación suficiente para la vida cívica.
San Juan fue la excepción en 1928, cuando la constitución provincial habilitó a las mujeres a votar en elecciones municipales. Pero el cambio real llegó recién en 1946, con Perón en el gobierno y Evita como figura central de una campaña de masas. “La mujer puede y debe votar, como una aspiración de los anhelos colectivos. Pero debe, ante todo, votar, como una exigencia de los anhelos personales de liberación, nunca tan oportunamente enunciados”, insistía Evita en sus discursos radiales.
El 9 de septiembre de 1947 la Cámara de Diputados sancionó la Ley 13.010 y el 23 de ese mes Evita recibió el texto en el balcón de la Casa Rosada. En 1951, más de cuatro millones de mujeres se incorporaron al padrón y, en un hecho histórico, el 90% acudió a las urnas. La democracia argentina se hacía verdaderamente universal.
La vigencia de Evita y el feminismo popular
El voto femenino no fue un punto de llegada sino el inicio de un ciclo de conquistas que incluyó la patria potestad compartida (1949), la primera camada de legisladoras en el Congreso y, ya en democracia, la ley de cupo femenino (1991) y la paridad de género en listas electorales (2017). Sin embargo, cada avance encontró resistencias. La última década, signada por la marea verde, amplió horizontes con la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (2020) y la Ley de Cupo Laboral Trans (2021).
Para muchas militantes, reivindicar hoy el legado de Evita es una forma de enfrentar el retroceso que encarna Milei. “El feminismo peronista existe, no hay ninguna contradicción. Es lo que nos enseñó la compañera Evita, es lo que hacemos nosotras cada vez que nos juntamos. Es inimaginable una patria justa, libre y soberana sin el aporte que hacemos las mujeres”, afirma Liliana Luque, secretaria regional del SOEME y referente de las 62 Organizaciones Peronistas de Cañuelas. “Todos perdemos con este modelo, pero las mujeres perdemos más. Si fuera por Milei, eliminaría también el voto femenino, pero por ahora no se anima a tanto. Para él, las mujeres no somos sujeto de derecho”, advierte.
El retroceso bajo Milei
La lista de medidas que impactan sobre los derechos de las mujeres y diversidades es muy larga para el poco tiempo que lleva. Apenas asumido, Milei cerró el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad y lo reemplazó por una subsecretaría sin presupuesto real. Eliminó el programa Registradas, que había permitido que más de 35.000 trabajadoras de casas particulares fueran registradas en blanco. Dejó caer la moratoria previsional, que había garantizado la jubilación a medio millón de mujeres sin aportes completos. Frenó la aplicación de la Ley Micaela en organismos públicos. Y desmontó políticas de acompañamiento como la Línea 144 o el cupo laboral trans.
El último intento en el Congreso es aún más preocupante: un proyecto de ley para aumentar las penas por “falsa denuncia” exclusivamente en casos de violencia de género y abuso sexual. Organizaciones como ELA y Red por la Infancia denunciaron que la iniciativa busca amedrentar a quienes se animen a denunciar, reforzando prejuicios históricos sobre las mujeres y desprotegiendo aún más a niñas y adolescentes.
“Lo del voto femenino puede sonar exagerado, pero es real. Su Argentina ideal es la del siglo XIX. Es una visión de futuro bastante rara”, reflexiona Luque. Pero lo que hace es poner en palabras un temor que está apareciendo en la cabeza de varias personas: que los retrocesos actuales sienten las bases para cuestionar derechos básicos que se creían intocables.

Entre el derecho conquistado y la amenaza
La historia muestra que ningún derecho está asegurado para siempre. Tras la caída de Perón en 1955, la dictadura derogó leyes que le parecían progresistas y persiguió a militantes. Por ejemplo, eliminaron la patria potestad compartida, que se obtuvo en 1949 y recién se recuperó después de la vuelta de la democracia en 1985. La dictadura de 1976 cercenó las libertades políticas y persiguió, entro otras tantas, a las organizaciones feministas.
Hoy, las políticas de ajuste, la motosierra sobre el Estado y la prédica contra la “ideología de género” forman parte de una misma estrategia de disciplinamiento social de Milei. Mientras se amenaza con derogar la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, se recorta el presupuesto de salud sexual y reproductiva, y se criminaliza a las víctimas de violencia que denuncian.
Es por cosas como estas que la conmemoración del voto femenino toma un nuevo sentido en la era de Milei, no es solamente celebrar una conquista histórica, sino asumir la responsabilidad de defenderla en tiempos de retroceso. “Es importante que todas las mujeres trabajadoras tomen conciencia de esta situación, no importa a quién hayan votado”, explica Luque.
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