Como todos los años, este 10 de junio se conmemora el Día de la Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Malvinas, Islas del Atlántico Sur y el Sector Antártico, pero en los tiempos que corren, la causa por la soberanía nacional parece ser una broma para el Gobierno Nacional. La posible instalación de una base militar estadounidense en Ushuaia pone en riesgo la proyección argentina sobre la Antártida y el Atlántico Sur y vulnera directamente la integridad territorial de la provincia de Tierra del Fuego, y por ende, las Malvinas.
La avanzada yankee en el extremo sur no es una novedad, pero el proyecto de una Base Naval Integrada más la llegada de submarinos nucleares al puerto más austral del mundo, suponen una escalada nunca antes vista. El problema no es una cuestión militar, es lo que significa: una cesión política, económica y geoestratégica de soberanía. Por otro lado, el Gobierno de Javier Milei parece haberles dado el visto bueno a todas estas cuestiones.
Estados Unidos es uno de los principales socios de Gran Bretaña en la OTAN y ahora va a tener una base en la misma provincia que las Islas Malvinas. Estados Unidos respalda la ocupación británica de Malvinas, además de la existencia de la base de Monte Agradable en Isla Soledad. Además, bajo el mando del Comando Sur, definió como prioridad estratégica impedir la presencia de China y Rusia en la zona, evitando que Argentina pueda tender puentes con esos países.

Un proyecto «nacional» conducido desde Estados Unidos
Es cierto que la idea de una Base Naval Integrada en Ushuaia había sido, durante años, una meta estratégica para las 3 Fuerzas Armadas argentinas. La idea era consolidar desde el sur la proyección antártica, garantizar el control del tránsito marítimo austral y fortalecer el reclamo soberano.
Pero con la llegada de Javier Milei al poder, el proyecto pasó a manos extranjeras. La participación de funcionarios y militares estadounidenses en la planificación del polo logístico y su posible financiación con dólares del Tesoro norteamericano nos hace dudar quién será el dueño realmente de esa base. Como alertan especialistas en defensa, la cooperación técnica ya acordada con EE.UU. implica una delegación de mando. Una cesión de soberanía de facto.
Lejos de proteger intereses nacionales, la base parece ser una moneda de cambio, los estadounidenses pagan el financiamiento, que permite sostener un programa económico más que impopular y Washington obtiene presencia permanente en un territorio clave para el futuro del planeta.
Tierra del fuego y la soberanía
Como explicó recientemente el abogado y especialista en geopolítica Juan Augusto Rattenbach, “el régimen especial de Tierra del Fuego está al servicio de la causa Malvinas, no al revés”. Fue precisamente la Ley 19.640 (aprobada en 1972 y ratificada en 1974) la que buscó promover la población, el trabajo y la actividad económica en las islas fueguinas como forma de consolidar soberanía frente a la ocupación británica y la disputa antártica.
La reciente decisión del gobierno de Milei de eliminar progresivamente los aranceles a la importación de productos tecnológicos hizo un hueco enorme en esta estrategia. La industria fueguina, particularmente la de Río Grande, es el motor económico de la provincia y emplea directa o indirectamente a unas 7.000 personas. En términos proporcionales, es como si la Ciudad de Buenos Aires perdiera 120.000 empleos en un solo día.
Es por eso que las protestas empezaron y hasta el día de hoy no paran. Sindicatos como la UOM, ATSA, SUTEF, ASOEM, Luz y Fuerza y el Centro de Empleados de Comercio se movilizaron junto a autoridades locales en defensa del trabajo fueguino. Su argumento es lógico: cuidar el empleo también de los fueguinos es cuidar la soberanía.

Soberanía económica, política y territorial
Pero “militarmente” no es la única manera de perder la soberanía. Si la construcción de la base depende de financiamiento externo y de los deseos del país que invierte, entonces el endeudamiento vuelve a ser una herramienta de dominación y la soberanía se pierde. La dependencia económica destruye el tejido productivo local y quedamos subordinados a decisiones ajenas.
El Gobierno Nacional no desmintió los planes de construcción ni los acuerdos con el Comando Sur, pero tampoco dijo mucho al respecto. Todo este misterio con respecto a las negociaciones parecen reforzar las sospechas de que el Gobierno de Javier Milei cedió deliberadamente el control sobre uno de los territorios más sensibles del país.
Es más, incluso la exjefa del Comando Sur, Laura Richardson, afirmó que Estados Unidos busca controlar la región por sus recursos naturales (agua dulce, petróleo, pesca, tierras raras) y por su cercanía con la Antártida. Esto confirma que la nueva base no se trata de defensa ni de ayuda humanitaria: se trata de asegurar el acceso y dominio de Estados Unidos sobre riquezas estratégicas que le corresponden a Argentina.
ADEMÁS EN NEA HOY:
Un grupo de estudiantes argentinos ganó el mundial de ingeniería de la NASA
“Derechos que duren para siempre”: Muracciole y el camino hacia una nueva Constitución para Formosa
Lali llega a Corrientes con su nuevo show: cuándo, dónde y cómo conseguir entradas