A poco tiempo de cumplirse los 500 días de su presidencia, Javier Milei enfrenta un balance demoledor. El discurso de la motosierra, que prometía terminar con los privilegios de la «casta política», terminó por aplicarse con crueldad quirúrgica sobre trabajadores, jubilados, PyMEs y familias argentinas.
Según datos del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), la inflación acumulada desde diciembre de 2023 alcanzó el 196,6%, el dólar oficial pasó de $391 a $1.114 y la deuda pública bruta trepó de 370.664 a 473.557 millones de dólares. Además, el gobierno firmó un nuevo endeudamiento con el FMI por 20.000 millones de dólares, lo que convierte a la Argentina en el mayor deudor del organismo a nivel mundial.
El resultado de 500 días de Milei: un ajuste con rostro social
Mientras la prédica libertaria prometía eficiencia, el país se achicó y empobreció. El PBI cayó de 714.464 a 702.181 millones de pesos constantes, la inversión bajó del 18,6% al 15,8% del PBI y la actividad industrial se redujo un 14%. La utilización de la capacidad instalada en la industria se desplomó al 58,6%, niveles inferiores incluso a los de la pandemia.
Además, bajaron de 8.629 a 7.526 las importaciones de bienes de capital, es decir, aquellos insumos del exterior que usa la industria local para producir en el país, lo cual es otro síntoma de cómo se redujo la actividad económica, junto con la producción de automóviles, que hace 500 días contabilizaba 610.715 unidades y actualmente llega a 506.571.

En el mismo período, el consumo de bienes esenciales cayó abruptamente: el de carne bajó de 53,3 a 44,8 kilos per cápita y el de leche de 192 a 171 litros. El consumo en supermercados, medido en volumen, retrocedió un 20%. En paralelo, las ventas minoristas de PyMEs cayeron un 4,7%, y el turismo, clave para muchas economías regionales, se desplomó un 17%.
Otro de los sectores perjudicados fue la construcción, que pasó de tener un índice de actividad del 100% a bajar al 80% a raíz de la paralización en la obra pública nacional, que produjo miles de despidos y que además tiene sus consecuencias sobre sectores afines, como por ejemplo los comercios que venden insumos para la construcción: la compra de cemento para el mercado interno pasó de registrar 12.498.179 toneladas anuales a 9.499.058.
El bolsillo, cada vez más flaco
Los salarios, lejos de recomponerse, se hundieron. La jubilación mínima pasó de cubrir 1,24 canasta básica a solo 0,98. La canasta de crianza para niños de entre 6 y 12 años aumentó un 145%, mientras que los medicamentos más usados por los adultos mayores subieron un 158%.
El porcentaje del salario destinado a pagar servicios públicos subió del 5,9% al 10,3%, mientras que el precio de la nafta casi se cuadruplicó en la Ciudad de Buenos Aires. El deterioro del poder adquisitivo se traduce también en movilidad: un trabajador que ganaba el salario mínimo podía costear 2.757 boletos de colectivo hace 500 días. Hoy, solo 696.

500 días de Milei: desempleo, cierres y exclusión
La destrucción del empleo registrado es otro dato clave: más de 100.000 puestos de trabajo formal fueron eliminados, y la cantidad de empresas con trabajadores en blanco cayó de 512.357 a 499.371.
La tasa de desempleo, que ya era alta, creció del 21,2% al 23%. Y como telón de fondo, aumentaron la pobreza y la desigualdad, sin que los sectores concentrados de la economía, los verdaderos ganadores del modelo, se vean alcanzados por el ajuste.

La motosierra no tocó privilegios
La tan promocionada «batalla contra la casta» no incluyó topes a los privilegios del Poder Judicial, no tocó al empresariado amigo, ni a los beneficiarios del modelo financiero que sigue exportando ganancias. Por el contrario, se descargó con brutalidad sobre las universidades, los comedores populares, los trabajadores públicos y los jubilados.
En este contexto, la marcha universitaria que se realizó hace exactamente un año cobra un nuevo significado. Como dijo el Papa Francisco, «ajustar en educación es un suicidio programado». Y como también dijo: hacer lío es mantenernos lúcidos.
Un país más pobre, más endeudado y más injusto
Los 500 días de Javier Milei no dejaron dudas: la motosierra no fue para la casta, sino para la sociedad. Lo que comenzó como un experimento libertario terminó convirtiéndose en un ajuste sin anestesia, sin resultados positivos y con un saldo devastador en todos los frentes. El país que prometía “reparar”, bajo el dogma de la libertad, avanza en realidad hacia una mayor desigualdad, más exclusión y un futuro hipotecado. Milei lo hizo.
Con datos de CELAG, Página 12, Diario CBA y Diario Red.
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