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Viernes 28 de marzo de 2025
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¿Quién se beneficia con los incendios?

En muchas zonas afectadas por el fuego, los terrenos devastados son luego revalorizados y vendidos a inversionistas, quienes buscan lucrar con tierras previamente cubiertas por bosques nativos. Este interés económico en la transformación del suelo impulsa la práctica de incendiar áreas protegidas o de alto valor ecológico.

En muchas zonas afectadas por el fuego, los terrenos devastados son luego revalorizados y vendidos a inversionistas, quienes buscan lucrar con tierras previamente cubiertas por bosques nativos. Este interés económico en la transformación del suelo impulsa la práctica de incendiar áreas protegidas o de alto valor ecológico.

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Desde hace varios días que el país se prende fuego. Los incendios forestales tanto en la Patagonia como en Corrientes son más un desastre ecológico que desnudan algo más que devastación y daños incalculables. Impulsados por la especulación territorial, estos incendios juegan un papel central en los negocios inmobiliarios de algunos pocos. Lastimosamente, ninguna de las situaciones se vio mitigada por el Presidente, que demostró una alarmante falta de acción para prevenir o mitigar estos desastres.

Los incendios en Corrientes

En la provincia del NEA, el fuego consumió viviendas y campos. Corrientes perdió más de 105.000 hectáreas que fueron arrasadas. La provincia volvió a perder vastas extensiones de bosques y tierras productivas, de acuerdo a los últimos datos que arrojó el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).

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Decenas de familias debieron abandonar sus hogares mientras el sector agropecuario enfrentaba daños irreparables. Además, los bomberos voluntarios denunciaron que no cuentan con los recursos necesarios y no se implementaron políticas efectivas para evitar la propagación del fuego.

Corrientes perdió más de 105.000 hectáreas que fueron arrasadas.

Los incendios en la Patagonia

En la Patagonia, los incendios en Chubut, Río Negro y Neuquén sumados, arrasaron una superficie equivalente a la de la Ciudad de Buenos Aires. Estamos hablando de una superficie de 25.000 hectáreas. El terreno comprometido ya es más de 3 veces la superficie de bosques andino patagónicos afectada en el verano 2023/2024, cuando se perdieron 7.747 hectáreas. Además, se perdieron 120 casas dejando a familias enteras sin nada.

Las autoridades locales y nacionales se han mostrado incapaces de controlar la situación debido a una combinación de factores climáticos adversos, falta de recursos y, en muchos casos, falta de voluntad política. En 2024, el Sistema Nacional de Manejo del Fuego (SNMF) ejecutó un 81% menos de fondos que en 2023, último año del gobierno de Alberto Fernández. De ese porcentaje sólo se ejecutó el 22% para el manejo del fuego

El SMNF pasó a depender del Ministerio de Seguridad, que maneja Patricia Bullrich pero esto no significó ninguna mejoría en el sistema. Las brigadas y equipos especializados son los que más recortes sufrieron. Además, el Gobierno de Javier Milei disolvió los fondos fiduciarios de bosques nativos y emergencia, lo que significa menos incentivos para su conservación y menos recursos para cuidarlos en momentos como estos.

Los negocios inmobiliarios detrás del fuego

Pero uno de los aspectos más oscuros de los incendios forestales es el papel que juegan los intereses inmobiliarios en todo el tema. Muchas de las zonas afectadas son después revalorizadas para proyectos de urbanización o de turismo. Lo que para muchos de nosotros es una naturaleza invalorable como los bosques nativos, para otros es un obstáculo en el desarrollo inmobiliario.

Desde el SMNF informan que “el 95% de los incendios son producidos por intervenciones humanas” y explican que las fogatas mal apagadas, colillas de cigarrillos encendidas, el abandono de las tierras y el pastoreo con fuego, son las principales causas de su propagación. Entonces, ¿desastre natural u oportunidad para lucrar? En varias ocasiones, los incendios no son un simple accidente, sino una práctica deliberada para destruir ecosistemas enteros con el fin de abrirle las puertas a un negocio.

Aunque el origen de los incendios no siempre es claro, es muchísima casualidad que muchas de las áreas más afectadas sean las mismas donde existen proyectos inmobiliarios en marcha o en discusión. De mínimo genera sospechas sobre la relación entre ambos fenómenos. En varias provincias, los terrenos arrasados por el fuego se ofrecen a la venta para aquellos que buscan invertir en zonas que, tras ser limpiadas de su vegetación original, se convierten en un atractivo para el negocio inmobiliario.

Recordemos el caso en Villa Carlos Paz, Córdoba, donde después de los incendios una inmobiliaria promovía la venta de terrenos quemados como una «oportunidad única», sin importar el impacto ecológico de esta comercialización. Lastimosamente, esto no solamente pasa en Argentina, grandes espacios de la Patagonia Chilena o el Amazonas Brasilero presentaron los mismos modus operandi.

La falta de acción del gobierno de Milei

Todas las advertencias fueron dadas, que iba a ser un año complicado ecológicamente y que no había que escatimar en protección. Aún así el Gobierno Nacional optó por recortar presupuestos destinados al manejo del fuego y ha mostrado escaso interés en implementar medidas efectivas de prevención. Además, la reforma en la Ley de Manejo del Fuego, que se había anunciado en cadena nacional como una medida necesaria para enfrentar los incendios, nunca se concretó.

Cuando la situación escaló sin control, el Gobierno Nacional decidió que era la hora de buscar un chivo expiatorio. En lugar de abordar las causas estructurales de los incendios, como la especulación inmobiliaria y el cambio de uso de suelo, la ministra Patricia Bullrich y otros miembros del gobierno han insistido en señalar a actores externos, como si ello fuera la solución al problema.

Bullrich señaló a un supuesto grupo de “mapuches radicalizados”. El acusado, Facundo Jones Huala se defendió: “Reivindico los sabotajes y los atentados incendiarios a la infraestructura del sistema capitalista, de las trasnacionales, de los terratenientes. Pero nosotros jamás hemos atacado nuestro entorno ni a las personas. Dicen que andamos prendiendo fuego los bosques donde vive nuestra gente. Todas mentiras’’

Las cosas que perdimos en el fuego

El fuego arrasador es una catástrofe pero también es el resultado de intereses económicos que se entrelazan con la incompetencia. Los intereses inmobiliarios, que buscan lucrar con la tierra quemada, y la falta de acción por parte del gobierno de Javier Milei están permitiendo que esta tragedia continúe.

Es fundamental que el gobierno asuma su responsabilidad y que se implementen políticas de prevención eficaces, que no solo incluyan la protección de los bosques, sino también una regulación más estricta de las actividades inmobiliarias en zonas vulnerables.

Las comunidades afectadas por los incendios, los brigadistas y los ambientalistas exigen un cambio en la forma en que el Estado aborda la cuestión de los incendios forestales. Es necesario que se inviertan fondos suficientes, que se refuerce la legislación y que se combata la especulación inmobiliaria en tierras que, muy a menudo, son incendiadas a propósito.

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