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Sábado 18 de enero de 2025
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Qué significa cada letra de LGBT+ y la tierna historia de porqué la L va primero

Las siglas LGBT+ hoy representan visibilidad y unidad, pero, ¿te pusiste a pensar alguna vez por qué la "L" va primero? No es casualidad, hay toda una historia de lucha, invisibilidad y solidaridad detrás de esa decisión que cambió la historia de la comunidad.

Las siglas LGBT+ hoy representan visibilidad y unidad, pero, ¿te pusiste a pensar alguna vez por qué la "L" va primero? No es casualidad, hay toda una historia de lucha, invisibilidad y solidaridad detrás de esa decisión que cambió la historia de la comunidad.

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Hoy en día es muy común encontrar las siglas LGBT+ a la par de banderas de arcoíris para hablar de la comunidad homosexual y diversidades. Pero también es cierto que a veces, tal vez por pudor, uno no se pregunta qué significan esas letras o por qué están en ese orden. Es más, la «L» siempre ocupa el primer lugar, y esto no es una casualidad. Detrás de esa decisión hay una historia de lucha, amor y solidaridad.

¿Qué significa cada letra?

Primero lo primero, vamo a ver qué significa cada letra dentro de las siglas “LGBT+”, luego vamos a ver porqué siguen un orden específico:

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L (Lesbiana): Mujer que siente atracción romántica y sexual hacia otras mujeres. La «L» es prominente en el acrónimo debido a la lucha histórica de las lesbianas por ser visibilizadas y reconocidas dentro de la comunidad.

G (Gay): Hombre, que siente atracción romántica y sexual por personas del mismo sexo. Es un término en inglés que también se utiliza de forma general para referirse a la comunidad homosexual en su conjunto. En nuestro país se pueden usar términos más regionales.

B (Bisexual): Persona que siente atracción romántica o sexual tanto por personas del mismo sexo como del sexo opuesto. Las personas bisexuales luchan por la aceptación en una comunidad que, a veces, las percibe como ambiguas o «indecisas».

T (Trans): El término trans engloba a travestis, transexuales y transgéneros, es decir personas cuya identidad de género autopercibida no coincide con el sexo asignado al nacer

+ (Más): Representa la inclusión de otras identidades dentro de la comunidad, como las personas asexuales, intersexuales, pansexuales, entre otras. La adición del «+» refleja la amplitud y diversidad de las experiencias dentro del movimiento LGBT+.

La invisibilidad de las lesbianas en los primeros días del movimiento

Si bien la homosexualidad es tan antigua como el tiempo, comienza a gestarse un activismo importante a finales de los 60 y principios de los 70 en EE.UU. (en Argentina, debido a la última dictadura cívico-militar, el movimiento floreció un poco más tarde). Un detalle importante es que los espacios eran habitados y liderados en su mayoría por hombres homosexuales.

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Acá es una de las oportunidades para observar las problemáticas características dentro de la comunidad: a pesar de la solidaridad que podía haber entre lesbianas y homosexuales, las primeras seguían siendo relegadas por su condición de mujer. Los lugares de encuentro eran bares o clubs sociales predominantemente masculinos y las lesbianas caían en un segundo plano.

En esa época el acrónimo que se utilizaba era «GLBT», lo que significaba que la «G» de gay iba antes que la «L» de lesbiana. Este orden casi jerárquico reflejaba una realidad donde, si bien ambas identidades compartían la lucha por la igualdad, los hombres homosexuales eran quienes mayor visibilidad y poder de convocatoria tenían. No es que las lesbianas no estuvieran presentes en el movimiento, sino que su rol era sistemáticamente minimizado o invisibilizado.

Grupos de lesbianas, conocidas como «Blood Sisters» (Hermanas de sangre), se dedicaron al cuidado de pacientes con VIH y organizaron campañas de donación de sangre.

El papel crucial de las lesbianas en la lucha contra el VIH/SIDA

El cambio en el orden de las letras vino de la mano de una de las peores crisis que enfrentó la comunidad LGBT: la pandemia del VIH/SIDA. En 1981 se documentaron los 5 primeros casos (2 de ellos mortales) y con el aumento de los casos se epezó a creer que la enfermedad sólo atacaba a los hombres homosexuales, por eso fue bautizada en algunos lugares como “el cáncer rosa”.

Los hombres homosexuales pasaron entonces a una discriminación aún más directa. Los nuevos “intocables” perdieron amigos y seres queridos mientras atravesaban una enfermedad desconocida en soledad. Las lesbianas, por otro lado, no sufrían el impacto directo de la enfermedad de la misma manera, pero se convirtieron en las principales cuidadoras de aquellos que luchaban contra el virus.

Grupos de lesbianas, conocidas como «Blood Sisters» (Hermanas de sangre), se dedicaron al cuidado de pacientes con VIH y organizaron campañas de donación de sangre. Como los hombres homosexuales tenían prohibido donar sangre, las Blood Sisters lograron reunir a más de 200 mujeres, que decidieron formar parte de la donación, no sólo por la cuestión médica, sino por el gesto simbólico de solidaridad que éstas representaban.

El apoyo incondicional de las lesbianas a sus compañeros homosexuales durante esta crisis de salud fue un acto de solidaridad que no pasó desapercibido y marcó un punto de inflexión en la relación entre ambos grupos. Así, comenzaron a referirse a sí mismos como “la comunidad gay y lesbiana”, lo que representó un primer paso hacia la igualdad de visibilidad dentro del movimiento.

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El impulso feminista y el giro hacia la inclusión

La ola feminista de los 80’ y los 90’ también tuvo mucho que ver. El feminismo que surgió en ese contexto no sólo cuestionaba las estructuras patriarcales de poder, sino también las dinámicas machistas y sexistas presentes dentro de la comunidad gay. A medida que más hombres homosexuales se alinearon con las ideas feministas y abrazaron la lucha por la igualdad de las mujeres, la intención para que la «L» fuera la primera letra del acrónimo se hizo más fuerte. 

En ese momento, la «L» dejó de ser un símbolo de invisibilidad para convertirse en un símbolo de resistencia. Las lesbianas no solo habían jugado un papel clave en la lucha por los derechos de los homosexuales, sino que también habían demostrado una capacidad inquebrantable de apoyo mutuo y solidaridad en tiempos de crisis.

Las lesbianas eran, dentro de la comunidad LGBT+, las únicas habilitadas para donar sangre.

El reconocimiento final

Hoy, la «L» ocupa un lugar prominente en el acrónimo LGBT+, no solo por su contribución histórica, sino por la lucha constante de las mujeres lesbianas por sus derechos. Al colocar la «L» al frente, la comunidad no solo honra la lucha de las lesbianas, sino que también recuerda la importancia de la solidaridad entre todas las identidades dentro del movimiento.

Este acto simbólico también nos recuerda que la lucha por la igualdad no fue un camino fácil, sino que las manos de quienes estuvieron dispuestas a anteponer la lucha colectiva a la individual forjaron este camino. Así, cuando vemos las siglas LGBT+, recordemos que detrás de ellas hay historias de lucha, resistencia, solidaridad y, sobre todo, amor entre todas las personas que conforman esta comunidad.

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