En un rincón se encuentran los gatos, esos cazadores sigilosos que conquistan el corazón de muchos con su elegancia misteriosa. En el otro están los perros, los compañeros leales que siempre están listos para una aventura.
Durante siglos, la humanidad se debate cuál de estas dos mascotas es la más inteligente. Ahora, la ciencia decidió entrar en el ring para resolver esta vieja disputa.
El arte de la sociabilidad: ¿ventaja canina?
Los perros, esos animales sociales por excelencia, parecen tener una ventaja cuando se trata de inteligencia social. Un estudio publicado en la revista de Psicología Comparada explica que los perros utilizan señales comunicativas visuales de manera muy efectiva en sus interacciones con los humanos. Los autores descubrieron que cuando un perro se enfrenta a un problema irresoluble, no duda en buscar la ayuda de su humano favorito. Esta habilidad para comunicarse con las personas es una muestra clara de su inteligencia social.
Por su parte, los gatos rara vez piden ayuda. Prefieren intentar resolver los problemas por su cuenta, mostrando una inteligencia que parece más enfocada en la autosuficiencia que en la cooperación. Sin embargo, no hay que subestimarlos: otro estudio liderado por la Universidad Agrícola del Sur de China, investigó las estrategias de comunicación felina ante una tarea irresoluble. La investigación reveló que los gatos pueden ajustar su comportamiento en función del estado atencional de la persona, mostrando que son capaces de reconocer cuándo alguien está prestándoles atención y cuándo no.
Cálculo animal
Cuando se trata de números, tanto gatos como perros sorprenden con su habilidad para discriminar cantidades. En pruebas donde se les ofrecían diferentes cantidades de comida, ambos mostraron una clara preferencia por las porciones más grandes, demostrando que no solo cuentan con una nariz aguda, sino también con una mente matemática básica.
Autoconciencia: entre el espejo y la nariz
La autoconciencia es un concepto complicado incluso para los humanos. Sin embargo, los científicos intentaron medirla en animales a través de la famosa “prueba del espejo”. Aunque ni gatos ni perros pudieron salir victoriosos en este examen visual, el olfato de los perros dio un giro inesperado.
Se descubrió que podían reconocer su propio olor y diferenciarlo del de otros perros, mostrando una forma de autoconciencia que desafía las pruebas tradicionales. Los gatos, siempre un misterio, también mostraron señales de que reconocen su propio olor, aunque aún queda por ver si podrían pasar una prueba similar en un entorno de laboratorio.
El veredicto de los gatos vs perros : ¿Quién es el más inteligente?
Al final, la inteligencia no es una cuestión de números fríos y duros, sino de adaptabilidad y astucia en diferentes contextos
. Los perros, con su naturaleza social y su habilidad para pedir ayuda, parecen tener una ventaja en ciertas áreas. Pero los gatos, con su enfoque independiente y su sutil percepción, también tienen lo suyo.
Así que, en la eterna batalla entre gatos y perros, el veredicto es claro: no se puede coronar a un ganador absoluto. La verdadera inteligencia, parece, radica en saber cómo aprovechar al máximo las fortalezas que cada especie tiene, y en disfrutar de su compañía por lo que realmente son: compañeros únicos, cada uno a su manera.
Fuente: Agencia de Noticias Científicas
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