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Domingo 08 de diciembre de 2024
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Eduardo Rossi: “Loco”, pero bueno

Eduardo Rossi, figura icónica del rugby argentino y fundador del Aborigen Rugby Club en Formosa, dejó un increíble legado tras su pronta partida. Conocido como 'el Loco', su vida estuvo marcada por una transformación personal notable, desde el rugby internacional hasta su compromiso con la inclusión y la comunidad aborigen a través del deporte.

Eduardo Rossi, figura icónica del rugby argentino y fundador del Aborigen Rugby Club en Formosa, dejó un increíble legado tras su pronta partida. Conocido como 'el Loco', su vida estuvo marcada por una transformación personal notable, desde el rugby internacional hasta su compromiso con la inclusión y la comunidad aborigen a través del deporte.

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El 15 de julio Formosa, y el mundo, perdió al emblemático Eduardo Rossi. Reconocido en el mundo del rugby argentino como una figura única y multifacética, Rossi dejó una huella indeleble desde sus comienzos en Formosa hasta su papel crucial en la creación del Aborigen Rugby Club. 

Conocido afectuosamente como «el Loco», su vida fue una dedicación apasionada al deporte, marcada por sacrificios personales y un compromiso inquebrantable con las comunidades marginadas. Eduardo Rossi, presidente del Club Fundación Aborigen, fue pionero en la verdadera inclusión y apertura deportiva en el rugby. Su legado perdura en su obra y en las raíces que fortaleció.

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Eduardo Rossi fundó el Aborigen Rugby Club de Formosa.

El chico bien que era un loquito del rugby

Eduardo Rossi, oriundo de Gualeguaychú, Entre Ríos, nació en el seno de una familia notable: su padre, Julio Fernando Rossi, abogado y escribano Nacional, y su madre, Clotilde Tuduri de Rossi, ex directora de Cultura de la Provincia de Formosa y reconocida por crear los murales de Canal 11 y 5 de Octubre.

Como suele suceder, la familia Rossi se trasladó a Formosa por razones personales, donde Eduardo cursó sus estudios primarios en la Escuela Nº 58 y la secundaria en el Colegio Nacional «Juan José Silva». Desde muy chico, el Loco Rossi mostró una determinación inquebrantable y un físico ideal para el rugby, cualidades que lo llevaron a iniciar su carrera en el Club Aguará de Formosa.

Su pasión por este deporte lo condujo más tarde a Rosario, donde jugó en dos clubes emblemáticos: primero en Caranchos R.C. y luego en Duendes R.C. bajo la dirección de Juan Francisco «Coco» Benzi, a quien consideró su mentor tanto en el juego como en la vida. Fue en Duendes donde Rossi comenzó a vislumbrar su potencial como jugador de élite.

Rossi con uno de los objetos de colección de su museo.

Desde Argentina hasta Europa y vuelta a Formosa

En Duendes R.C. bajo la dirección de Juan Antonio Mangiamelli, adquirió conocimientos cruciales que le serían útiles en Europa. Posteriormente, se trasladó al Olímpico de Madrid (Pozuelo de Alarcón), club de primera división en España, donde jugó bajo la dirección de Ángel Luis Jiménez y junto a jugadores como Gabriel Rivero y Ramón Núñez.

Dentro del rugby, Francia es un país muy importante, es por eso que lo enorgulleció mucho ser parte del Stade Toulousain donde trabajó con entrenadores de renombre como Robert Bru, Pierre Villepreux y Jean Claude Skrella. En Moissac y Valence D’Agen, continuó creciendo bajo la dirección de Philippe Joli, Marceau Ambal y Gerard Guidi, respectivamente.

En España, en el Bonanova de Barcelona, Rossi jugó bajo la dirección de Manuel Martínez Puig y Adrián «Toti» Rodó, donde obtuvo numerosos éxitos en competiciones locales. Su paso por Gales fue breve, jugando para el Pontypool: “Estuve toda una pretemporada en ese club, pero en Gales no había nada de trabajo, pero sí mucha voluntad y ganas de hacer bien las cosas”, comentó en una entrevista del 2010.

Su regreso al Bonanova marcó el cierre de su ciclo europeo antes de centrarse nuevamente en el rugby argentino. “Fue un cúmulo de cosas que hicieron que me decida a venir a cumplir este sueño y ello toda la vida se lo deberé a Arthur Jennings y a Bob Templketon, los que me animaron a hacer de una utopía quimérica”, explicó una vez acerca de su gran proyecto de vida.

Un loco malo

Si uno piensa en rugby es posible que se lo juzgue como un deporte de gente elitista y prejuiciosa, por un momento, Rossi no fue la excepción: «Mi vieja, amante de Simone de Bouvier, Jean Paul Sartre. Mi viejo, de Hemingway, Alfredo Palacios. Y yo, amante del Führer, Mussolini, Franco; una contradicción para llamar la atención» comentó en una entrevista a un medio nacional.

Pero El Loco no come jabón, con el tiempo y con las enseñanzas que da la vida, hizo un cambio total en su pensamiento. Un poco empieza cuando Carlos Trujman, un profesor de gimnasia, le puso unos guantes de box y dijo: “¿Vos sos de extrema derecha? Yo soy amante de la paz”. El “sparring” duró poco y, tras perder, a Eduardo se le pasó lo loco por un tiempo.

Sin embargo, Rossi tuvo otras instancias que lo marcaron y cambiaron su parecer: “En Toulouse yo hablaba bien de Videla, y me llevaron a un lugar donde los alemanes metieron al alcalde del pueblo de cabeza en una carbonera de pan. Me mostraron campos de concentración. Ver las paredes blancas manchadas de sangre inocente… Te puede gustar un ejército, pero la ideología es diferente», explicó en una ocasión.

Con el tiempo cambió ideología por chuchería y en vez de predicar el mensaje supremacista del Tercer Reich comenzó a coleccionar memorabilia de la 2° Guerra Mundial y, un poco relacionado y otro poco no, motos. Tenía un pequeño museo.

El rugby y los Tobas

¿Pero cómo es que un confeso racista llega a fundar un club de rugby de aborígenes? Rossi mismo explicó una anécdota que sirvió, digamos, como una primera chispa:

“Cuando se hizo el Master de Toulouse, caen los maoríes. Y un ángel de la guardia, Arthur Jennings, el manager de los fidjianos, con Bob Templeton, entrenador de Australia, me llevan al bar del hotel. Al tercer vaso de whisky yo entendía todo el inglés, y les digo que hay muchos aborígenes en mi provincia. Me dicen: ‘Tenés que tener convicción’. Esta gente tiene amor al golpe y el deporte los disciplina, y los junta socialmente.»

Pero, tal como si fuera una obra de ficción, el verdadero cambio vino luego de una pérdida enorme. Rossi se encontraba trabajando en Europa cuando recibió el llamado de que su padre había fallecido: «Hablo con mamá, y me dice ‘no, no vengas, ya faltaste a la cita’”.

Eso modificó su carácter y la oportunidad de redención se da con un llamado del Gobernador Joga. Es así como en 1992 fundó la Aborigen Rugby Club. El debut del equipo fue contra Aguará, el 5 de marzo de 1993. Rossi aportó, desde los hechos, la “inclusión” cuando nadie hablaba de esa palabra.

Con ellos viajó a Nueva Zelanda (cortesía del programa Sorpresa y Media) y protagonizaron una película “La Quimera de los Héroes”, varios documentales y fueron noticias en medios nacionales por “meter la pasión por la ovalada” en un barrio originario.

Cambios y resarcimientos

Rossi reconoce que hizo las cosas mal. «¿Qué es la estupidez? Lo copio de Simone de Bouvier: la estupidez es un error mantenido. Estaba y estoy en una buena senda. Sufrí el infierno que yo hacía sufrir. No hay peor cosa que sentirte discriminado cuando fuiste discriminador. Porque te das cuenta de que el que discrimina, primero, es un burro, no es inteligente; segundo, busca dos o tres para sentirse fuerte, porque es inseguro en sí mismo. Peleo a muerte por los pibes de barrio, porque se amalgamaron con los aborígenes y están juntos. Tienen ganas de ser alguien.»

«Yo cambié en un montón de cosas.” Reconoció en una oportunidad: “en no odiar a judíos, en terminar trabajando para y por los aborígenes. La gente de Sociedad Hebraica Argentina, mirá vos, qué ironía, me han regalado camillas, computadoras, que están en el club.»

Su historia no solo es la de un jugador de rugby excepcional, sino también la de un hombre cambiado que ha dedicado su vida a hacer una diferencia positiva en las vidas de otros. Eduardo Rossi, el Loco, fue y será un ejemplo de cómo el deporte puede transformar comunidades y forjar caminos hacia un futuro mejor.

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