Ajedrez, cartas, parchís, dominó, Monopoly… Son muchos los ejemplos que nos pueden venir a la mente cuando uno se refiere a los juegos de mesa. Estos hace siglos que están entre nosotros, ofreciendo una vía de entretenimiento, pero nunca habían vivido en su propia piel una revolución como la actual. En la era digitalizada en la que vivimos, ha aparecido un nuevo escenario en el que desarrollar su actividad, mucho más amplio y con varias posibilidades, y estos están aprovechando la oportunidad de forma totalmente natural.
Esto se puede ver en cómo los diferentes tamaños de pantalla han adaptado sus tableros, tapetes, fichas o naipes. Ya no es necesario que los juegos se desarrollen de forma única en lugares físicos, sino que en el campo virtual convergen más de un aparato para ello: celulares, computadoras, tabletas o hasta incluso televisores. Esto ha llevado a que la nómina de aficionados a estos pasatiempos, que tenía una clara tendencia a la baja, se haya visto revertida y catapultado su interés de forma evidente hacia el público general.
A diferencia de cómo sucede en otras prácticas, como son las redes sociales, por poner un ejemplo, no hay grandes reparos en el momento de tener que desembolsar cierta cantidad económica para disfrutar de la experiencia. Si antes el juego físico tenía un precio, con el hecho de estar online esa tendencia se mantiene en algunos casos. Esto se puede ver en las tiendas de aplicaciones para teléfonos inteligentes, así como en algunos portales de videojuegos muy conocidos y transitados por parte de los gamers y aficionados.
Una oferta amplia y dinámica
Si algo ha brindado la digitalización a este tipo de entretenimiento es variedad. Ya no hay solamente una única modalidad a la que jugar, sino que ahora se abre la puerta a un sinfín de posibilidades. Un vivo reflejo es el juego del Blackjack, muy longevo en el tiempo y que presenta en la red diferentes posibilidades a los usuarios. Más allá de la variedad clásica, que sigue siendo la más demandada en el mundo online, también hay otras menos habituales, pero igualmente interesantes como la americana o la surrender.
El catálogo de juegos se ha visto modificado con el salto de estas prácticas más o menos tradicionales a las pantallas, pero también lo ha hecho el estilo de juego. Ahora hay un dinamismo que en algunos juegos se echaba mucho en falta. Dos de los casos más evidentes son el Monopoly, ahora en pantallas más en forma de videojuego que pasatiempo de mesa; o el póker, animando a los integrantes de la mesa a ser dinámicos y que los turnos se sucedan sin demasiado tiempo de espera.
Nuevas maneras de presentarse
No podemos obviar que la tecnología, ahora con la inteligencia artificial en boca de todos, avanza a pasos agigantados; eso da más opciones a los diseñadores de la experiencia de innovar y hacer que el usuario se sienta lo más cómodo posible dentro de la interfaz. En los juegos de mesa pasa lo mismo que en las aplicaciones, ofreciendo unos diseños atractivos e intuitivos que retrasan la aparición de la monotonía de sus usuarios y animan a pasar un tiempo investigando.
Más allá de visibilidad y presentación, ha aumentado la presencia en el campo virtual de la opción en vivo en algunas prácticas, como la ruleta, el ajedrez o el blackjack. Esta rompedora propuesta quiere reducir al máximo la distancia que separa a los jugadores de la acción y brindarles una vivencia lo más parecida posible a la que hace algunos años solamente se podía ver en locales físicos y salones especializados. Observar, interactuar y jugar: esto es lo que permite conectarse en tiempo real con los compañeros de mesa.
Terminamos mencionando los portales de streaming, que en ciertos casos han tenido un papel fundamental en la visibilidad de algunos pasatiempos. No muchos años atrás era complicado tener referentes en algunos juegos de mesa, pues la atención mediática iba destinada al deporte no mental. Con los nuevos métodos de transmisión, abiertos y gratuitos, un seguidor de cualquiera de las prácticas comentadas puede seguir partidas en directo y aprender de ellas. En definitiva, algo fundamental: crear comunidad.
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