El docente e investigador de la Facultad de Ingeniería, Hugo Rohrmann alertó sobre la continuidad de la bajante del río Paraná que ya lleva tres años y aún no hay certeza de cuándo el caudal volverá a sus valores habituales. Durante la entrevista con Radio UNNE, el especialista descartó que el fenómeno se deba al cambio climático y se inclinó por la variabilidad y los ciclos de las lluvias.
“El río continúa con una gran bajante sorprendiéndonos como hace 50 años. La noticia hoy es que los organismos oficiales de Argentina y Brasil todavía no se animan a pronosticar su fin”, dijo Rorhmann.
Agregó que la situación actual es previsible, ya que estamos atravesando el invierno y en la cuenca del Plata las precipitaciones son muy pocas.
A principios de 2022 se esperaba que para esta época del año los valores se ubiquen nuevamente por encima de este nivel, sin embargo, y a pesar de unos tímidos repuntes esporádicos, las aguas volvieron a mantenerse bajas.
“Se consideran aguas bajas cuando el nivel se ubica debajo de los 3 metros; eso en el contexto de bajante se nota mucho más. Ahora todas las miradas están puestas en la temporada de lluvias de septiembre en Brasil. Pero al ser el río Paraná tan grande debería llover 200 o 250 milímetros para que la cuenca se recupere y el río empiece a estar en valores normales. El promedio habitual de octubre es de 130 milímetros”, detalló el especialista.
A pesar del panorama desfavorable, Rorhmann aclaró que “estamos en mejores condiciones que 2021 y 2020 con un metro por encima y el Instituto Nacional del Agua dice que es muy difícil volver a esos valores negativos. También los embalses de las principales represas hidroeléctricas están alrededor de un 60% y eso es beneficioso”.
El rol de las represas y el cambio climático
Las principales centrales hidroeléctricas: Yacyretá e Itaipú han recuperado algo del nivel de sus embalses y están trabajando hasta un 80% de su capacidad por la escasez de agua. “Hay que desmitificar la función de las represas. Está claro que necesitamos energía para vivir y la hidroeléctrica es una de las más baratas”, advirtió el docente de la UNNE.
En este contexto, explicó que se observa que los niveles mínimos del río Paraná se elevaron; si uno compara los registros de 1900 a 1970 cuando dejaba de llover, el río bajaba sin ningún elemento que lo contenga. Las represas almacenan agua y si no estuviera estaríamos muy por debajo del nivel actual.
“Tenemos una corta historia de medición de lluvias. Es difícil encontrar un registro de más de 100 años. El río Paraná se mide hace 120 y está en esta ubicación hace 10.000, solo conocemos el 1 por ciento de su historia. Eso nos pone en contexto de decir que tenemos variabilidad climática con ciclos muy marcados: muy húmedos, normales y secos. Es prácticamente un sello de la lluvia, no podría afirmar que sea un cambio climático, para eso deberían ser 50 años de un mismo comportamiento y no 3 como está ocurriendo”, afirmó.
Fuente: Medios UNNE
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